Información y Opinión

Regeneremos el periodismo y lograremos también la regeneración política



Hay una conspiración contra la Humanidad que sólo los políticos y los periodistas pueden detener. Esa conspiración, movida por intereses y grupos ocultos, es la que inspira y impone los grandes males que nos invaden: desigualdad, violencia, indefensión de los débiles, injusticia, corrupción, degradación de la democracia, etc.. Pero tanto los políticos como los periodistas están tan implicados en la decadencia y en el contubernio que no actúan y muchas veces hasta operan como activistas del mal. Es una situación demencial y caótica que está marcando los inicios del siglo XXI, donde la guerra eterna entre el bien y el mal está cobrando una especial virulencia.

Por esa razón, para detener el inmenso drama que se está fraguando, la regeneración de la política y el periodismo son vitales para la raza humana.
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Aunque en España los ciudadanos lo piden a gritos, los políticos se niegan a regenerarse. Tienen demasiado poder para ser obligados y los partidos políticos no saben vivir de otra forma que no sea repartiendo dinero, privilegios y favores, beneficiando a sus amigos y castigando a sus enemigos, generando clientalismo y utilizando el dinero de los impuestos como si les perteneciera y fuera infinito.

Pero hay un camino para lograr la regeneración política y ese camino es conseguir primero la regeneración del periodismo.

En España, esa necesidad de regenerar la política y el periodismo es especialmente urgente. Ya que no podemos imponer la regeneración en la política española, que continúa con la corrupción, el abuso de poder y gobernando de espaldas a la voluntad popular y el bien común, hagamos la del periodismo y devolvamos a esa profesión sus antiguos valores perdidos, vitales para la democracia.

Si regeneramos el periodismo, regeneraremos también la política, ya que la corrupción y el abuso de poder serían imposibles con un periodismo independiente y ligado a la verdad. Los delitos del poder temen la luz y los taquígrafos y aman la oscuridad, la mentira y la confusión. Con periodistas libres que sirvan al ciudadano y a la democracia, la luz inundará los espacios del poder y los ladrones, corruptos y abusadores se esconderán como gallinas.

Los periodistas españoles repiten que “sin periodismo no hay democracia”, una frase vacía e incompleta que no dice nada porque la verdadera sentencia es que “Sin periodismo libre e independiente, no hay democracia”.

Muchos periodistas olvidan que si bien es cierto que el periodismo libre es el sostén principal de la democracia, también es cierto que el periodismo sometido y mercenario es el que sostiene a tiranos, corruptos y delincuentes.

Ojalá los periodistas descubran un día el profundo desprecio que los demócratas y la gente honrada de España profesan a los periodistas por sus mentiras, silencios cómplices, manipulaciones y connivencia con un poder político que ha dinamitado prácticamente todos los controles democráticos al poder y que campea por España disfrutando de abusos, corrupciones y de una impunidad casi completa.

No es justo ni decente que quien trabaja como portavoz de un gobierno corrupto, como informador en medios tan parciales y arbitrarios como TV3 de Cataluña, como periodista al servicio de un partido o trabajando en un medio claramente alineado que desprecia la independencia y la verdad sean miembros de las asociaciones de la prensa. Es como si los verdugos formaran parte de los colegios de médicos o si los envenenadores se encuadraran en los colegios farmacéuticos.

El lugar para estos periodistas sometidos es las asociaciones de publicistas y propagandistas. Depurar las asociaciones de la prensa es el primer paso para la regeneración del periodismo.

Los periodistas, junto con los políticos, los jueces y los policías eran en la España de 1978 los héroes del sistema y los profesionales más admirados y valorados. Hoy, después de la contribución del periodista al fracaso de la mal llamada democracia española, sin separación de poderes, sin una ley igual para todos y minada por la corrupción, esos mismos profesionales figuran en las encuestas como los mas rechazados y despreciados por la ciudadanía.

Por algo será.

En mi libro "Periodistas sometidos, los perros del poder" (Almuzara 2009) hay una frase que resume con claridad el problema: "El periodismo libre es la columna vertebral de la democracia, pero el periodismo sometido es el sostén de la tiranía."

El periodismo español necesita recuperar el favor de los ciudadanos, para lo que tendrá que abandonar sus alianzas inconfesables y su cobardía ante el poder político y financiero para cerrar una alianza de hierro con el ciudadano, a los que está obligado a proporcionar información veraz, limpia e independiente, la única alianza permitida al periodismo en democracia.

En pocos países del mundo el periodismo ha caído tan bajo como en España. El país parece que avanza hacia la desintegración, la ruina y el fracaso político, pero miles de periodistas continúan defendiendo a sus amos políticos, anteponiendo los intereses de sus partidos a la verdad que, por ser periodistas, están obligados a defender siempre. Contemplar a periodistas españoles adscritos a la izquierda ignorando que el contubernio que mantiene a Sanchez en el gobierno es indecente y a otros defendiendo la "honradez" de la anterior Junta de Andalucía, pillada en gravísimos abusos y corrupciones, y a periodistas encuadrados en la derecha justificando los abusos y corrupciones de Rajoy es un espectáculo repugnante.

Las encuestas reflejan que los periodistas, junto con los políticos, son los profesionales más rechazados en España, por delante de jueces y policías. Sin duda, se lo tienen merecido.

Cuando uno asiste a una tertulia de periodistas en España, pronto descubre que todos ellos están alineados con un partido u otro. No hay independientes, ni librepensadores. Todos parecen robots programados y uno hasta es capaz de anticipar sus opiniones y respuestas. Algunos hasta presumen de que sus ideas son inamovibles y que el debate no servirá para convencerlos. Para los demócratas y amantes de la libertad, es un espectáculo deprimente.

El periodista independiente que dice la verdad es el gran aliado de la libertad y la democracia, pero el periodista sometido al poder es el mejor sostén de la tiranía y el mas eficaz cómplice de las injusticias y corrupciones.

Por fortuna, quedan periodistas decentes que se empeñan en cumplir con su deber de ser veraces y servir información a los ciudadanos, pero cada día son menos porque casi todos los medios se han aliado con los grandes poderes, de los que reciben filtraciones, publicidad, concesiones y ayudas encubiertas.

Entre las muchas mentiras que defienden destacan algunas por su enorme carga de falsedad. Dicen que la democracia es así de sucia, que la Justicia es igual para todos, que los gobiernos, aunque sean malos, son necesarios, que la economía va bien, que el Estado de Bienestar existe, que la corrupción es un mal incurable, que la España de las autonomías es un factor positivo, que la sociedad es tan corrupta como los políticos y que la única manera de escapar al Apocalipsis que se avecina es acogiéndonos a la protección de la autoridad.

A los periodistas traidores a la verdad habría que recordarles aquello que proclamo en mi libro "Periodistas sometidos. Los perros del poder": "No hay un solo caso de periodista esclavo que sea recordado por la Historia, del mismo modo que tampoco merecen el recuerdo los militares cobardes o los médicos al servicio de la muerte. Que quede claro que los periodistas sometidos al poder solo pueden esperar poder y dinero, pero nunca reconocimiento, honor o respeto".

Francisco Rubiales

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Viernes, 22 de Marzo 2019
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