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VOX se desliga de los grandes debates y apuestas políticas



VOX está dejando de ser un vendaval para convertirse en un partido político más. Aquel impulso salvaje que le hizo avanzar como una flecha y ganar escaños en el pasado, amenazando la hegemonía de los grandes partidos y provocando miedo en el establishment, se está apagando tristemente.

Siempre dijimos en este blog Voto en Blanco que cuando VOX deje de ser un huracán y se convierta en un partido político, seguirá la misma suerte que Ciudadanos y Podemos: el declive y la mediocridad.

El crecimiento de VOX se basaba en que abría debates vitales que en España eran tabú, como los de la inmigración, las leyes de género que machacaban al varón, la defensa en el hogar frente a ladrones y asesinos, la supresión de las autonomías y otros que hoy han sido incomprensiblemente abandonados sin resolver, a pesar de que los problemas que reflejan siguen vigentes y que son más necesarios que nunca.

VOX ha tenido miedo de si mismo y de su dureza y ese miedo le está llevando por el camino de la decadencia y el declive.
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Abascal y los pretorianos de VOX
El partido del escándalo, el debate iconoclasta, la ética de hierro y la defensa del humanismo cristiano se está transformando, a toda velocidad en una maquinaria captadora de votos, en un partido más a imagen y semejanza del PP, el PSOE y otros muchos. Parece que tiene prisa por conquistar el poder y cree equivocadamente que para lograrlo tiene que moderarse, renunciar a ciertos valores y dejar de ser una fuente de provocaciones y escándalos.

Su estructura de poder interna se refuerza y se atrinchera, hasta convertirse en la más férrea, vertical y leninista de toda la política española. El poder de Abascal ha sido blindado como supremo e indiscutible y también el del equipo que le rodea, un camino que tiene sus ventajas pero que también le resta mordiente y que asesina aquello que lo hacía diferente e invencible: una ilusión de ruptura, de regeneración y de revolución política y ética para España.

Un análisis profundo revela que se están equivocando. Por miedo a que el partido se les vaya de las manos y atemorizados ante las fuerzas que provocaban, están configurando una estructura férrea de poder, tipo leninista, al mismo tiempo que pierden sensibilidades con los valores y con la ciudadanía. Envejecen muy rápido y eso es una lástima.

Sentirse satisfechos por no haber conseguido un sólo escaño en Galicia y un único escaño en el País Vasco, en las elecciones del 12 de julio, territorios podridos por el nacionalismo, el independentismo y el odio a España es una vergüenza y sólo refleja que VOX pierde el carisma que le hizo ser la gran esperanza de España. VOX ya no es lo que fue porque la única meta de VOX tiene que ser la victoria completa y la derrota de los corruptos y chorizos putrefactos que tienen a España secuestrad y tullida. Todo lo demás es decadencia.

Es urgente que Abascal y su guardia de corps comprendan que como partido es casi imposible que crezcan más en el futuro, pero como movimiento transgresor e iconoclasta, su horizonte es infinito en esta España asqueada de partidos y de políticos tradicionales, deseosa de que llegue alguien que ponga orden y restablezca la cordura, el amor a la nación, el respeto a los símbolos, la limpieza, el prestigio y la democracia, valores todos ellos dinamitados por los partidos corruptos que han gobernado este país desde hace medio siglo.

VOX gana más votos en las calles que en la tribuna del parlamento, por muy buenos que sean los discursos de Abascal y de sus pretorianos. La gente quiere que se digan verdades como puños y que las denuncias contra la degeneración y el abuso sean implacables, pero quiere, sobre todo, que se plante cara a los abusos del fascismo de izquierdas, que domina las calles, las universidades y otros muchos sectores con su totalitarismo obsceno.

VOX era una fuerza fresca, limpia y salvaje que se desataba y golpeaba fuera de los cauces políticos habituales, que era capaz de llamar al pan pan y al vino vino, pero el tiempo le ha hecho perder aquella mirada salvaje que ilusionaba y encandilaba, sustituyéndola por el discurso político habitual, aunque el de VOX sea el mejor y más acertado del panorama político español.

Los españoles están hartos y asqueados de políticos y los de VOX caerán y serán segados por los ciudadanos sin son percibidos únicamente como políticos que cobran sueldos y dietas y que dan discursos en los parlamentos.

Francisco Rubiales

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Domingo, 19 de Julio 2020
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