Información y Opinión

¿Para qué nos sirve el rey?



El 23 de febrero de 1981 el rey Juan Carlos intervino para salvar a una España en peligro. Entonces justificó la existencia de la Corona y ganó respeto y popularidad. Muchos españoles se preguntan por qué no interviene ahora forzando un gobierno de salvación nacional que evite que caigamos al abismo hacia el que nos empuja su buen amigo Zapatero. La patria vuelve a estar en peligro ahora, quizás más que entonces.
---



La Constitución otorga al rey poderes especiales que le convierten en el último recurso de España, en la garantía de que hay alguien capaz de intervenir cuando los demás poderes no funcionan. La Historia oficial dice que el rey Juan Carlos demostró el valor de la monarquía cuando evitó con su intervención personal el golpe de Estado del 23 F. Muchos españoles nos preguntamos por qué no interviene también ahora para impedir que el país, conducido por Zapatero hacia el desastre, termine destrozado. Para muchos españoles, a su majestad le ha llegado de nuevo la hora de trabajar y de demostrar la utilidad de la Jefatura del Estado en un país que se va a pique, arrastrado por un gobierno inepto y dañino.

¿Es que acaso fue más grave el 23 de febrero de 1981 que este febrero de 2010? Entonces, un grupo de militares, alterando el orden constitucional, intentaba impulsar por la fuerza un gobierno que terminara con el caos de España, pero ahora el caos vuelve a reinar y quizás sea todavía más necesario que España cuente con un gobierno que detenga el hundimiento e impida a los que nos empujan hacia el precipicio que culminen su siniestra barbaridad.

Si Zapatero y el PSOE no son capaces de adoptar las decisiones urgentes que España necesita para salir de la caída libre, que el monarca fuerce un gobierno de unidad nacional que las adopte pronto. Si a Zapatero le falta vigor y hombría para adoptar medidas impopulares, que las adopte un gobierno de unidad nacional con el apoyo expreso de la Corona. De cualquiere manera, la emergencia justifica que entre en escena la Jefatura del Estado, el último gran recurso e la nación.

La España de Zapatero está arrojando por la borda todo lo hermoso que habíamos construido y acumulado en las últimas décadas: cohesión, trabajo, prosperidad, sentido del esfuerzo, amor por la democracia, respeto al liderazgo, esperanza, competitividad, espíritu emprendedor... y otros muchos valores, pisoteados y perdidos en el presente.

¿Qué espera su majestad para forzar a los partidos a que antepongan el bien común y el sentido de Estado a sus miserables intereses personales, a su miedo a perder votos y a su insaciable afán de poder?

Muchos creen que las amenazas del 23 F no eran tan graves como las presentes. Entonces, ciertamente, estaba en juego la estabilidad del gobierno constitucional, pero hoy están en juego muchas más cosas: la unidad nacional, la prosperidad, derechos tan vitales como el de un trabajo digno y hasta la salud del mismo sistema, desprestigiado y rechazado por una masa creciente de ciudadanos que se sienten frustrados de la falsa democracia que nos gobierna, cansados de la voracidad de sus políticos y de la inutilidad de sus dirigentes.

En febrero de 1981, España avanzaba cargada de energía y contemplaba sin miedo su futuro, pero la España actual, desvencijada por la acción corrosiva de una casta política que ha apostado por sus privilegios, el enfrentamiento, la fabricación de fanáticos y la desconfianza, está degradada, sin fuelle y conducida por un gobierno descontrolado, incapaz de asumir la austeridad que el país necesita, aislado, desprestigiado, dentro y fuera de España, incapaz de dialogar con la oposición, reacio a aplicar recetas eficaces y tan adicto al dinero que no para de endeudarse, conduciendo a su pueblo hacia la ruína y el fracaso.

¿Por qué no actúa su majestad y justifica de nuevo la existencia de la Jefatura del Estado consiguiendo que el timón de España esté en buenas manos?


- -
Martes, 9 de Febrero 2010
Artículo leído 4716 veces

También en esta sección: