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¿Padece Andalucía un 'Régimen' socialista?





www.lakodorniz.com (Mágnum)
En su debate del domingo 2 de marzo con Manuel Chaves, Javier Arenas, líder del Partido Popular de Andalucía, acusó al que ha sido durante 18 años presidente de la Junta de Andalucía de encabezar "un régimen" y, para demostrarlo, citó el ejemplo de la nula capacidad crítica del gobierno andaluz y argumentó que las criticas a Chaves o a alguno de sus consejeros se interpretan desde el poder socialista como ataques a Andalucía.

Definir lo que es un "Régimen" es complejo, pero puede resumirse diciendo que es un sistema político con rasgos estables y diferenciadores. La estructura del régimen, es decir el modo de organización y de selección de la clase dirigente, condiciona el modo de formación de la voluntad política. En consecuencia el empleo de ciertas instituciones, es decir el empleo de determinados medios para la formación de las decisiones políticas condiciona los fines que pueden ser perseguidos: la elección de un régimen implica ya en términos generales la elección de determinados valores. El nexo entre estructura del régimen y valores se entiende, sin embargo, en el sentido de que la elección de un régimen implica de por sí límites a la libertad de acción del gobierno y de la sociedad.

Tiene razón Arenas en que Andalucía padece algo parecido a un régimen, bastante estable porque lleva un cuarto de siglo en manos del mismo partidos, el PSOE, con rasgos propios y con un funcionamiento peculiar que afecta a la voluntad popular, a los valores y a los derechos y libertades. De hecho son muchos miles los andaluces cultos que creen que el poder socialista ha logrado crear en Andalucía un régimen parecido al famoso PRI mexicano.

El andaluz es un régimen que se basa en la hipertrofia del poder político, el clientelismo, el intervencionismo del gobierno en todos los ámbitos, la angustiosa debilidad de la sociedad civil, la ausencia de controles suficientes para contrapesar el poder del Estado, el control del pensamiento a través de los medios y de la propaganda, y la fortaleza desproporcionada del partido gobernante, rasgos todos ellos condicionantes de la vida política, económica, social y cultural. Ciertamente, para encontrar una región europea donde el peso del poder político sea tan palpable como en Andalucía, habría que retroceder en el tiempo y adentrarse en alguna ade las repúblicas soviéticas en tiempo de Breznev.

Pero lo que no dijo Arenas (quizás porque no lo sabe o tal vez porque no le conviene) es que el partido que él representa, el Partido Popular, el más importante después del poderoso PSOE andaluz, se ha convertido también en una pieza clave del régimen que encabeza Manuel Chaves, cuya permanencia constante en el poder, sin alternancia, y cuyo dominio agobiante sobre la sociedad son posibles únicamente porque la oposición que representa Arenas es débil, torpe e incapaz de representar una alternativa o una amenaza al bien apalancado "poder socialista".

Arenas denunció correctamente la existencia de un "regimen" en Andalucía, pero olvidó decir que ese régimen existe de facto, no de iure, únicamente porque ni él ni su partido son capaces de removerlo.

El andaluz es un régimen peculiar y digno de estudio sociopolítico porque la democracia no está violentada y, en teoría, se mantiene vigente conservando su esencia, aunque, en la práctica, funciona de manera alterada y perversa.

He discutido este asunto con un curtido socialista andaluz, profesor universitario que ejerció en el pasado una de las más altas representaciones institucionales del Estado en la comunidad andaluza, y las conclusiones fueron muy saludables y esclarecedoras. Rebatió con solidez la tesis de que el poder del gobierno andaluz, unido al clientelismo y a las triquiñuelas poco escrupulosas del partido en el poder, hubieran pervertido la democracia hasta el punto de que la oposición no pudiera ganar nunca unas elecciones, tesis que defienden algunos en el entorno de Javier Arenas. Recordó que el PP llegó a estar en el pasado muy cerca de la mayoría, a pocos diputados, pero que hizo tan mal uso de la oposición y de aquella inmensa cuota de poder que retrocedió y perdió una gran oportunidad histórica. Citó como ejemplo de gran torpeza política la famosa "pinza" ejercida contra el gobierno socialista desde una alianza "contra natura" integrada por el Partido Popular e Izquierda Unida en el Parlamento, una alianza que fue mal vista por el electorado andaluz que "condenó" a esos dos partidos en las sucesivas elecciones.

Sin embargo, al margen del los errores y debilidades de la derecha y del poder desmesurado del socialismo, lo cierto es que Andalucía está atrapada en un régimen encabezado por Manuel Chaves, de preocupante inmovilismo, agotado en ideas e impulsos, que ejerce un poder desmesurado, que ocupa espacios de la sociedad que están prohibidos en democracia y que, de hecho, impide no sólo la alternancia sino también la renovación en el propio partido dominante.

Como resultado de ese régimen, Andalucía es hoy una sociedad débil, apagada, con un liderazgo de encefalograma casi plano, falto de imaginación, incapaz de entusiasmar y sin poder contar con la oposición vigorosa que necesitaría para renovarse y ejercer el liderazgo que la región requiere para progresar y abandonar los puestos de cola que ocupa, casi en régimen de propiedad, en los mapas del progreso y el desarrollo de España y Europa.


   
Sábado, 8 de Marzo 2008
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