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¿Son las mujeres españolas más valientes que los hombres?





¿Es la mujer española más valiente que el hombre? La respuesta es “si”, a juzgar por lo que se observa en la política española, donde los primeros puestos en el “ranking” de la valentía y la libertad de crítica lo ostentan dos mujeres: Rosa Diéz, en el PSOE, y María San Gil, en el PP.

A su lado, los hombres de la política, potencialmente y en teoría, más fuertes y atrevidos, parecen monigotes acobardados.

Rosa Diez le ha dicho a Zapatero que "es hora de volver al Pacto por las Libertades, de dejar de reclamar a los jueces que se adapten al proceso, de apoyar al Poder Judicial y de poner a trabajar a la Fiscalía General del Estado". Pero la aparentemente frágil Rosa, demostrando un temple de hierro, también ha dicho: "es hora de apoyar públicamente a los empresarios que siguen siendo extorsionados, de que el Gobierno se separe de esos asesores que le llaman a De Juana Chaos el primer reinsertado del proceso, de que los terroristas sientan el peso de la ley y de que los portavoces ilegales sean tratados como portavoces ilegales y no como interlocutores políticos imprescindibles".

Todo un ejemplo para esos miles de socialistas del género masculino que desprecian a Zapatero y a su política en privado pero que se cubren de cobardía y oprobio al permanecer agazapados y en silencio frente a sus líderes, seguro que para no perder los privilegios del poder, entre los que figuran gente como Rodríguez Ibarra y José Bono, en teoría los "varones" más osados del partido en el poder.

Por su parte, la también vasca y mujer María San Gil, del Partido Popular, acaba de decirle al máximo responsable del Partido Nacionalista Vasco, Josu Jon Imaz, en la Cadena SER, con toda la audiencia como testigo: «Lleváis 25 años aprovechándoos de una forma mezquina del terrorismo», una verdad que comparten millones de españoles pero que, hasta ahora, muy pocos se habían atrevido a decirla.

Pero la “osadía” de María, presidenta del PP en el País Vasco y amenazada de muerte muchas veces por los etarras, llega más lejos, como lo demuestra el que presentara, hace días, una interpelación dirigida al lehendakari, Juan José Ibarretxe, con el fin de que explique por qué su Gobierno “sigue poniendo en pie de igualdad al Estado de Derecho con una banda de asesinos como ETA”.

El ejemplo de esas mujeres fuertes y libres tiene gran valor para una España que se convierte cada día más un país de cobardes, sobre todo en el crucial ámbito de la política, donde la inmensa mayoría de la militancia, tanto en la derecha como en la izquierda, ha optado, vergonzosamente, por defender a los suyos “hasta la muerte”, tengan o no la razón, renunciando a la libertad de pensamiento y a la libertad de crítica para someterse a lo que llaman “disciplina” de los partidos, un termino confuso que esconde el hecho lamentable de que los partidos políticos desconocen la democracia interna y que exigen a los suyos sumisión y silencio incondicionales a cambio de seguir gozando de los inmensos privilegios del poder.


Franky  
Sábado, 25 de Noviembre 2006
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