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¿Son válidos los partidos políticos?





Mi amigo Manolo, viejo procer de la izquierda española, perseguido y encarcelado por el franquismo, hoy ya jubilado, a quien respeto por su capacidad crítica, porque es librepensador y porque es coherente, me hace reflexionar al decirme que, a veces, cuando se leen mis textos, las cosas no quedan claras y se proyecta confusión. Él cita el ejemplo de los partidos políticos y dice: "los atacas tanto que parece que los condenas sin remisión". Y pregunta: ¿No crees que siguen siendo válidos?

Tras reflexionar, le digo que es inevitable proyectar confusión cuando uno escribe a diario y cuando se alimenta un blog, un medio de comunicación útil para lanzar pildoras y destellos, pero no para profundizar y generar ideología y análisis profundo.

Sobre los partidos, le digo que el modelo quizás sea tan viejo que se ha vuelto inservible, que el diseño no ha cambiado prácticamente nada desde el siglo XIX y que hoy, al no haber sido renovado y reforzado con cautelas y medida que refuercen la democracia y frenen la corrupción y el abuso de poder, ha quedado pervertido por un fenómeno inquietante: la ideología y los ideales han sido sustituidos, dentro de los partidos, por el ánsia de poder. Los objetivos, estrategias y praxis que se mueven en los partidos no son ya aquellas antiguas como el servicio a los ciudadanos o el cumplimiento de aquellos fines para los que fueron creados (facilitar la participación de los ciudadanos en la política y elevar la voz del pueblo hasta los confines del poder) sino otros muy diferentes: conseguir el poder, mantenerlo, transformar la sociedad desde el poder, beneficiando a los dirigentes y militantes del bando propio con las ventajas y privilegios derivados del mismo poder público.

En viejo modelo nunca fue válido del todo, porque desequilibró el poder y lo acaparó, desplazando al ciudadano y al pensamiento libre de la vida política, pero en algunos aspectos resultó positivo. Sin embargo, hoy, sin haber sido reforzado y adaptado, es un pelele en manos de manipuladores y gente sin escrúpulos que utiliza los partidos para medrar, para beneficiarse y para alcanzar un poder y una rqueza que les resultaría imposible conseguir compitiendo en el mercado laboral.

En consecuencia, antes de discernir acerca de si los partidos políticos son o no válidos en el presente, habría que aclarar a qué partidos nos referimos, a los limpios y democráticos que nacieron para democratizar la política o a los actuales, pervertidos y sin otra obsesión que el poder.

Los primeros, sometidos al ferreo control de la ley y de los ciudadanos, podrían seguir siendo validos y prestarian un gran servicio a la sociedad, pero los actuales, fuera de control y cargados de antidemocracia, son, sin duda, el mayor obstáculo para que la democracia se regenere y para que la justicia, la igualdad y la limpieza vuelvan a ser valores dominantes en la vida política y social de los pueblos.

¿Aclarado?

   
Martes, 9 de Noviembre 2010
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