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¿Estás seguro de que somos los buenos? Eso ya no está tan claro como en el pasado



La guerra de Ucrania nos ha situado, de manera cruel, frente a la realidad de un mundo donde es difícil discernir quienes son los buenos y quienes los malos. En la anterior Guerra Fría, las cosas estaban claras: los malos eran los soviéticos, defensores de un mundo de esclavos carentes de libertades y derechos y sometidos a estados totalitarios que eran manejados por élites enfermas de psicopatía, soberbia, egoísmo y corrupción. Los buenos parecían evidentes: eran los norteamericanos y sus aliados, defensores de un mundo con democracia, libertades y derechos, donde el individuo podía hacer lo que quisiera, siempre dentro de la ley.

Hoy, discernir ente buenos y malos es mucho más complejo.

El mundo ya no se divide en dos bandos definidos: el de los comunistas y los demócratas o el de los totalitarios y los demócratas. Si el análisis se hace con objetividad, uno descubre que los buenos no son tan buenos y que los malos tampoco son tan malos. En el mundo actual, ambos bandos se parecen por su falta de respeto a las libertades y derechos del ciudadano. Es como si todos se hubieran hecho corruptos, déspotas, canallas y enemigos de las libertades y derechos.

Occidente, salvo unos pocos países, está en manos de las élites ocultas de multimillonarios que están imponiendo el Nuevo Orden Mundial, mientras Rusia es el país líder de los que se resisten a ese reseteo que pretende imponer un nuevo mundo. Esa realidad cuestiona muchas cosas y nos hace dudar sobre quienes son los buenos y quienes son los malos realmente.

Sin embargo, sigue siendo una verdad que es preferible morir en libertad, aunque uno arriesgue morir acuchillado en Nueva York por un delincuente, que morir de tristeza, como esclavo y sin dignidad, en Moscú.
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No está tan claro que Putin sea el único malvado
Personalmente, no estoy seguro de que los buenos de la antigua Guerra Fría sigamos siendo los buenos en el presente. De lo que sí estoy seguro es de que todavía somos los menos malos porque Rusia, aunque posea valores envidiables, está demostrando al destrozar Ucrania y asesinar a su pueblo que nos supera en mentiras, asesinatos, bajezas, opresión y en todos los rasgos que identifican la tiranía.

Pero también estoy seguro de que la única manera de derrotar a la Rusia de Putin no es tanto con las armas como con los valores. La anterior Guerra Fría la ganó Occidente porque su democracia y respeto a la libertad se enfrento a la tiranía y a la esclavitud y, lógicamente, ganó la libertad, pero hoy, ¿Qué valores y libertades podemos confrontar con los rusos y los tiranos del otro bando?

Si ponemos los ojos en la guerra de Ucrania, la primera conclusión es que no podemos dar lecciones a Putin y que no es tan fácil condenar sin paliativos al pueblo ruso, gracias a cuyo sacrificio y a que puso más muertos que nadie en la II Guerra Mundial, Europa y tal vez el mundo entero esté hoy libre de la tiranía nazi. Después, cuando la Unión Soviética se hundió, Occidente no supo ganarse a los rusos y los abandonó para que saborearan la miseria. Hoy se están rehaciendo y han generado un odio nuevo y fuerte a los occidentales y a sus corrupciones y mentiras.

Si es desde el punto de vista de las agresiones, los Estados Unidos han realizado más invasiones e iniciado más guerras que ningún otro país desde 1945. La invasión de Ucrania por los rusos estuvo precedida de invasiones norteamericanas a Vietnam, Irak, Afganistán, Panamá y agresiones de todo tipo contra enemigos a los que se les colocaba la etiqueta de "terroristas".

En nuestros días, los demócratas a veces se comportan como tiranos rojos. En Austria, por ejemplo, han decidido vacunar obligatoriamente a toda su población, pese a que oficialmente hay un 40% en contra. En España, el gobierno de Sánchez se ha aprovechado de la pandemia para gobernar con altas dosis de tiranía, tras instaurar la mentira como eje central del poder y suprimir el control del Parlamento y la transparencia. En Italia, Francia, Alemania... se hace la vida imposible a quienes no se quieran vacunar.

