Información y Opinión

Una democracia decente con código de conducta (Sueño de Navidad)





Ante la evidencia del fallo de las viejas democracias, todas ellas asaltadas y envilecidas por los partidos políticos y sus élites profesionales, los ciudadanos del mundo se debaten entre una refundación de la democracia o el apoyo a personajes ajenos al sistema, antes llamados dictadores, que erradiquen la corrupción, limpien la sociedad de políticos profesionales y restablezcan valores como la honradez, el esfuerzo y la disciplina.

Por el momento, la mayoría de los ciudadanos verdaderamente hastiados de la situación e indignados ante el fracaso de los políticos en el liderazgo del mundo se inclinan por refundar la democracia, adaptándola a la realidad del siglo XXI y creando un sistema que sea capaz de imponer a los políticos un código de conducta implacable y un sistema de castigos ejemplares para los que utilicen el poder en beneficio propio o de sus partidos, familiares y amigos. Sin embargo, la frustración ante el fracaso de la política y la ineptitud de los políticos es tan grande que crece cada día más el número de los ciudadanos que creen que el actual sistema está tan corrompido que no permitirá una regeneración y que la única opción viable es apoyar en el futuro a dictadores decentes.

Sin embargo, la solución sigue siendo la democracia, el menos malo de los sistemas políticos creados por el hombre. Pero hay que reformar la democracia y reforzar sus controles, ya que los actuales han demostrado que no sirven y que los partidos políticos los violan fácilmente, convirtiendo la democracia en una dictadura camuflada de partidos y de políticos profesionales.

La nueva democracia, más severa y auténtica que el actual sistema prostituido de representación, que otorga todo el poder a partidos endogámicos y alejados del pueblo y a representantes que ni siquiera se relacionan con sus electores, deberá tener como columna vertebral un código que regule el comportamiento de los representantes del pueblo, otorgará el poder que corresponde a la Sociedad Civil, tendrá que ser construida sobre valores, controles y cautelas y sus dos principales pilares serán la verdad y la decencia.

Esa democracia tendrá que ser implacable con los delincuentes y exigente con los que aspiren a ocupar espacios de poder. El actual coladero, gracias al cual pueden convertirse en ministros y presidentes de gobierno indeseables y gente sin preparación profesional y ética, tiene que acabarse y olvidarse como una etapa fallida de la Historia.

La nueva democracia no permitirá los abusos e inmoralidades actuales de los partidos políticos y de los políticos profesionales, causantes de la ruina de la democracia anterior, a la que burlaron y transformaron en una dictadura de partidos políticos.

Pero el gran problema es que los partidos políticos son hoy el principal obstáculo que impide la regeneración del sistema. La dificultad mayor para regenerar la política está en los políticos profesionales, tan corruptos y degenerados que están dispuestos a todo para defender un sistema que no merece respeto porque ha sido transformado en una sucia oligocracia de partidos.

La Historia demuestra que es la presión popular la que logrará imponer el nuevo sistema. Cuando el pueblo estalle y exija cambios, el mundo jugará una partida arriesgada y compleja en la que se decidirá si el futuro pertenece a una democracia nueva, más severa e inviolable, o a dictadores e iluminados aceptados o aclamados por un pueblo que estará cansado de ser explotado y esquilmado por los sucios políticos que se hacían pasar por demócratas.

El momento de la gran partida se acerca.



- -
Jueves, 27 de Diciembre 2012
Artículo leído 931 veces

También en esta sección: