Información y Opinión

Zapatero y su gobierno exhiben su antidemocracia frente a Honduras





Más del 62 por ciento de los hondureños (casi diez puntos más que en los anteriores comicios) acudieron el 29 de noviembre a las urnas para elegir nuevo presidente y poner fin así, de una manera pacífica e incuestionablemente democrática, a la pesadilla del anterior mandatario Mel Zelaya, traidor a la Constitución y ejemplarmente expulsado del poder por los partidos políticos, el Parlamento, la Corte Suprema, la sociedad civil y las demás grandes instituciones del Estado hondureño.

Pero el gobierno español, aliándose una vez más con la antidemocracia y despreciando la decisión popular, sigue pugnando vergonzosamente por descalificar esas elecciones y por restituir el poder a un ex presidente Zelaya cuyo único "merito" es ser amigo del gorila venezolano Hugo Chávez y de ese neofascismo socialista que tanto gusta a Zapatero, apoyado también por los dictadores cubanos y por sus seguidores autoritarios de Ecuador, Nicaragua, Bolivia y Paraguay.

Con su actitud, España no sólo exhibe su alianza con los gorilas del neofascinsmo socialista "del siglo XXI" y su escaso aprecio por la democracia y sus reglas, sino que demuestra también un perverso corporativismo con la casta política, cuyo único objetivo es la defensa a ultranza de los mandatarios y políticos frente a sus oprimidos pueblos, a los que niega el derecho sagrado a expulsar a los malos gobernantes.

La rebeldía frente al mal gobernante y el levantamiento popular para expulsar del poder a los canallas y déspotas es un derecho supremo, con rango superior a cualquier regla constitucional, que está grabado en el alma y en la dignidad humana desde la noche de los tiempos, como regla inexorable de la Ley Natural,
reconocido por las grandes religiones y por algunas constituciones democráticas, con la de Estados Unidos a la cabeza.

Vivir en este mundo no merece la pena si los ciudadanos estuvieran obligados a soportar la tiranía y el mal gobierno sin rebelarse, sólo por haber cometido el error de votar un día a un sinvergüenza o a un inepto. La representatividad no es intocable en democracia, un sistema donde la único sagrado es la voluntad popular, mucho más importante y digna que la voluntad de un arrogante mequetrefe o de muchos mequetrefes unidos, situados al frente de sus respectivos estados.

El depuesto Manuel Zelaya ha quedado ampliamente rechazado por su pueblo en las urnas y todavía más deslegitimado, al igual que la pléyade de los antidemócratas que le apoyaban, principalmente Hugo Chávez, con los países de la Alternativa Bolivariana para Las Américas (ALBA), ayudados por la complicidad del Secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA), y, posteriormente, con la del gobierno de Lula da Silva, Presidente de Brasil y de José Luis Rodríguez Zapatero, cabeza de puente del "lobby bolivariano" en Europa.

Gran parte del pueblo hondureño creía inocentemente que la celebración de unas elecciones transparentes, organizadas por la autoridad independiente, representada por el Tribunal Supremo Electoral, que en Honduras es totalmente autónomo, sería la mejor vía para resolver la crisis que había fracturado al país. Pero no contaban con la contumacia antidemocrática y el irrespeto a la voluntad del pueblo de Hugo Chavez y de sus amigos, que, obsesionados por incorporar a los hondureños, por la fuerza si es necesario, al neofascismo socialista bolivariano, rechazan ahora las elecciones del 29 de noviembre.

El pepel de España, defendiendo los intereses de Hugo Chavez en la devaluada cumbre Iberoamericana que se celebra en Portugal, a la que faltan tantos jefes de Estados que es imposible ocultar su fracaso, es triste, lamentable y vergonzante para los ciudadanos demócratas del mundo y para los muchos españoles de bien que ya no se sienten representados por Zapatero y su inepto gobierno.



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Martes, 1 de Diciembre 2009
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