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Sin certezas, los ciudadanos sienten desolación y el mundo es un desierto



La crisis de Grecia ha puesto de relieve que el mundo carece de valores y que la gente ya no cree en nada ni en nadie. Ha sido tantas veces engañado y traicionado, que el ciudadano ha perdido sus certezas y se ha refugiado en la nada, la incredulidad y la desconfianza. El mundo, sin grandes principios y sin verdades que lo sostengan, es un desierto inhóspito, sin ilusiones ni esperanzas. Nos han fallado los líderes y nos sentimos huérfanos, sin dioses, sin valores firmes, sin modelos a quien imitar, rodeados de canallas y falsos profetas.

Sin embargo, lo que hoy es el mundo había sido previsto por muchos pensadores y visionarios. El Apocalipsis describe con claridad los tiempos deserticos y sin certezas que preceden a la llegada del anticristo y la bestia. El mismo Maquiavelo lo predijo cuando afirmó que "Cuando el azar hace que el pueblo ya no confíe en nadie, habiendo sido engañado en el pasado por las cosas o los hombres, acaece necesariamente la ruina".

Y en la ruina estamos.
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Nadie tiene mas culpa que los líderes políticos de la orfandad del mundo y del hundimiento de los valores y las certezas. Han sido tan miserables y rastreros que han preferido construir un mundo poblado por borregos torpes, incultos, confundidos y asustados antes que enfrentarse a ciudadanos libres y pensantes, muchos mas difíciles de dominar. El poder viene fabricando esclavos y manadas de bovinos desde hace siglos pero nunca antes en la historia aprendió a hacerlo tan eficazmente como ahora, cuando amparado en los votos de las masas estúpidas, habituadas a votar a sus verdugos, controlan el poder para llenar el mundo de descerebrados, cobardes y cadáveres ambulantes.

Lo primero que ha hecho el liderazgo político moderno es acabar con las certezas, consciente de que el mundo, sin grandes creencias y verdades, se derrumbaría y quedaría tan confundido y desamparado que tendría que recurrir a ellos, a los falsos líderes, para encontrar los caminos hacia el futuro, caminos falsos por los que la humanidad transita guiada por falsos pastores y liderazgos deleznables.

El segundo paso fue destruir tambien los valores que hacían grande al hombre y sustituirlos por vicios y valores mediocres, insuficientes para sostener el edificio humano. Fueron aniquilados valores como la libertad, la verdad, el apoyo mutuo, el respeto y la decencia, mientras en su lugar se reforzaban el relativismo, la envidia, la violencia, el deseo de dinero y la ambición, entre otros, todo ello adobado por un miedo que paraliza a los humanos y que, hábilmente gestionado por los poderosos, permite que los hombres y mujeres jamas se rebelen contra el mundo que ellos gobiernan, una pocilga plagada de arbitrariedad, desigualdad, desamparo, abandono de los débiles, riqueza para pocos y terror paralizante para casi todos.

El presente que vivimos es fruto del asqueroso trabajo de ingeniería realizado por los poderosos del mundo y sus aliados políticos en los últimos siglos, sobre todo desde el advenimiento de las falsas democracias, el sistema ideal para que los poderosos engañen al pueblo, por el pueblo y para el pueblo: Crisis económica arterradora, desempleo masivo, crisis política en su apogeo, políticos sin credibilidad, destrucción de los auténticos modelos, fabricación de modelos denigrantes con la ayuda de los medios de comunicación, desigualdad galopante, votos extremistas, sondeos manipuladores, justicia controlada, líderes corruptos, amiguismo, nepotismo y clientelismo, un Estado hipertrofiado e innecesario, con demasiado poder y diseñado para el abuso de los poderosos y la opresión de los débiles, ausencia de valores, exterminio de las grandes verdades y las certezas y acoso, descrédito y derribo de las personas ejemplares, libres y decentes.

Por culpa del miserable liderazgo que controla el poder, la política como arte del buen gobierno y como instrumento para mejorar el mundo pertenece al pasado.

La política actual carece de alma y de valores, pero es rica en espectáculos y trucos: bosques de banderas, coches oficiales precedidos de motocicletas de escolta, policías disfrazados de gorilas de acero, rostros interesados detrás del líder, chistes estudiados, promesas que nunca se cumplen, mentiras elaboradas, sonrisas de plástico, esposas sonrientes, grandes aplausos y una fe tan artificial como falsa en un liderazgo que una y otra vez se muestra incapaz de solucionar los problemas y de mejorar un mundo cada día mas corrupto, sucio e indecente.

Esa política desalmada y sin valores, dominante en un mundo sin creencias ni columnas de soporte, es la que trae consigo el caos, la decepción y el fracaso, la pobreza que avanza en un mundo donde los millonarios son cada día mas ricos e intocables, la llegada, entre tambores y trompetas, de partidos políticos nuevos y de líderes flamantes que son solo mas de lo mismo, la desesperación ciega de los pobres y los indignados, la rebeldía estéril de los decentes y la frustración depresiva de la gente de bien.

¿Que hacer para cambiar el rumbo del mundo y evitar la ya cercana colisión? Solo hay una solución: mejorar como personas y cultivar la rebeldía incansable y reconstruir los valores y las viejas certezas en los huertos humildes y casi escondidos de nuestros hogares. Si logramos que al menos uno de cada cien humanos sea decente y tenga fe en si mismo y en los grandes valores olvidades, el mundo cambiará y los canallas no podrán seguir imponiendo su estiércol y su ley de plomo y miedo.



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Jueves, 9 de Julio 2015
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