Aunque el rey Juan Carlos y muchos españoles sensatos han pedido a los partidos políticos españoles sosiego y consenso para solucionar los grandes problemas de España, esos partidos, insensibles, están elevando cada día más la temperatura del enfrentamiento y de la crispación, demostrando que sólo saben ponerse de acuerdo para incrementar los privilegios de los partidos y de la clase política.
Ni siquiera han sido capaces de unir sus fuerzas en la lucha contra el terrorismo, en reforzar una convivencia que se resquebraja o en la a búsqueda del bien común.
Los únicos acuerdos alcanzados entre el PP y el PSOE en los últimos años han sido sobre asuntos marginales o los que han afectado al único capítulo donde todavía existe colaboración, el de los privilegios de la clase política, como lo demuestran los consensos alcanzados en torno a medidas para blindar las pensiones de los diputados y para aumentar las ayudas a los partidos, exenciones de impuestos y privilegios de los electos con ayudas e indemnizaciones.
Como muestra, aquel acuerdo de privilegios y subidas sellado al final de un año 2005, publicado por “El Mundo”, que generó en su día chistes y sarcásticos comentarios populares.
Resulta vergonzoso que los partidos políticos de la democracia española sólo sean capaces de consensuar privilegios en un momento especialmente crítico para el país, cuando la ciudadanía está profundamente preocupada por la ruptura de la solidaridad, las amenzas a la unidad, el terrorismo, la ofensiva del nacionalismo independentista, la crispación y los déficits en educación y democracia que afectan a España.
Ni siquiera han sido capaces de unir sus fuerzas en la lucha contra el terrorismo, en reforzar una convivencia que se resquebraja o en la a búsqueda del bien común.
Los únicos acuerdos alcanzados entre el PP y el PSOE en los últimos años han sido sobre asuntos marginales o los que han afectado al único capítulo donde todavía existe colaboración, el de los privilegios de la clase política, como lo demuestran los consensos alcanzados en torno a medidas para blindar las pensiones de los diputados y para aumentar las ayudas a los partidos, exenciones de impuestos y privilegios de los electos con ayudas e indemnizaciones.
Como muestra, aquel acuerdo de privilegios y subidas sellado al final de un año 2005, publicado por “El Mundo”, que generó en su día chistes y sarcásticos comentarios populares.
Resulta vergonzoso que los partidos políticos de la democracia española sólo sean capaces de consensuar privilegios en un momento especialmente crítico para el país, cuando la ciudadanía está profundamente preocupada por la ruptura de la solidaridad, las amenzas a la unidad, el terrorismo, la ofensiva del nacionalismo independentista, la crispación y los déficits en educación y democracia que afectan a España.