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A los españoles hay que decirles la verdad



El sanchismo, adicto a la mentira, que es la peor de las corrupciones, está convirtiendo a España en una inmensa letrina.

La verdad nos hace libres y la mentira fabrica esclavos. Si eso es así, España es tierra esclavizada por su clase política.

España es una nación acostumbrada a la mentira. Los últimos tres presidentes de gobierno y sus ministros han sido mentirosos empedernidos, pero ninguno como el actual presidente. Pedro Sánchez es tan mentiroso que produce más asco y vergüenza que indignación y más sorpresa que cualquier otra cosa porque nadie comprende como un ser tan devaluado y degradado moralmente puede alcanzar la presidencia del gobierno de España, una nación que aunque hoy esté podrida por culpa de sus políticos, no deja de ser un antiguo imperio mundial cargado de gestas y la nación más antigua de Europa.

La verdadera revolución que España necesita es la regeneración ética, un cambio profundo que tiene que comenzar diciéndole la verdad a un pueblo saturado de mentiras, acostumbrado a recibirlas y a convivir con esa cochambre que escupen los políticos.

Lo primero que hay que decirle a los españoles es que sus políticos son auténticos depredadores y en muchas ocasiones verdaderos malhechores, corrompidos y enemigos de la nación, del pueblo y de la democracia. Hay que señalar a los españoles con el dedo acusador y decirles sin piedad que son culpables de haber elegido en las urnas a auténticos miserables, a personas corruptas y sin grandeza ni altura moral, incapacitados hasta para presidir una comunidad de vecinos.
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Los verdaderos demócratas españoles y la gente decente de este país están fatalmente obligados a votar en blanco o a abstenerse en las elecciones generales si las únicas opciones que se presentaran fueran dos partidos impregnados de mentiras y engaños, como el PSOE y el PP, culpables también de despreciar a los ciudadanos, de tener más fe en la partitocracia que en la democracia, de mentir, de incumplir lo prometido en las campañas electorales, de manipulación, de compra de voluntades y medios de comunicación, de asesinar la verdad, de manipular, de corromper y de convivir con el despilfarro y el abuso de poder.

El único partido político español que merece el voto de la gente demócrata, honrada y libre española es aquel que diga al pueblo las verdades ocultas del lamentable y degradado sistema político español, sobre todo la "gran verdad" de que España lleva muchas décadas inmersa en la corrupción y la decadencia y que salir de ese foso lleno de cieno es imposible sin enormes esfuerzos, sacrificios y privaciones.

La verdadera revolución hoy consiste en decirle a los ciudadanos las verdades que los políticos ocultan porque temen perder votos. Los políticos han antepuesto su poder y sus intereses al bien común y, en consecuencia, han ocultado las verdades más duras por miedo a perder popularidad, una actitud que les desacredita como líderes.

La primera verdad que hay que revelar es que, para salir de la crisis, harán falta sacrificios, sudor y lágrimas. La segunda es que España no es una democracia. La tercera es que el país está corrompido hasta la médula y que el foco principal de corrupción es, precisamente, el poder político. La cuarta verdad oculta es que la mentira se ha instaurado como política de gobierno y que los ciudadanos han sido engañados y manipulados de forma reiterada e indecente, durante las últimas décadas. Otra de las verdades que el poder tiene que reconocer es que la Transición fue un fraude y que entonces no se quiso instaurar una democracia sino una dictadura camuflada de partidos y políticos profesionales.

Pero hay muchas más verdades ocultas que necesitan salir a la luz para que España pueda iniciar su durísima ruta hacia la regeneración:

Los partidos políticos y sus líderes son prácticamente impunes e inmunes y disfrutan de fueros y privilegios superiores a los que en el pasado tuvieron los sectores más privilegiados: nobleza, clero y milicia.

El dinero público se ha utilizado en España de manera delictiva y ha servido para comprar votos, comprar voluntades y medios de comunicación, aplastar la verdad, corromper a multitudes, ganar poder, castigar al adversario, premiar al amigo, comprar silencios y sostener un Estado gigantesco, plagado de inútiles, injusto y tiránico, basado en la corrupción y la estafa l pueblo.

Que la Justicia no es independiente en España.

Que la Fiscalía y la policía han sido utilizadas por el gobierno en su propio beneficio, incluso para aplicar la ley con distinto criterio: una ley feroz para el adversario y una ley benigna para "los nuestros".

Que el poder ejecutivo, sucio e inmoral, ha colonizado y esclavizado a los poderes legislativo y judicial, aunque este último se resiste al asalto de los miserables.

Que la Constitución es un documento sin valor real, permanentemente violado por los políticos, que nos priva de la libertad de autogobernarnos, pero promete, mintiendo y sin cumplir, vivienda, trabajo y otros derechos jamás otorgados.

Que hay cientos de miles de personas, casi en su totalidad amigos o familiares de políticos, cobrando del Estado sin que sus servicios sean necesarios. Esos vicios de clientelismo, nepotismo y amiguismo han convertido el Estado español en inviable e insostenible.

Que los nacionalismos vasco, catalán y gallego son enemigos o adversarios de España y que aprovechan cualquier oportunidad para debilitar, dividir y destruir la nación. Jamás han hecho un favor u otorgado un voto sin cobrarlo y su mayor miedo es que los grandes partidos de ámbito nacional obtengan mayorías absolutas o pactos, lo que les resta importancia y les impide utilizar el chantaje.

Que la actual Ley Electoral es injusta por muchas razones, la principal de las cuales es que premia a los partidos nacionalistas y devalúa a los partidos nacionales pequeños, especialmente a aquellos que se presentan en muchas provincias y diluyen su voto, como IU y UPyD.

Que los ciudadanos españoles están privados de ejercer el derechos a votar libremente, esencia de la democracia, ya que los políticos mienten en las campañas, incumplen sus promesas y en el sistema español quien elige no es el ciudadano sino el partido político, que es el que elabora las listas.

Que los parlamentarios españoles (diputados y senadores), teóricos representantes de los ciudadanos, a quien únicamente representan es a sus propios partidos, que son los que los colocan en las listas electorales. Es a los partidos y no a los ciudadanos a quienes obedecen, respetan y son leales, consumando así una de las peores carencias de la mal llamada democracia española.

Que la compra de sectores y estamentos de la sociedad cuya independencia, libertad y limpieza eran vitales para la democracia, como la prensa, los sindicatos, la patronal, una parte de los grandes empresarios y otros muchos, ha sido un vicio constante de los políticos, que así han envilecido el sistema y liquidado todo resto de democracia en la atribulada España.

Que el mayor problema de España y la causa del mayor rechazo ciudadano es la clase política, por delante de la situación económica y el desempleo, problemas estos creados por esa clase política española que carece de altura y solvencia, inmerecedora de respeto o reconocimiento ciudadano alguno por sus fechorías y daños causados a la nación.

Que existen muchos movimientos y pactos inconfesables del poder político español, explícitamente ocultados a los ciudadanos, porque su vileza y espíritu delictivo causaría escándalo y rechazo. Son acuerdos y decisiones que entregan instituciones y empresas como pago de favores, que destruyen puestos de trabajo, que venden poderes españoles al exterior, que financian iniquidades y otras muchas suciedades, todas ellas pertenecientes a las sucias cloacas del Estado, desconocidas por un pueblo español que, en democracia, debe disfrutar del inalienable derecho a informar y a ser informado con plenitud y veracidad.

Y que existen otros cientos de mentiras y verdades ocultas que España necesita desvelar para poder resurgir.

Francisco Rubiales

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Lunes, 11 de Diciembre 2023
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