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Tumbas profanadas y lluvia de odio



Primero fue la de Franco y ahora la de José Antonio Primo de Rivera, Tumbas profanadas por el odio de la izquierda española, que nunca aceptó la reconciliación y el perdón y que utiliza la memoria del pasado y el rencor para enardecer las conciencias, remover recuerdos dolorosos y potenciar la venganza, sin otro objetivo que ganar votos, en especial en periodos como el actual, en vísperas de unas elecciones en las que las encuestas vaticinan una dura derrota de los izquierdistas.

La utilización del odio y del rencor para ganar votos es una de las peores vilezas de la política española y sus efectos sobre la convivencia y la paz están siendo demoledores.
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Mover a los muertos de su descanso es ridículo, absurdo y sólo producto del odio más irresponsable
El odio y el rencor, promovidos sobre todo por las izquierdas, están convirtiendo a la España de hoy en la más miserable y peligrosa desde la muerte del dictador Franco y en uno de los países más desquiciados y en declive de Occidente.

José Antonio dijo antes de ser fusilado que ojalá la suya fuera la última muerte provocada por una contienda civil entre españoles y nosotros decimos que ojalá su tumba sea la última que se profane como consecuencia del odio. Esa declaración contrasta con la pronunciada por Dolores Ibarruri, "la Pasionaria", dirigente comunista, que dijo que no importaba fusilar a cien inocentes con tal de que no escapara vivo un sólo fascista.

Aquel mundo de odio despreciable y primitivo, sucio y nauseabundo, causante de cientos de miles de muertos en una absurda guerra civil, está siendo resucitado por la izquierda inconsciente y depredadora que comanda Pedro Sánchez.

De todos los pecados de la izquierda, el peor y el más peligroso ha sido acabar con el espíritu de reconciliación y perdón que los españoles adoptaron tras la muerte de Franco. Entonces, todo parecía indicar que las izquierdas también aceptaron aquel borrón y cuenta nuevo y que compartían el deseo de construir unidos el futuro y avanzar juntos hacia la prosperidad y el progreso, pero aquella resulto sr falso porque las izquierdas nunca olvidaron su derrota en 1939 y, poco a poco, resucitaron el odio y promovieron la revancha.

El primer gran artífice del odio fue José Luis Rodríguez Zapatero, bajo cuya presidencia las izquierdas aprobaron la ley de Memoria histórica, que no fue otra cosa que el recurso al odio y al rencor y su introducción oficial en la política española.

Después llegó el cobarde Rajoy, que desaprovechó la mayoría absoluta que le regalaron los españoles con sus votos y no se atrevió a cambiar el espirito de odio instaurado. No sólo no derogó, como debió hacer, la Ley de Memoria Histórica, sino que imitó a las izquierdas con sus incumplimientos, rencores, divisiones, mentiras, subidas de impuestos y otros detalles izquierdistas y poco democráticos que resultan incomprensibles en un político de derechas.

Tras Rajoy llegó Pedro Sánchez, que convirtió los peores rasgos de la izquierda española en política de Estado, promoviendo la mentira, el odio y el rencor, al mismo tiempo que apostaba por la división de la sociedad en dos bandos enfrentados y profanaba la tumba de Franco, expulsado del Valle de los Caídos con gran despliegue televisivo para incendiar España.

Hoy, la España de Sánchez es una nación dividida, casi enfrentada, llena de odios y rencores, más rota que nunca, con los comunistas sentados en el Consejo de Ministros, el independentismo agazapado en espera del momento para clavar su aguijón de violencia y ruptura, y los vascos amigos del terrorismo influyendo poderosamente en el gobernó.

Sánchez está convencido de que el odio le da votos y, al carecer de escrúpulos y de amor a la nación, se lanza imprudente por los senderos del rencor sin otro fin que ganar las elecciones y seguir disfrutando del botín del poder.

Esta es la España del presente, la que nos han construido las izquierdas gobernantes, sin disimulos ni paños calientes, una España disfrazada de normalidad y prosperidad por los medios de comunicación, en su mayoría comprados por el poder y cómplices de los que apuestan por el miedo, la mentira y el odio.

La situación ha llegado a un nivel de peligro tan elevado que España necesita hoy más una reconciliación que una regeneración de su podrida y corrupta política. Lo más urgente en la España de Sánchez es eliminar los odios y rencores para abrazar la unidad y el destina común de los españoles ante el futuro.

El amor, aunque parezca increíble, es hoy más necesario en la España actual que la riqueza, la fortaleza e incluso la paz porque sin amor no podrán curarse las heridas que deja abiertas el sanchismo con su política perniciosa plagada de odios y rencores.

Francisco Rubiales

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Martes, 25 de Abril 2023
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