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Rubalcaba necesita cursos urgentes de democracia





Es razonable y justificado que los demócratas españoles sientan miedo y rechazo ante Rubalcaba, el ministro del Interior del gobierno de Zapatero, no tanto por su triste historia política, jalonada de hitos como la negación de la existencia de los GAL, cuando era portavoz en el gobierno de Felipe González, o cuando negaba la vergonzosa negociación del Estado español con la banda terrorista ETA, entre otros, sino porque el personaje ignora las reglas básicas de la democracia y necesita clases urgentes sobre las libertades y derechos del ciudadano y las obligaciones de un gobierno del pueblo.

Es grave que el ministro del interior de un país presuntamente democrático necesite clases urgentes e intensas de democracia teórica. Por su comportamiento y declaraciones, Rubalcaba no tiene ni idea de cómo funciona el sistema, ni de sus reglas básicas.

Lo acaba de demostrar una vez más en las Cortes, cuando recriminó a la oposición sus acusaciones de falta de ganrantías en el sistema de vigilancia electrónica SITEL, afirmando que "o van ustedes a los tribunales para denunciarlo o se callan en esta Cámara".

Rubalcaba parece ignorar que el papel principal de la oposición es controlar, acosar, criticar y acorralar al gobierno en el Parlamento, que es el templo del debate, de la palabra y el espacio donde debe buscarse la verdad para que florezca e ilumine a la sociedad y a los ciudadanos. El diputado popular Carlos Floriano cumplia con su deber parlamentario de pedir garantías al gobierno sobre el sistema SITEL cuando fue recriminado y presuntamente amenazado por Rubalcaba, que parece haber perdido el control, como lo demuestran sus exabruptos y el haber llamado "loca" a la número dos del PP, María Dolores de Cospedal.

Es evidente que ignora el pepel que la democracia destina al gobierno, al Parlamento y a la oposición, pero ojalá no ignnore también otros principios básicos del sistrema, como el derecho sagrado del ciudadano a la privacidad, la necesaria independencia de los jueces y magistrados y los límites del funcionamiento policial en un Estado de Derecho, entre otros muchos.

Ningún país se merece un ministro del Interior dominado por los nervios, que pierde el control en público. Es un peligro intolerable en democracia, sobre todo cuando el asunto que le saca de quicio, la crítica y el control de la oposición al gobierno, es perfectamente legal, saludable y habitual en democracia.

Nadie entiende por qué razón Rubalcaba se pone nervioso cuando se habla del SITEL y por qué se niega a que ese sistema de espionaje electrónico sea claramente sometido a control judicial. Él afirma que la oposición ataca el SITEL para devaluar las pesquisas y pruebas del caso Gürtel, que demuestran que el PP está inmerso en tramas corruptas, y asegura también que el sistema siempre funciona con el permiso de los jueces, pero se niega a que ese control judicial sea obligatorio y explícito.

Pero lo grave es que Rubalcaba ignore que son los ciudadanos españoles, no solo los políticos de oposición, los que quieren en masa que la policía, para utilizar el SITEL, esté obligada a pedir permiso al juez y que si no lo hace cometa un delito grave, como es preceptivo en democracia.

Esa garantía que el ministro obstaculiza es preceptiva en cualquier democracia avanzada, donde serían intolerables las que ofrece un Rubalcaba alterado, que empieza a exhibir el viejo rostro crispado y nervioso que ofrecía a los españoles en los tiempos de Felipe González, cuando el gobierno amparaba y ocultaba el terrorismo de Estado, encarnado en el GAL.

La única explicación razonable y creible de los nervios y de la histerias que exhibe el gobierno cada día con más intensidad y descaro es que le están saliendo las cosas mal, que cada día hay más españoles dispuestos a castigar al gobierno de Zapatero en las urnas y que el ambiente continuado de derrota y fracaso siempre termina por desquiciar a un equipo gubernamental.

También existe otra explicación más perversa: el ministro necesita mantener como sea el control libre del SITEL, sobre todo durante el próximo proceso electoral de 2012.


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Viernes, 27 de Noviembre 2009
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