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Por dignidad, uno no debe ir a donde no le llaman





Zapatero, por fin, irá a la cumbre de Washington. Lo hará por la puerta trasera y sentado en una silla francesa, con escasa dignidad, olvidando lo que dictan la buena educación y el buen gusto: que uno no no debe ir nunca a donde no le llaman. Si levantara la cabeza el emperador Carlos, que doblegó al francés Francisco I en Pavía, volvería avergonzado a su tumba. Pero todo es susceptible de empeorar porque ahora el gran riesgo es que ZP quiera convertirse en la estrella de la cumbre, repartiendo doctrina y recomendando al mundo un giro socialista e intervencionista, ignorando que es el presidente del país al que la crisis está destrozando con más saña y el líder del gobierno que fabrica desempleados y pobres a mayor ritmo en todo el mundo desarrollado, nada menos que seis mil diarios, más que Estados Unidos y Gran Bretaña juntos.

Pero quizás lo peor que pueda ocurrirnos a los españoles no sea que el presidente de nuestro gobierno se siente en una silla francesa, en la ciudad de Washington, donde no le quieren. Esa situación, ya de por sí esperpéntica, surrealista y toda una ofensa a la dignidad de España, puede empeorar si nuestro representante se empeña en sacar pecho en la capital del Imperio, a pesar de que sus credenciales son tres millones de parados y un 16 por ciento de españoles viviendo por debajo del umbral de la pobreza, y se atreve a recomendar a todo el mundo más socialismo y más intervencionismo estatal, una receta que no le ha funcionado ni a él ni a nadie en este planeta y que cada vez que se ha aplicado únicamente ha generado pobreza, infelicidad y opresión.

Afirma Zapatero que España tiene mucho que decir en Washington, pero muchos nos preguntamos qué es lo que puede exhibir Zapatero en esa cumbre ¿Alardeará de la fortaleza de nuestro sistema financiero, al que ya ha tenido que apuntalar nada menos que con el 15 por ciento de la riqueza nacional? ¿Se referirá a esa cajas de ahorros pequeñas españolas que, gestionadas por políticos, están siendo fusionadas a toda prisa porque se encuentran al borde de la ruina? ¿Alardeara de la calidad de la democracia española, una de las menos valoradas del mundo por sus ciudadanos? ¿Exhibirá la estructura del Estado español, que ha crecido sin parar hasta convertirse en monstruoso y en uno de los más caros del planeta, con más de tres milllones de funcionarios y más de 300.000 asesores y enchufados? ¿Hablará del prestigio de la política española, cuyos ciudadanos señalan en las encuestas a los partidos políticos como la institución más currupta, junto con la policía? ¿Presentará como modelo el desprestigiado y maltrecho modelo español de Estado de las Autonomías, fuente de división , desigualdad y rotura de la cohesión? ¿Explicará cómo España ocupa la cabeza del ranking europeo en fracaso escolar, prostitución, borracheras y consumo de drogas? ¿No sería más prudente asistir y guardar silencio, dada la escasa solvencia del bagaje español?

¿Dirá en Washington qúe él tiene la receta mágica para acabar con la crisis? ¿Qué receta? ¿Más socialismo? ¿Más Estado intervencionista? ¿Más dirigentes políticos privilegiados, divorciados de la sociedad, subiéndose el sueldo y comprando coches de lujo mientras sus conciudadanos sufren la escasez y la vergüenza de la pobreza? ¿Por qué no aplica su receta mágica en la España de los comedores de caridad llenos a rebosar y con la sociedad aterrorizada ante el avance implacable de la pobreza?

¿Que es peor la vergüenza de estar en un sitio donde no hemos sido invitados, sentarse en una silla francesa, o que nuestro representante haga el ridículo de manera ostentosa ante la comunidad mundial, en vivo y en directo?

Mejor que no vaya. Pero si se empeña en ir, lo más honrado y digno sería guardar silencio.

   
Sábado, 8 de Noviembre 2008
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