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Sánchez se equivoca: la solución del PSOE no es "A trabajar", sino "A regenerarse"





Ante la noticia proporcionada por el último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), según el cual "Podemos" (23.9%) ha desbancado al PSOE (22,2%) como segunda fuerza política de España, después del PP (27,3%), Pedro Sánchez, secretario general de los socialistas, interrogado sobre lo que su partido va a hacer, ha respondido que "A trabajar", como si esa fuera la solución de los graves problemas de su partido, destrozado y perdiendo fuelle desde que Zapatero convenció a los españoles que era un inepto peligroso capaz de arruinar una nación en pocos meses. Sánchez, visiblemente preocupado por los resultados de la encuesta del CIS, ha utilizado hasta en tres ocasiones la expresión "A trabajar" ante las preguntas de los periodistas sobre el sondeo.

Pero, a pesar de la insistencia, Sánchez se equivoca porque lo único que podría salvar al PSOE de caer hasta convertirse en una fuerza política insignificante no es el "trabajo", sino la "regeneración", una opción que ni siquiera contemplan los grandes partidos, acosados ante la irrupción triunfal de Podemos y el rechazo y desprecio de millones de ciudadanos españoles, que culpan al PP y al PSOE de haber arruinado España y de haber sumergido al país en una profunda crisis ética, destruyendo los valores, violando las reglas básicas de la democracia y vinculándose desde el gobierno a la injusticia, la corrupción y el abuso de poder.

Cuando Podemos irrumpió en la escena política aglutinando a los millones de españoles indignados y frustrados por la sucia deriva política de los grandes partidos y por decadencia, corrupción e injusticia reinantes en España, numerosos expertos y pensadores independientes advirtieron al PSOE y al PP que la única manera de detener el huracán "Podemos" era regenerando la política y los grandes partidos, profundamente rechazados por gran parte de la ciudadanía.

Pero los dos grandes partidos, aunque dijeron que emprenderían la ruta de la regeneración, no cambiaron nada sustancial y sólo acometieron suaves medidas cosméticas, mas destinadas a engañar a la galería que a combatir la podredumbre interna y los vicios que les han llevado a concitar el rechazo y hasta el odio de millones de españoles.

Los ciudadanos quieren que los partidos políticos persigan ellos, antes que la misma Justicia, a los miles de sinvergüenzas y chorizos que acogen y protegen en sus filas, muchos de los cuales disfrutando de aforamiento y situados en las listas electorales. También quieren que los partidos y sindicatos se financien con sus propias cuotas y que dejen de ser financiados con dinero público, procedente de los impuestos arbitrarios e injustos que cobra el Estado. Desean también que el Estado adelgace y que España deje de ser el país con mas políticos colocados de Europa, mas que Alemania, Francia e Inglaterra juntos. Otras de las demandas ciudadanas son que se respeten las reglas de la democracia, que la Justicia deje de ser controlada por esos partidos tan descaradamente antidemocráticos que hasta nombran jueces y magistrados, que el ciudadano deje de ser un exiliado sin peso en la política, que la Justicia sea igual para todos, que re reduzca sustancialmente el número de aforados y que los altos cargos de la política sean inspeccionados y sometidos a exigencias severas para evitar que verdaderos inmorales, sin valores ni formación adecuada, ocupen puestos en la cumbre del poder.

Pero nada de eso se ha hecho y ni siquiera se ha hablado de ello porque los políticos españoles son incapaces de asumir que el pueblo es soberano en democracia y que la voluntad popular debe ser obedecida por unos partidos que, aunque lo hayan olvidado, deben estar al servicio del bien común, no de sus propios intereses.

La tesis errónea y falsa que impera dentro de esos partidos es que la culpa del hundimiento del prestigio y del respeto a la clase política la tiene únicamente la crisis y que cuando vuelva la prosperidad los políticos y sus partidos recuperarán su situación pasada.

A pesar de que el desprecio y el rechazo se han convertido en un viento huracanado, los grandes partidos siguen sin ni siquiera renovarse y sin pedir perdón ni avergonzarse ante los terribles estragos que su impericia y corrupción han causado a España y a sus ciudadanos, despilfarrando, colocando a los suyos en un Estado tan grueso y seboso que no puede ser financiado, alimentando la corrupción, endeudándose de manera enloquecida, cobrando impuestos injustos y dedicando el grueso de su energía solo a luchar por el poder, olvidando una y otra vez el concepto de "servicio" al pueblo y el deber irrenunciable en democracia, a anteponer el interés general a sus propias mezquindades e intereses.

Si el PP, el PSOE, IU y los demás partidos españoles no se regeneran con urgencia, se hacen demócratas, respetan la voluntad ciudadana y se someten a controles democráticos, renunciando a sus privilegios e impunidades, la victoria de Podemos es segura porque los ciudadanos estarán tan indignados ante las urnas que preferirán votar un futuro incierto y cargado de amenazas, antes que permitir que los mismos que han arruinado y llenado la nación de vicios y calamidades sigan repartiéndose el pastel y gobernando con arrogancia, y sin acierto ni decencia.


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Jueves, 5 de Febrero 2015
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