Información y Opinión

La oración nos hace libres y fuertes. Oremos en Navidad



Las cosas están tan mal en el mundo y, especialmente, en la atribulada España, que, por vez primera desde este blog "político" llamado "Voto en Blanco", recomendamos a nuestros seguidores la oración. "Señor, te pido por nuestra España, que está en peligro. Cuídala y defiéndela de sus enemigos, que ya están dentro de las murallas".

Llevo más de dos décadas recomendando la rebeldía frente a la corrupción y el vicio de los políticos y luchando en defensa de la democracia real, no de la pantomima que nos venden como democracia, pero hoy, ante la gravedad de la situación de España, he decidido recomendar la oración, el gran recurso del ser humano cuando todo lo demás falla.

Sabemos que la oración nos relaciona con el ser más poderoso del Universo, nos fortalece y nos hace libres. Si el mundo orara con más frecuencia, los gobiernos miserables y corruptos no podrían maltratar, esclavizar y aplastar tan fácilmente a los seres humanos.

En países degradados como España, donde el ser humano es acosado y humillado por el poder político, la oración opera como un blindaje frente a los injustos, miserables y malvados con poder. Conéctese usted a su Dios cada mañana en oración y verá como tipos como Pedro Sánchez y otros de esa misma estofa dejarán de ser amenazantes y empezarán a parecerles cucarachas.

La Navidad, fiesta de la familia y del amor, en la que conmemoramos el nacimiento de Jesús de Nazaret, es el mejor momento del año para orar y demostrar nuestra gratitud, amor y respeto a aquel que creo el mundo y a sus criaturas.

Para orar ante el creador basta dialogar con él para agradecerle la vida, que es el bien supremo. Es un ejercicio bueno porque cura la mente y el cuerpo, porque eleva al hombre a las alturas de la civilización y porque refleja agradecimiento y grandeza del alma humana, que se dirige a su creador para mostrarle amistad y reconocimiento.

No hace falta ser cristiano, ni siquiera creer en Dios para agradecer al creador el mundo que habitamos y la vida que nos ha sido dada.

Oremos en Navidad, no tanto para pedir bienes, ventajas y privilegios, como para agradecer nuestra vida y la de nuestros seres queridos a quien las haya creado y las mantenga.
---



Cuando llegamos a estas fechas, son muchos los no cristianos, los “agnósticos” y hasta los ateos que consideran “coherente” celebrar la Navidad, ya sea como el aniversario del nacimiento de JESÚS DE NAZARET o como la gran fiesta de la familia, el amor y la amistad.

En la mayor parte del planeta Tierra la NAVIDAD es una fiesta de familia y de ternura que para muchos millones no tiene un significado exclusivamente religioso. En el mundo actual, el significado de la Navidad es el de la buena voluntad hacia los hombres, es la fiesta de la familia y de la vida, una celebración que va más allá de los dogmas de cualquier religión en particular.

La familia, como afirman los cristianos, es verdaderamente “el santuario de la vida, el ámbito en el que la vida -don del creador, al que llamamos Dios- puede ser acogida y protegida de manera adecuada, contra los múltiples ataques a que está expuesta, y puede desarrollarse según las exigencias de un auténtico crecimiento humano”.

No es el momento de odiar, ni siquiera a los que atentan cada día contra la vida y la familia. Es el momento de amar y de construir, en especial para los que creemos que la institución familiar es una realidad insustituible, la célula básica de la convivencia en cualquier comunidad.

En la familia, el amor se hace gratuidad, acogida y entrega. En la familia cada miembro es reconocido, respetado, siente confianza y seguridad (tanto afectiva como material)… y es valorado por lo que es y tal cual es, por el hecho de ser persona, de ser esposa, esposo, padre, madre, hijo o abuelo.

El ser humano necesita una “morada” donde habitar, donde vivir. Una de las tareas fundamentales de la vida de cualquier persona es saberla construir. Todo hombre y toda mujer necesitan un hogar donde sentirse acogidos y comprendidos. Un lugar dónde aprender a gestionar sus dificultades y contratiempos. La casa familiar es para los humanos un espacio de libertad, la primera escuela de humanidad. En la convivencia familiar se aprende también a vivir la fraternidad y sociabilidad, para poder abrirse al mundo que nos rodea y dar en él nuestra medida. Por eso, la familia es el hábitat natural, un entorno «ecológicamente humano».

Francisco Rubiales

- -
Viernes, 24 de Diciembre 2021
Artículo leído 1136 veces

También en esta sección: