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Sánchez y el sanchismo son “gafes”



A Pedro Sánchez le han dicho de todo: malvado, psicópata, corrupto, inmoral, sátrapa, dictador y comunista encubierto, pero nadie le ha llamado “GAFE”, a pesar de ese es, probablemente, su rasgo dominante.

No es normal que en un único mandato de cuatro años le caigan encima a España dramas tan terribles como la supertormenta Filomena, la pandemia del COVID, la sequía que aniquila las cosechas, el desastre de la Ley del “Sí es Sí”, con una marea de pederastas y violadores liberados o con sus condenas reducidas, el Tito Berni, la decadencia de la nación, el empobrecimiento de España y otros muchos reveses, como la expansión de la corrupción, la crisis energética, el cambio climático, la guerra de Ucrania y el bloqueo de la Justicia.

Cuando parecía que el cupo de desgracias estaba colmado, va Ferrovial, una de las empresas españolas más grandes y de mayor éxito internacional, se fuga de la España socialcomunista y se traslada a Países Bajos, toda una bofetada para el acorralado sanchismo, rey y señor de las desgracias y los dramas.

Y para terminar el rosario de desgracias, llega el escandalo de los asesinos de ETA en las listas electorales de BILDU, partido amigo y socio de Pedro Sánchez, el mayor gafe de nuestra historia moderna.
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Sánchez se ha librado de ser calificado como “gafe” porque ya lo fue Zapatero, pero Pedro ha demostrado, con más solvencia y fuerza, que es un genuino portador de infortunio que todo lo que toca lo estropea y desgracia y cuyo nombre ni siquiera debe ser pronunciado para eludir problemas.

Si solo fuera un pésimo gobernante, el drama se solucionaría sustituyéndolo, pero el innombrable socialista es también un “gafe” mortífero que ha atraído todo tipo de desgracias para España. Las redes sociales están plagadas de acusaciones que le señalan como una especie de pararrayos que atrae las peores desgracias hasta España, el país del mundo que más ha sufrido con la pandemia del COVID y el que ocupa puestos de liderazgo en casi todas las desgracias: inflación, decadencia, despilfarro, deuda, trata de blancas, fracaso escolar, drogas, dinero negro, impuestos abusivos, precios altos de los combustibles y un largo etcétera.

Sus enemigos hablan de "La maldición del sanchismo", pero otros creen que no existe otra maldición que la del comunismo, que suele destruir a los países donde clava sus garras. Que se lo pregunten a Cuba, Venezuela, Nicaragua, Corea del Norte y otros, todos ellos destrozados por la bestia roja.

Sea culpa de quien sea, el sanchismo nos ha traído un sinfín de dramas y desgracias: crisis con Marruecos, ruptura con Argelia, Filomena, repuntes de la pandemia, Volcán de la Palma, guerra en Ucrania, inflación, inseguridad en las ciudades y hasta una peligrosa escasez de trabajadores dispuestos a ocupar plazas en el transporte, la hostelería y la agricultura, tres sectores claves para la economía española.

Uno de los últimos dramas, el de Ferrovial, una de las grandes empresas de éxito mundial, decide huir del sanchismo y se va a Países bajos, propinando al gobierno socialcomunista una dura bofetada en el rostro.

Mas reciente, las listas de candidatos asesinos de BILDU, una brutalidad sucia que puede arruinar la campaña del innombrable.

Cuando el país estaba de rodillas, envuelto en la crisis y la peor de las decadencias, España empezó a arder por los cuatro costados en 2022 y este año con el país sediento y seco la amenaza de fuego masivo es todavía mayor.

Es lógico y razonable pensar que tantas desgracias juntas y en tan poco tiempo, en un sólo país, son metafísicamente imposibles, salvo que un peligroso gafe ande por medio.

A juzgar por lo que hace, el presidente es más que un evidente portador de mala suerte que todo lo que toca lo estropea. Si analizamos el balance de su mandato, la mala suerte del gafe y ciertas altas dosis de maldad están presentes en el mismo gobierno y en su obra, un equipo dividido y convertido en un mosaico de gente y partidos llenos de odio a España. También el mal fario está presente en la economía, el endeudamiento, el despilfarro, la desconfianza, las mentiras, la corrupción impune, la tristeza, la carestía y, de una manera especial, en el deterioro general de España y de su peso y prestigio en el mundo.

Sólo un gafe morrocotudo y con el alma emponzoñada puede arrojar un balance tan deficiente: Se ha enemistado con Estados Unidos, cuyo presidente Biden acaba de humillarlo, tiene muchos problemas con Marruecos, ha convertido a Argelia en enemiga de España, en la Unión Europea le vigilan, sus socios de gobierno le presionan y chantajean, ha gestionado mal la pandemia, tiene problemas con los jueces, tiene que negociar cada ley o decisión importante con socios de gobierno desleales, medio país sospecha que hay fraude electoral, las sospechas de que reparte de manera arbitraria y mafiosa los fondos europeos son masivas, es derrochador y despilfarrador, es el presidente más rechazado por su pueblo desde Fernando VII y un largo etcétera que incluye acusaciones de corrupción, de haber asesinado la democracia y de engañar y mentir a diario,

El innombrable tiene el país hecho unos zorros, donde pocas cosas funcionan. Las grandes instituciones están dormidas y el pueblo, lleno de cobardía, soporta abusos del poder y corrupciones que en ningún otro país europeo serían soportadas. La consecuencia es que España avanza al trote hacia el precipicio.

Eso sí, férreamente conducida por la mano del gafe.

Francisco Rubiales

NOTA: AYER NO HUBO ARTICULO EN VOTO EN BLANCO PORQUE EL SISTEMA ESTUVO CERRADO POR MANTENIMIENTO EN FRANCIA.

GRACIAS Y DISCULPAS

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Viernes, 19 de Mayo 2023
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