Colaboraciones

QUE LA ANTORCHA DE LA EDUCACIÓN RULE POR TODA ESPAÑA





(DESDE AYAMONTE HASTA DONDE HAYA PLAYA O HAYA MONTE)


Considerando y dejando aparte, a un lado, las lógicas excepciones, ahí va la regla. No creo que haya nadie en toda la piel de toro puesta a secar que no haya tenido conocimiento por uno u otro cauce o medio de comunicación de esta mala nueva, que, hace unos días, en la localidad onubense de Ayamonte, agentes pertenecientes al Equipo de la Policía Judicial y especialistas en investigación de la Comandancia de la Guardia Civil de Huelva detuvieron a siete menores y un joven de 19 años por haber agredido, al menos, en dos ocasiones (luego los susodichos eran reincidentes -que le habían cogido gusto al maltrato, o sea-) a un indigente (el menda lerenda prefiere el término de “pordiosero”, siempre que éste pidiera las limosnas “por Dios”), que solía dormir en el interior del cajero automático de una sucursal del BBVA.

Bueno; pues Rafael González González (PSOE), alcalde-presidente del Muy Ilustre Ayuntamiento de Ayamonte, ha tenido la genial idea y/o vergüenza torera de editar un bando municipal instando a todos los padres (locales, sí; pero, también, otrosí, foráneos, nacionales) a que se ocupen y preocupen más y mejoren la educación que dan a sus hijos.

Y es que, en verdad, en la sociedad española actual, la familia sigue siendo la unidad o el cemento mejor y el raquis que da fundamento y sostén a la educación y formación de los menores.

Según don Rafael (vaya un sobresaliente para él, en el supuesto de que haya sido el autor del bando; y, si no lo ha sido, vaya, igualmente y en cualesquiera otros casos, el sobresaliente, por haberse molestado en buscar el apoyo y/o asesoramiento de personas expertas en la materia, aunque, a la postre, se hayan encargado también de llevar a cabo su redaccción), los padres tienen que tomar conciencia de que la labor más importante que la sociedad les ha encomendado es la de contribuir con sus premios (cuando sus retoños hacen las cosas bien -al menos, cuando ponen todo su empeño en que así sea-) y castigos (cuando sus renuevos contravienen las normas establecidas o cruzan la raya de lo pactado o prohibido) a la formación de la personalidad de sus hijos y a educarles en una serie de valores y pautas que serán la base de su conducta cuando sean adultos.

Lo dicho (mejor, urdido, aquí, en el cibercafé “Praga” de la capital de la ribera ibera de Navarra, Tudela, donde tengo medio instalada mi oficina); una matrícula de honor para don Rafael. A ver si cunde el ejemplo y los padres españoles no nos escondemos y cumplimos con nuestra obligación, no delegando en abuelos, tíos, maestros y profesores lo que nos corresponde e incumbe única y exclusivamente a nosotros (y es que el menda lerenda, “Otramotro”, aunque no lo es, a partir de mañana, cualquier día puede llegar a serlo -padre, me refiero-).


Ángel Sáez García

Franky  
Lunes, 6 de Febrero 2006
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