Comunicación y Medios

Periodistas entregados al poder: ¿propagandistas, agitadores o traidores a la democracia?





El periodismo moderno nace con la democracia y con misiones claras asignadas: ser independientes, mantenerse fiel a la verdad, informar, formar opinión y servir como fiscalizador y controlador de los grandes poderes, gracias a la actividad informativa independiente y neutral, únicamente al servicio de la verdad y de la ciudadanía democrática.

A cambio de los grandes servicios que el periodismo prestaba a la democracia y a la causa de la libertad, gozaba del reconocimiento ciudadano y de una batería de privilegios: podía preservar sus fuentes, podía investigar casi sin límites para desentrañar la verdad y podía exigir a los poderosos que revelaran la verdad al pueblo. Aquella famosa frase, típica de la prensa americana ("El pueblo quiere saber"), pronunciada por el periodista con la pluma, el micrófono o la cámara en la mano, es el paradigma de un periodismo libre, independiente, democrático y vital para el funcionamiento del sistema que, para desgracia de la democracia y de los auténticos ciudadanos, cada día es más escaso.

Cuando los medios y los periodistas abandonan la independencia, toman partido y se alinean con alguno de los poderes, esos medios y sus periodistas dejan de estar al servicio de la verdad, traicionan al ciudadano y a la democracia y dejan de tener prestigio social y derecho a gozar de los privilegios con que los dotó la democracia.

Cuando un medio toma partido y sella una alianza con un partido político, abandona la independencia y la neutralidad, dos condiciones vitales y exigidas por la democracia, lo que les coloca fuera del sistema.

A partir de ese momento, el medio no podría llamarse "medio de comunicación" sino "medio de propaganda" y sus informadores, en lugar de "periodistas", deberían denominarse "propagandistas" o "agitadores" porque el periodista que no es independiente no es periodista.

¿Alguien puede encontrar diferencias entre uno de aquellos falsos periodistas de los regímenes comunistas, al servicio del partido, a los que los mismos compañeros militantes llamaban "agitadores de masas", y otro periodista, en este caso español, que trabaja hoy en un medio en apariencia libre pero, en realidad, al servicio de un determinado partido político? Yo no veo diferencia alguna. Si la hay, sería para culpar menos al periodista del mundo comunista, obligado a ser "esclavo" por un partido de hierro, que al periodista español, voluntariamente sometido y traidor voluntario de los principios de la democracia.

La mayoría de los medios de comunicación actuales han abandonado el "cauce" que les reservó la democracia y han sucumbido a la tentación de aliarse con algunos de los grandes poderes, generalmente con el político, que es el más fuerte, a cambio de influencias, concesiones y dinero. El gran traicionado es el ciudadano, que contaba con los medios independientes para influir y controlar a los poderes, hoy descontrolados. Sin el apoyo de la prensa, el ciudadano ha perdido su poder y el control de la democracia, que ha sido transformada, de manera vil e ilegítima, en una partitocracia o quizás mejor en una oligocracia de partidos.

El ciudadano, traicionado, debería reaccionar por lo menos no reconociendo a los medios de comunicación que se hayan "vendido" al poder el título de "medios periodísticos" o "medios informativos", denominándolos mejor "medios de propaganda", al igual que a deberá denominar como "propagandistas" y no "periodistas" a los los informadores sometidos a cualquiera de los poderes. Y quizás debiera también plantearse boicotearlos por su traición a la verdad y a la independencia.


   
Jueves, 12 de Abril 2007
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