Colaboraciones

TODOS LOS DÍAS DEBERÍAN SER NAVIDAD





El menda lerenda tiene la indócil impresión o terca sensación de que, conforme va acopiando o cumpliendo años, va afianzándose dentro de él un escepticismo bifronte, cada día más influyente, cada vez más refractario. Habiendo dejado atrás la senda del maniqueísmo, que otrora tanto transitó, ahora parece deambular por los senderos del agnosticismo y del eclecticismo. Quiero decir que las cosas y los casos han dejado de ser para él o buenos o malos, pues, entre el blanco y el negro, ha aprendido a distinguir una amplia gama de grises.

Y, así, sostiene, verbigracia, que, no obstante, según puede leerse en el evangelio, es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja que un rico en el Reino de los Cielos, y otrosí, que es verdad incontrovertible e incontestable que en el cerebro del más sabio siempre hay un rincón para la insensatez, mutatis mutandis, a nadie debería extrañarle lo más mínimo que en el corazón de un multimillonario (porque los benefactores no escasean) también pueda encontrarse una basílica, catedral o seo repleta de piedad.

Asimismo, ha trascendido que la empresa Gucci destinará la quinta parte de los beneficios que obtenga por la venta de varios modelos de bolso a personas enfermas de SIDA. Supongo que nadie se escandalizará ni pondrá el grito en el Cielo ni planteará bobas objeciones, más o menos solemnes, ni de hojalata al aguinaldo. A “Otramotro” lo único que le molesta, en concreto, de todo lo que precede es que la iniciativa sea provisional, o sea, tenga carácter interino, es decir, que sólo dure lo que las navidades, esto es, que la medida no sea entera, definitiva, porque, dado que la propincua Natividad del Señor logra barrer cualquier atisbo nuestro de bandidaje canallesco y borrar cualesquiera pulsiones nuestras de vanidad (la retranca, como venía a cuento, se ha impuesto), haciendo que brote lo mejor de cada uno de nosotros, todos los días deberían ser Navidad.

A pesar de que faltan muestras de las dunas mediocres y los tibios espejismos, arriba quedan y obran dos de los ejemplos variopintos, oasis pintiparados, imperecederos, quiero decir aspectos humanos, positivos, que cabe hallar en el vilipendiado, de pésima prensa y, por lo general, hiperdemonizado desierto (urdido con suprema guasa) del consumismo.


Ángel Sáez García


Franky  
Lunes, 26 de Diciembre 2005
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