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¿Por qué cada día más políticos practican la corrupción y el nepotismo?



El mundo está cada día más sorprendido ante la osadía y el irrespeto a la ley de sus políticos, cada día más impunes y con menos miedo a practicar con descaro la corrupción y el nepotismo. Es un mal que afecta a muchos países, entre ellos a demasiadas democracias, que demuestran así su profunda degradación.

Sin embargo, no hay misterio alguno. Todo se explica desde la dramática realidad de los partidos políticos, que han logrado ser casi plenamente impunes.
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Las constituciones se violan a diario desde el poder político; las administraciones públicas no pagan sus deudas y obligan a miles de empresas a cerrar; los gobiernos acosan al ciudadano y lo esquilman con impuestos y multas, sólo para seguir costeando sus privilegios; muchos concursos públicos están trucados; los empleos públicos se otorgan, preferentemente, a los familiares, amigos y compañeros de partidos; las subvenciones se rigen por listas negras anticonstitucionales; miles de cargos públicos no pueden justificar sus patrimonios...

El hecho demostrado de que mumerosos jerarcas de partidos políticos y no pocos servidores del Estado se hayan convertido en delincuentes impunes es la gran novedad y la peor tragedia política del siglo XXI.

Francia quedó conmovida recientemente por el escándalo de un presidente Sarkozy que viola la igualdad de oportunidades y practica el nepotismo apoyando la carrera de su hijo Jean Sarkozy, que a los 23 años ya era concejal y candidato a gestionar el importante barrio parisino de La Defense. No hace mucho tiempo, España se estremecía ante la osadía de Manuel Chaves, presidente del PSOE y actual vicepresidente tercero del gobierno de Zapatero, el cual, cuando era presidente de la Junta de Andalucía, benefició a la empresa de su hija Paula con una subvención de 10 millones de euros, un privilegio al alcance de muy pocos empresarios.

Las páginas de los diarios y los espacios de noticias en radio y televisión de todo el mundo están cada día más copados por delitos políticos. En países como España y en regiones como Andalucía, el rítmo al que avanzan la corrupción y los abusos del poder es estremecedor.

Han perdido el miedo a la ley y ya ni siquiera temen perder votos por causa de sus abusos y violaciones reiteradas de las normas y leyes que defienden los derechos fundamentales y regulan la democracia y la convivencia. Conviven con la corrupción, contratan a sus parientes y amigos con jugosos sueldos del Estado, violan una y otra vez la igualdad de oportunidades, otorgan los concursos públicos y las subvenciones a sus amigos o a los que pagan comisión, protegen a sus correligionarios y llegan al extremo de cubrir el 80 por ciento de los puestos públicos con "conocidos" y amigos.

¿Por qué muchos de nuestros políticos violan con tanta dedicación, descaro y saña las leyes y reglas de la democracia?

La respuesta es evidente: ellos se forman en la peor y más antidemocrática escuela imaginable, el partido político, una organización vertical, autoritaria, nada democrática, dominada por el servilismo, la sumisión al lider, incapaz de debatir en libertad y más interesada en controlar el poder que en defender el bien común. Para hacer carrera dentro de esas organizaciones, hay que sufrir humillaciones, actuar con servilismo, someterse al lider, tragarse muchos sapos y ocultar las opiniones propias y los latidos de la conciencia.

Cuando los políticos, formados en esas fábricas de mediocres y de pequeños autócratas que son los partidos políticos, infectados de leninismo y pobreza en sus debates y análisis, ganan unas elecciones y acceden al gobierno, desconocen la democracia y traen consigo vicios de origen que, en la práctica, los hacen incompatible con las libertades y garantías individuales de la democracia.

¿Cómo pueden gestionar con eficacia y dignidad un sistema que desconocen y que, en la práctica, representa y defiende valores que ellos nunca han practicado en sus partidos, donde la sinceridad es laminada, donde reina lo opaco y se recela de la transparencia, donde los mejores siempre pierden ante los más constantes y los inteligentes son errotados por los conspiradores y maniobreros?

Los partidos políticos, teóricamente la columna vertebral del sistema democrático, se han transformado en el principal obstáculo para la regeneración de la democracia.

Esa es la única explicación válida para la tragedia que sacude a muchas democracias del planeta, en caída libre y degradándose día a día: son víctimas de políticos educados en la mediocridad y el autoritarismo, desconocedores de la democracia y a peligrosamente ajenos a sus leyes y reglas.


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Domingo, 28 de Marzo 2010
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