Ante la condena mundial a los rusos, merecida por invadir Ucrania, muchos de los ciudadanos occidentales que se sienten maltratados y sojuzgados por sus gobiernos piensan que sus gobernantes están hechos de la misma pasta que Putin, aunque todavía se cuiden un poco más, quizás por miedo a la prensa y a los restos de libertad de expresión que subsisten.

Nos presentan a Putin como un monstruo, que lo es seguramente, pero nos ocultan otras cosas como que es apoyado abrumadoramente por su pueblo, que respeta la religión, que defiende la familia y muchos valores tradicionales que en Occidente están siendo pisoteados, que lucha por mantener al pueblo ruso fuerte y recio, alejado de pandemias como el falso progresismo, el feminismo cargado de odio, la desigualdad de hombres y mujeres ante la ley, el ecologismo entendido como negocio y la falsa e hipócrita democracia prostituida por las élites.

¿Quién tomaría las armas en esos países gobernados por tiranos camuflados de demócratas para defender regímenes casi dictatoriales, que lo controlan todo, amparados por poderes supranacionales que operan despóticamente, sin rendir cuentas ante el pueblo?

¿Cree usted que un camionero canadiense iba a movilizarse si el Presidente de Canadá le llama para enfrentarse con las armas al enemigo ruso?

¿Cómo puede esa dictadura globalista, defensora del aborto, enemiga de la libertad, de la nación y de la familia, ser un estímulo contra Putin?

Los políticos nos han destrozado en los últimos años el mundo de libertades que disfrutábamos, hasta el punto de que las "diferencias" con la tiranía de Putin son cada día más escasas y débiles. Nuestro mundo, por voluntad del poder de las élites, asesina libertades y derechos conquistados y se va pareciendo cada día más a China comunista, lo que aleja a los ciudadanos de sus dirigentes, de manera escandalosa, quizás como nunca antes en la Historia.

Para colmo, soportamos por la fuerza un virus que los poderosos aprovechan para aplastar a sus pueblos y que sospechamos masivamente que ha sido creado en un laboratorio por mentes demoniacas, enfermas y enemigas de la humanidad.

¿Y ahora nos piden que nos unamos contra el dictador ruso?

Tengo un amigo americano, libre como un águila y experto en geoestratégia y geopolítica que afirma que si los rusos atacaran Europa podrían llegar en una semana a Madrid, sin apenas encontrar resistencia, porque los pueblos están desmoralizados y divorciados de sus dirigentes. Sé que su tesis es exagerada, y él también lo sabe, pero la expresa porque refleja la realidad hiriente de la desmoralización y escasez de valores sólidos en el mundo que nos rodea.

El mundo vuelve a ser bipolar, aunque todavía sus fronteras no estén claramente definidas. China y Rusia se han repelido siempre a lo largo de la Historia, pero si hoy son aliadas es, también, por culpa de las torpezas y suciedades de Occidente.

Rusia posee valores indiscutibles en su sociedad, donde hay más respeto por la familia, la honorabilidad, la religión, el amor a la propia cultura y la autenticidad que en el Occidente corrompido que quieren imponernos desde las élites oscuras que mueven los hilos. Nuestro mundo ya no es ejemplar y la invasión de la falsa "progresía" está destrozando los valores y los principios nobles, incluyendo la libertad, que nos hicieron más fuertes en el pasado. El auge artificial del hedonismo, la desculturización, el poder oculto, la prostitución de la democracia, la corrupción galopante, el aborto, las injustas y sucias leyes de género que aplastan al varón, el feminismo desbocado, la promoción del mundo LGTBI y el desprecio a los viejos valores y columnas que sostuvieron el mundo durante siglos, como la familia, la religión, la honradez, el esfuerzo, etc., nos están convirtiendo en despreciables.

El mundo que estamos viviendo es injusto, desigual, miserable, falto de valores y carente de ilusiones y objetivos comunes. Las sociedades se alejan de sus dirigentes, a los que los ciudadanos están aprendiendo a odiar, después de despreciarlos durante años. Los valores están siendo masacrados y los poderosos se apoderan de todo: del dinero, de las instituciones, del poder, de las mentes, además de comprar voluntades y medios de comunicación para gobernar amparados en la mentira y el engaño.

Seamos sinceros y reconozcamos que todos esos monstruos no los ha creado Putin, ni los odiados comunistas. Casi todos son obras de nuestros miserables falsos demócratas en el poder.

Francisco Rubiales


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Jueves, 3 de Marzo 2022
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