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Pedro Sánchez, un cáncer casi imposible de erradicar



El espectáculo que los españoles contemplan de un gobierno acosado, con sus ministros dimitiendo por corrupción, con su presidente culpable de plagio y falsedad y demostrando cada día que está en manos de partidos que odian a España y quieren destruirla, es sobrecogedor, triste e inmerecido por un país como España y por una ciudadanía cada día más inquieta y asqueada. El PSOE, si quiere sobrevivir al drama del gobierno en ruinas de Pedro Sánchez y tener futuro como partido político en España, debe acabar con urgencia no solo con Pedro Sánchez sino también con el Zapaterismo, un virus letal que está destrozando al viejo socialismo español.

El zapaterismo, que ha infectado al PSOE como un virus letal, más que un retorno al marxismo es un alejamiento de la democracia y una purga profunda de los valores tradicionales de la socialdemocracia, de la que elimina o anula todo rasgo democrático.
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El Zapaterismo, comandado ahora por Pedro Sánchez, es el que hace posible que un partido como el PSOE, que era español y constitucionalista, esté hoy gobernando España en alianza con los peores enemigos de de la nación y la Constitución. El Zapaterismo es el que hace posible que los socialistas decentes estén callados, contemplando con cobardía como Sánchez traiciona a España y al mismo PSOE. Ese mismo Zapaterismo es el que hace que los socialistas sigan apoyando a su inepto y peligroso líder, a pesar de que ya es evidente que su presidencia, plagada de duras, falsedades, cambios de rumbo, rectificaciones y ministros en caída libre que dimiten o resisten al borde del desastre, genera desprestigio, retroceso en la economía y avance hacia la ruina.

Es como si los discípulos de Zapatero fueran miembros locos de una secta radical que es incapaz de ver el inmenso daño que causa a España gobernando sin votos populares, aliados con desleales e hijos del odio y con gran parte de la ciudadanía en contra.

El Zapaterismo es el que hace posible que pecado tan antidemocráticos y ruines como la mentira en sede parlamentaria y el plagio sean soportados sin que su autor dimita por la vía de urgencia o cumpla su promesa de convocar elecciones de manera inmediata.

En el antiguo PSOE socialdemócrata de Felipe González, Alfonso Guerra, Rubalcaba y otros cabía la corrupción y hasta el terrorismo de Estado contra los asesinos de ETA, pero jamás habría tenido cabida la colaboración sumisa actual con los golpistas catalanes, con los proetarras de BILDU, y con los totalitarios travestidos de Podemos y menos aún habría soportado una presidencia sin el sostén democrático de los votos del pueblo, como la de Pedro Sánchez.

El problema del PSOE es de proporciones galácticas porque ¿de que le serviría echar hoy a Pedro Sánchez sin eliminar antes el Zapaterismo de sus bases, donde ha germinado como un cáncer, suplantando las raíces democráticas? Solo lograrían convertir a un mediocre torpe y peligroso Sánchez en un mártir al que las bases contaminadas adorarían aún más como un héroe y una víctima.

Esa impotencia del socialismo ante el "virus de Zapatero", un tipo tan anti demócrata y ajeno a la ética que se permite defender al peor tirano del presente mundial, el venezolano Nicolás Maduro, es la peor pesadilla para los socialistas decentes que quedan en el partido, deseosos de recuperar la democracia que Zapatero les arrebató con la ayuda de ese buenismo estúpido que realmente antepone los sentimientos a la racionalidad e impide a las personas distinguir entre el bien y el mal.

Nadie en el actual socialismo español tiene la valentía de reconocer la verdad profunda e hiriente de que el Zapaterismo está desfigurando el socialismo español hasta hacerlo irreconocible, mas cercano a Lenín que a Willy Brant y a Olof Palme, más próximo al comunismo renovado que a la socialdemocracia europea que pretendía reorientar la democracia, sin destrozarla, en beneficio de los más débiles.

Francisco Rubiales

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Miércoles, 26 de Septiembre 2018
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