Información y Opinión

Políticos ladrones



El cobro abusivo de impuestos es uno de los peores vicios de la clase política y una de las lacras y humillaciones más indecentes a los ciudadanos y a la nación. En torno a los impuestos hay toda una filosofía falsa y pervertida que los justifica como forma de redistribuir la riqueza y como fuente de recursos para pagar servicios vitales como la sanidad y la educación, pero en realidad eso es falso porque todo podría financiarse con impuestos escasos y prudentes. La verdadera causa de los impuestos abusivos en España es la codicia de los gobiernos y la financiación de un Estado brutalmente grueso y desproporcionado que los políticos crean para colocar a sus familiares y amigos, un verdadero monstruo que devora el dinero de los ciudadanos para pagar sueldos innecesarios a cientos de miles de inútiles superfluos y para alimentar el obsceno río de la corrupción.
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Los impuestos abusivos son un mal generalizado, pero hay países, entre ellos España, donde muchos de los impuestos vigentes son especialmente canallescos y denigrantes porque su cobro es innecesario y abusivo y porque no existe un retorno que lo justifique de servicios de calidad prestados por el Estado. En España, el cobro abusivo de impuestos es un brutal abuso de poder de la clase política.

En España, la sanidad, la educación, las carreteras y muchos servicios sociales están faltos de inversión y descuidados, entre otras razones porque el dinero de los impuestos se va en pagar sueldos de enchufados no necesarios y en mantener chiringuitos inútiles creados por el poder para satisfacer el ego de los políticos y colocar a sus amigos.

Gobernar, en España, no significa solucionar problemas o adoptar decisiones correctas, sino repartir dinero. Pero con el agravante de que ese dinero se reparte con criterios corruptos y con una arbitrariedad que es impune y debería estar castigada con prisión. La batería de saqueos en España es de una indecencia casi infinita: el de las cajas de ahorros, las grandes estafas bancarias, el despilfarro, el estímulo de la revuelta nacionalista en Cataluña, el endeudamiento atroz, la financiación de los partidos con dinero de los impuestos, las herencias, los concursos públicos y subvenciones vendidos a cambio de comisiones, el perdón de tributos a los amigos del poder... y un largo etcétera que señala a la clase política como una tribu indeseable y manchada.

En España hay impuestos para todo: para el dinero que se gana, el que se gasta, el que se disfruta, el que se ahorra, el que se dona, el que crea empresas, el que se hereda y el que se invierte en bienes imprescindibles. Hay más de un centenar de impuestos y tasas vigentes, una red abusiva y brutal de expolio innecesaria que los políticos han impuesto bajo la mentira de que la mayoría los pagan los ricos para que se beneficien los pobres, una de las falsedades mejor montadas por los poderosos.

Todos esos impuestos, agobiantes y abusivos, existen porque en España no existe la democracia y porque la clase política, impúdica y corrupta, ha perdido el respeto a los ciudadanos.

Las estadísticas demuestran justamente lo contrario, que los ricos y poderosos eluden la mayoría de los impuestos gracias a trucos, ingeniería fiscal y privilegios inconfesables que el poder les concede, mientras que los trabajadores y las clases medias son expoliadas por el Estado insaciable, esquilmando empresas y patrimonios, frenando la creación de riqueza y esparciendo el dolor y la infelicidad por toda la sociedad.

La experiencia ha demostrado hasta la saciedad verdades que en España son cuidadosamente ocultadas por los gobiernos, con la complicidad repugnante de los medios de comunicación sometidos al poder. Una de ellas es que el dinero, donde es más productivo, es en el bolsillo de los ciudadanos, no en manos de los políticos, que lo despilfarran o roban. Otra es que muchas veces, al cobrar impuestos más altos, se recauda menos porque la actividad económica se reduce o porque los ciudadanos y empresas, acusados, se sumergen en la clandestinidad y evaden todo lo posible. También es mentira, como ya se ha dicho, que los ricos paguen más que los pobres y que los impuestos que se cobran sean necesarios. La inmensa mayoría sólo responden a la impresentable y corrupta codicia de los políticos, convertidos ya en enemigos de la ciudadanía y en unos modernos bandoleros y piratas, que viven del expolio de lo ajeno.

El Impuesto de Sucesiones y Donaciones, se ha convertido en España en el más odiado y en el principal símbolo del expolio de los políticos, pero, a pesar de su crueldad e indecencia probadas, quizás no sea el más injusto y miserable. Compiten con el los del patrimonio, algunas aplicaciones del IRPF, como el que se les cobra a los pensionistas, algunas modalidades del IVA, que penaliza el consumo de servicios y bienes vitales, y otros muchos, todos en la larga y espantosa lista de los tributos vigentes en España, toda una lacra indeseable que solo es posible porque la democracia ha sido asesinada por los políticos y los frenos, cautelas y contrapesos han sido eliminados para que los nuevos amos puedan gobernar a capricho.

En un país como España, beneficiado con una grandiosa y productiva invasión anual de turistas, de unos 80 millones de personas, aproximadamente, la lluvia de dinero que le entra al Estado como consecuencia del consumo de los visitantes debería producir un considerable descenso de los impuestos que se cobran a los nativos. Cada litro de gasolina que consume un turista, cada pernoctación, cada comida o bebida que digiere, cada visita a un monumento histórico, produce impuestos indirectos, todo un diluvio de dinero para el Estado, tan cuantioso que hasta es imposible de calcular, pero que no tiene repercusión alguna en la fiscalidad de un país que, si fuera honrado y decente, si no se perdieran miles de millones de euros en la maldita corrupción, podría ser un paraíso y, sin embargo, es un infierno por culpa de una de las peores y más indecentes clases políticas del mundo.

Si sencillamente se adelgazara el Estado y se prescindiera del gasto de los políticos y enchufados que sobran, más 300.000, de los funcionarios y chiringuitos inútiles y de buena parte del boato y despilfarro que generan las autonomías, España podría ser el país más próspero de Europa y el que menos impuestos impone a sus ciudadanos y a sus empresas, provocándose toda una lluvia de riqueza y bienestar que los políticos, con sus vicios y codicia, nos niegan.


Nota: visionen el vídeo que ilustra este artículo. Se sentirán agobiados e indignados ante la lluvia injusta y cruel de impuestos vigente en España, en su mayoría innecesarios y cobrados para beneficio y gloria de una clase política indecente, a la que seguimos votando.

Francisco Rubiales

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Jueves, 30 de Mayo 2019
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