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Voy a abstenerme, lo confieso ante mis lectores



En diciembre vote a Ciudadanos porque creí que sus promesas de regeneracion eran sinceras y sólidas, pero ahora no puedo volver a votarlos. No me gusta Ciudadanos porque en Andalucía, mi tierra, sostienen la corrupción socialista. No pienso votar a ningún partido y voy a abstenerme, pero si tuviera que elegir entre PP, PSOE, Unidos Podemos y Ciudadanos, votaría sin dudarlo por el partido de Albert Rivera, que es el menos peligroso y sucio.
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Escribo y público al menos un artículo cada día, en este blog Voto en Blanco, desde el año 2004, siempre en la misma línea, sin formar parte de ningún partido, desde la independencia más escrupulosa, fustigando la corrupción y el mal gobierno y sin otra fe que en la democracia, un sistema desconocido en esta España podrida, donde se hace pasar por democracia lo que es una vulgar dictadura de partidos políticos y de profesionales ansiosos de poder.

Ahora, en vísperas de las segundas elecciones en seis meses, cuando la nación está en peligro porque su clase dirigente esta degradada y degenerada, creo mi deber explicar a mis lectores, cada día más numerosos, qué voy a votar y por qué.

En el pasado he votado al PSOE y al PP y muchas veces en blanco. En diciembre último, ante la urna, cambie mi voto en blanco por un voto a Ciudadanos, partido al que creí sus promesas de regeneracion. Ahora, el 26 de junio, cuando contemplo a España en gravísimos peligro, me abstendré porque no creo en ninguno de los candidatos y, sobre todo, porque no quiero contribuir con mi voto a sostener un sistema tan degradado y mendaz que lo considero como uno de los más corrompidos y perversos del planeta.

Después de mucho leer, reflexionar, investigar, escribir y debatir, sé que España no tendrá solución hasta que no se dinamite el actual sistema y se sustituya por una verdadera democracia. Los actuales partidos, sin fe democrática alguna, no pueden ser la solución porque son el problema y de sus filas nunca podrá surgir un gobernante justo y decente, que sea capaz de regenerar la política castigando a los que ya se han habituado a mentir, saquear, abusar del poder y construir injusticia e iniquidad.

Dinamitar el sistema y sustituirlo por otro mucho mejor es posible porque ya se ha hecho en otros países, entre ellos la cercana Italia, donde el pueblo, con la ayuda de los jueces limpios y de los periodistas honrados, borraron del mapa a unos partidos políticos que estaban podridos hasta el tuétano, aunque menos que los actuales de España.

Nuestros políticos ya ni siquiera pueden aprender, ni tienen oídos para sentir el latido del pueblo. Desconocen la democracia y no sienten respeto por la verdad, la justicia y el bien común. El engaño, él ansia de privilegios y el abuso están ya en su ADN y están perdidos definitivamente para la causa del bien.

Algunos pensaran que mi diagnóstico es exagerado, pero lo mismo pensaron cuando hace diez años escandalizaba a la audiencia al señalar a los partidos como los culpables de los males de España y a los ciudadanos como sus cómplices por votar a corruptos. Esa es la pura verdad descarnada. También es verdad en estado puro señalar que la única solución de España consiste en que el pueblo se rebele contra su pésima clase dirigente y obligar al Rey a que cumpla la Constitución, desconfíe de los partidos degenerados y designe para gobernar la nación a un equipo de ciudadanos limpios, sin relación alguna con los partidos, de probada capacidad moral y profesional, para que gobiernen y regeneren un sistema que, en manos de los actuales partidos, solo será una pocilga maloliente y putrefacta.

Es más que probable que nos dirijamos hacia unas terceras elecciones, en Navidad de 2016, porque los políticos actuales, envueltos en sus miserias y bajezas, no serán capaces de cumplir el mandato del pueblo y de pactar para gobernar. Esas terceras elecciones en un solo año quizás sirvan para convencer a los españoles de que la política española necesita más un bisturí, una trituradora, tribunales juzgando a destajo y un baño de ácido sulfúrico que unas urnas abiertas.

Francisco Rubiales


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Miércoles, 22 de Junio 2016
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