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Ser culé es ya una ofensa a España



Ser del Barsa y, al mismo tiempo, amar a España ya es imposible. Ser del Barcelona ya no es sólo una cuestión de fútbol. Hace algunos años podría serlo, pero hoy ya no. Después de que ese club ha tomado partido claramente por la independencia y se ha convertido en el mascarón de proa del independentismo catalán, ya no caben las confusiones ni el doble juego. Ser del Barsa equivale a defender la independencia, la tergiversación de la Historia, el acoso al idioma español, el adoctrinamiento de los niños y jóvenes en las escuelas y el alimento constante del odio a España, dentro y fuera del país.
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Barsa y Atlético de Bilbao en 1940
La apuesta oficial del club azulgrana por el independentismo, realizada hace pocos días mediante comunicado público y la constatación de que el club apoya y hasta estimula las pitadas al himno y al rey son dos datos que disipan toda duda sobre la intromisión del Barsa en la política y el independentismo más decidido.

Después de eso, no es fácil comprender hoy que un español pueda ser azulgrana y que las peñas azulgranas abiertas por todo el territorio español no se cierren, por voluntad expresa de sus propios integrantes. Defender al Fútbol Club Barcelona ya no es solo apostar por un equipo de fútbol y unos colores porque implica también comulgar con barbaridades como la pitada al himno y al rey, la defensa del proceso independentista catalán y estar al lado de un equipo que, por propia voluntad, se ha convertido en abanderado de ese nacionalismo catalán extremo que propaga el odio, denigra a España en el extranjero y no deja de mentir gritando "España nos roba", cuando son sus próceres y dirigentes los principales ladrones del reino.

Es cierto que juegan maravillosamente al fútbol y que verlos moverse por el césped es una delicia, pero también eran brillantes y espectaculares los desfiles nazis y, sin embargo, por decencia y principios, había que condenarlos.

Por desgracia, ya no es compatible amar a España y, al mismo tiempo, al Barsa. Es una contradicción para todo el que defienda la unidad de España.

Antes había cierta nebulosa y se podían mantener vivos ambos sentimientos, pero ya no es posible. Hace pocos días, el club Barcelona emitió un comunicado oficial en el que se sumaba a la defensa del referéndum ilegal y al "proceso" de independencia. Con ese comunicado, el club ha abandonado oficialmente los límites del fútbol y se ha adentrado en los de la política y el rechazo a España.

Es necesario afrontar la verdad y tomar el toro por los cuernos, sin disimulos, cobardías e hipocresías. Cientos de miles de españoles están frente a la dura contradicción de seguir o no apoyando a un club que ya no es sólo un equipo de fútbol sino que se ha convertido en un estandarte del nacionalismo y de la lucha contra lo español. Es toda una contradicción, aunque a muchos les duela y prefieran seguir viviendo en ese drama. Objetivamente, ser hoy culé significa apoyar la brutalidad separatista, la marginación del idioma común, el adoctrinamiento de los niños y jóvenes, las mentiras y tergiversaciones y esa casta política catalana que es más corrupta y menos demócrata que la nuestra, aunque eso parezca imposible.

Quienes mezclan voluntariamente política con deporte son, indiscutiblemente, el club y sus directivos. Si el club fuese congruente con su "misión" política, lo que tendría que hacer es no participar en competiciones deportivas españolas ya que no es muy digno jugar con dos barajas, pues si quieres separarte de España, lo primero que hay que hacer es actuar en consecuencia.

Francisco Rubiales

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Martes, 30 de Mayo 2017
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