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¿Rajoy nos ha salvado o nos ha hundido?



Ante el informe del FMI de que España es el país que mas crece entre todos los de economía avanzada, el doble que Alemania y el triple que Francia, Mariano Rajoy saca pecho y lanza a los españoles el mensaje de que sus reformas y su política han salvado a España de la catástrofe y de ser intervenido y rescatado, después de la política nefasta del gobierno socialista de Zapatero.

Hay que reconocer que algo de razón tiene, pero muchos creemos, junto con cientos de analistas y expertos, que la salvación de Rajoy es temporal y que que sido realizada aplicando recetas que mas adelante pasarán una factura terrible. Ha endeudado al país hasta extremos griegos, con una deuda casi imposible de pagar que garantiza el colapso financiero y ha hecho pagar al ciudadano el grueso del drama subiendo impuestos, precarizando el empleo y recortando y deteriorande servicios que son vitales. Las grandes carencias de su modelo, ademas de las citadas, es que no ha practicado la austeridad ni ha ahorrado significativamente y se ha negado a adelgazar un Estado tan grueso, hipertrofiado e incosteable que impide el despegue y el futuro del país.
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La noticia de que España crece mas que ningún otro país avanzado del planeta ha llenado de euforia las filas del PP y de muchos ciudadanos, pero existen demasiadas dudas sobre la recetas aplicadas.

Muchos dicen que Rajoy nos ha salvado, pero otros pensamos que lo ha hecho a lo bruto y sin tocar los peores dramas de la economía española, entre los que destacan dos con rasgos de tragedia: un Estado monstruoso, dividido el autonomías terriblemente costosas e ingobernables, y una corrupción que sigue infectando el alma del país y que convierte a España en un país enfermo.

El crecimiento español se ha logrado a cambio de recortar derechos y servicios y de pedir a los mercados tanto dinero que el futuro de España es griego, con una deuda casi imposible de pagar. Haber salvado a un país de la quiebra pidiendo ingentes cantidades de dinero, sin tocar el corazón del problema, no es una salvación sino un aplazamiento de la tragedia.

Rajoy tenía que haber hecho cosas que no ha hecho porque su concepción de la política antepone los intereses propios y de su partido al bien común. No ha adelgazado el Estado, tan poblado de inútiles enchufados que no puede sostenerse y lastra dramáticamente la economía; no ha ahorrado desde el gobierno, manteniendo casi el mismo nivel de gasto, de contrataciones y de lujos y privilegios; no ha practicado las reformas éticas y democráticas que el pueblo reclamaba y que habrían significado un rearme de España, como el cese de la financiación pública de los partidos, medidas sólidas contra la corrupción que destruye la nación y reformas en la ley electoral y el código penal que iguale el valor del voto e impida a los delincuentes salir de la cárcel si no devuelven antes lo robado, que suma cantidades enormes, suficientes para garantizar por algunas décadas las pensiones.

La salvación de Rajoy tiene truco, se mire por donde se mire. Ha hecho mas competitiva a España, pero a base de empobrecer los salarios y precarizar el empleo. Ha evitado un rescate, pero a cambio de una deuda pública insoportable que, tarde o temprano, hundirá al país.

La España que Rajoy nos va a dejar cuando abandone el poder, posiblemente tras las próximas elecciones, porque el pueblo le tiene ganas y quiere echarlo, es una España desigual, con las clases medias debilitadas, atribulada por los impuestos, con mucha de su capacidad empresarial arruinada, con la clase política desprestigiada, con la democracia alejada del pueblo, con la sociedad civil asfixiada, con un Estado enfermo de obesidad, con mas aforados que el resto de Europa y con mas políticos viviendo del erario público que Alemania, Francia e Inglaterra juntos, con la democracia violada por el poder casi a diario, plagada de corrupción y de escándalos escalofriantes, sin orgullo, con los medios de comunicación sometidos al poder, resquebrajándose y con ansias de independencia en varias de sus regiones, desmoralizada y con la brecha que separa a ricos y pobres ensanchándose continuamente.

Esa España no es decente, ni produce orgullo a la gente decente. Esa España, como Gracia, está orientándose, desesperada, hacia soluciones irracionales y plagadas de pasión y odio. Esa es la España de la que Rajoy se siente orgulloso y yo me siento avergonzado.


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Sábado, 11 de Julio 2015
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