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Favorecer a la Cataluña malvada y desleal es una vileza



España se dispone de nuevo a ser injusta, desleal e ingrata, favoreciendo, como ha hecho tantas veces a lo largo de su Historia, a miserables que merecen castigo. El gobierno de Pedro Sánchez quiere favorecer con dinero y privilegios a la desleal y malvada Cataluña independentista para apagar su rebelión . Esa actitud es una vileza que el resto de España no debería soportar. España lleva siglos premiando a sinvergüenzas y canallas, elevando hasta el poder a los peores y homenajeando con estatuas y calles a los criminales, mientras desprecia y olvida a los más generosos. Blas de Lezo, Hernán Cortés, el Gran Capitan y otros muchos grandes hombres de España murieron despreciados por sus monarcas, a pesar de haber sido salvadores y héroes, mientras que miles de criminales manchados de sangre han sido honrados por un poder político español que es imposible que acumule más bajeza y miseria.

Mientras se abre la tumba de Franco, se humilla su memoria y se borran sus huellas por haber sido un dictador, España está llena de calles y estatuas que rinden homenaje a gente manchada de sangre y dañina como Largo Caballero, la Pasionaria, Santiago Carrillo y otros muchos, a los que se les reconoce solo porque fueron miembros de la izquierda.

El actual gobierno de España, como muchos otros en el pasado, es un vergonzoso ejemplo de arbitrariedad y parcialidad, mezclada con cobardía e injusticia.
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Una clase política corrompida que premia a los miserables y castiga a los mejores
Cataluña ha construido su prosperidad sobre los privilegios y premios que le han otorgado los políticos españoles por su deslealtad, rebeldía y odio. Esa política que consiste en comprar a los catalanes violentos y traidores con dinero y privilegios que se sustraen a otras comunidades y españoles leales y decentes, tiene que acabarse. Pedro Sánchez es, probablemente, el político que ha aplicado esa política de injusticia, bajeza y abuso con más intensidad y énfasis. El 10 de noviembre merece que los españoles de bien le castiguen por su miserable conducta de halagar a los malos y escupir sobre los buenos.

¿Negociar con la Cataluña desleal y ahora violenta, a la que le han dado todo y sólo reclama la independencia en lugar de negociar con las comunidades leales que han sido desvestidas para vestir a Cataluña con las mejores galas? Tolerar como ciudadanos esa práctica es convertirse en miserables de la misma baja estofa que nuestros dirigentes. El pueblo español es más ético y decente que la chusma que se ha afincado en el poder y se ha apropiado del Estado, llenándolo de lodo y corrupción.

Ni los gobernantes inicuos deben ganar, ni los rebeldes chantajistas deben prevalecer. El pueblo español tiene una cita con las urnas el 10 de diciembre para limpiar la nación de la suciedad que sobre ella han derramado esos políticos que heredaron hace cuatro décadas un país sin deuda, honrado, sin nacionalismos independentistas y en crecimiento continuo y que hoy gobiernan una nación arruinada, al borde de la ruptura, maltratada por una clase política corrompida y de las de más baja calidad moral y profesional del mundo desarrollado.

España, después del espectáculo bochornoso de los rebeldes violentos catalanes disparando hierro y fuego contra una policía casi desarmada, tiene que cambiar y castigar a sus culpables, a los mismos políticos degradados que en el pasado abrieron las puertas a Napoleón, mantuvieron al pueblo en el hambre y la miseria, castigaron a los mejores, beneficiaron a los más criminales y nos arrojaron a una guerra civil que llenó de sangre y cadáveres las ciudades y tierras de España.

El mundo que estos políticos nos han construido es pura bazofia inmunda.

Un ejemplo que ilustra la bajeza moral reinante: los que viven en los pueblos catalanes saben que si no llevas banderas nacionalistas y pegas carteles, si no están con el alcalde independentista, estás muerto civilmente y condenado a la miseria.

Todo eso lo soportan y apoyan los políticos del gobierno de España, cuyo deber constitucional es defender las libertades y defender a los ciudadanos.

Basta ya de que en esta España nuestra manden los peores. Hay que limpiar España con sosa caústica y ácido para que la mugre sea desterrada.

Intolerable para una nación decente es el sucio espectáculo de la violencia sanguinaria de los que son los más ricos y baneficiados de España, una clase dirigente catalana que ha atiborrado al pueblo, sin escrúpulos, de odio, que ha construido su riqueza sobre la cobardía de los políticos de España, que quisieron silenciar con dinero y privilegios la deslealtad y bajeza del nacionalismo catalán.

Hay que acabar con todo eso y hay que reclutar a los mejores para que dirijan nuestra nación. Hay que despertar las conciencias y rechazar la basura ética que se nos sirve a través de las escuelas y los medios de comunicación, destinada a hacernos convivir con la traición y a ver como normales los abusos, desmanes y sucias corrupciones de la clase política. No podemos seguir conviviendo con canallas que salen en la tele en lugar de estar encerrados, con algunos que nos gobiernan y que, por sus abusos y robos, tenían que estar en prisión.

Ojalá reflexionemos y concluyamos que ha llegado la hora de la gran limpieza.

Francisco Rubiales

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Martes, 22 de Octubre 2019
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