Información y Opinión

Recuperar la antigua "mili"



Mal gobernada, a punto de desmembrarse y en manos de políticos sin valores, sin escrúpulos y atiborrados de privilegios y corrupción, España, para salvarse del fracaso que se le avecina, necesita ser reseteada como nación, expulsar del poder a sus políticos corruptos y precintar a los actuales partidos, convertidos, a juzgar por el número de miembros procesados y en espera de juicio que acumulan, en asociaciones delictivas altamente peligrosas. El país deberá también introducir una batería de reformas que permitan recuperar la democracia, asesinada por los políticos, y los valores, abandonados en el camino hacia la nada y el vicio que han emprendido nuestros líderes.
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Jura civil de la bandera
Hay medidas urgentes imprescindibles para la regeneración, como establecer una verdadera separación de poderes, la reforma de la ley electoral, el control del poder de los partidos, el fin de los privilegios injustos, la limitación de los mandatos, el fin de los aforamientos, la financiación de los partidos sin subvenciones públicas y otras muchas, pero también hay medidas necesarias para recuperar los valores y la decencia del tejido social, perdidos por culpa del pésimo liderazgo, que han desarmado a la sociedad y corrompido los valores.

Una de las medidas más urgentes para recuperar la salud de la nación debería ser la recuperación del servicio militar, la antigua mili, aunque con reformas y con una duración de no más de tres meses, quizás la medida más saludable para reorientar la vida de los jóvenes, altamente deficitarios en valores humanos, sentido de la disciplina y del esfuerzo y amor a la nación que compartimos.

¿Alguien puede creer que tipos como Pablo Iglesias, Garzón, Monedero, Errejón y otros de los nuevos rostros de la política española serían como son si hubieran hecho la mili? Por lo menos tendrían mas respeto por si mismos y por los demás y más amor a la nación común. Si conociéramos el dato de los dirigentes políticos actuales que han hecho la mili y los que no lo han hecho nos quedaríamos sorprendidos porque la mayoría se ha "escaqueado", algunos por razones extrñas.

Después del aire que respiran y del sustento alimenticio, nada le vendría mejor a uno de nuestros jóvenes de hoy que tres meses de entrenamiento militar para la defensa de la nación. Conocerían cosas que desconocen y que necesitan con urgencia, como la disciplina, la convivencia con jóvenes de otras regiones, la obediencia, la jerarquía, el respeto, el amor a la patria común, el esfuerzo y la vida al aire libre, entre otras muchas cosas.

También necesitan las fuerzas armadas españolas un acercamiento a la sociedad civil. Ese es el fin principal de las ceremonias de Jura de Bandera civiles, cada día más populares y nutridas, muy valiosas para incrementar la popularidad y la valoración de la milicia en la sociedad.

Los valores que aportaba la "mili" se echan de menos en España, sobre todo en la juventud y la política. Basta analizar las estadísticas para comprobar que la mayoría de los políticos aferrados a sus sillones y contaminados de corrupción nunca hicieron el servicio militar.

La mili aporta muchas cosas que se quedan en la personalidad y que te hacen más respetable y mejor persona.

Muchos españoles son hoy conscientes de que habría que recuperarla, con retoques y tiempo reducido, como escuela no sólo de entrenamiento militar, sino también de formación en valores, convivencia y amor a la patria. Pero los políticos no quieren, sobre todo porque la mili despierta la mente y hace a la gente más libre, lo que fastidia a los políticos, que quieren siempre gobernar sobre esclavos y manadas de corderos torpes y confundidos.

Para las fuerzas armadas, muy nutridas de inmigrantes en un pasado reciente, sobre todo latinoamericanos, el entrenamiento militar de los jóvenes tendría un efecto multiplicador muy notable en la potencia militar del país y en el acercamiento de la institución militar a los ciudadanos.

Entre 2012 y 2015 los soldados extranjeros en las fuerzas armadas españolas, por causa de la crisis, sufrieron una reducción de más del 90%. En 2002, el Ministerio de Defensa decidió abrir las puertas de los cuarteles a los inmigrantes latinoamericanos para paliar el problema de la escasez de reclutas españoles que puso en peligro el proceso de profesionalización. Inicialmente, fijó un tope del 2% de los efectivos de las Fuerzas Armadas, pero luego lo elevó hasta el 9%. Aunque nunca alcanzaron ese porcentaje (en 2010 suponían el 6.7%), en las unidades más operativas, como la Legión o la Brigada Paracaidista (Bripac), los extranjeros representaban casi el 30%.

Francisco Rubiales

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Domingo, 12 de Marzo 2017
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