Colaboraciones

PIQUÉ PICÓ Y MUCHOS SE PICARON





Ayer, a Josep Piqué, presidente del PP catalán (así como a sus conmilitones y correligionarios -que permanecieron serios y sentados en sus escaños, mientras el resto de los parlamentarios, risueños y de pie, aplaudían la aprobación de la reforma del Estatut por goleada, paliza o vapuleo, 120 frente a 15-), le tocó la papeleta peor o mejor (según se mire -usted, amable, atento, dilecto y selecto lector, seguramente, no ha olvidado aquella cuarteta de don Pedro Calderón de la Barca que decía y dice así: “en este mundo traidor / nada es verdad ni es mentira; / todo es según el color / del cristal con que se mira”-, pues cada quien cuenta la feria según le va), o sea, bailar con la más fea o bella (pues lo que uno denigra o desecha otro lo desea -ojalá baste con volver a don Pedro y a su obra “La vida es sueño”, en concreto, a un parlamento de Rosaura, que contiene esta décima: “Cuentan de un sabio que un día / tan pobre y mísero estaba / que sólo se sustentaba / de unas hierbas que comía. / ¿Habrá otro, entre sí decía, / más pobre y triste que yo? / Y, cuando el rostro volvió, / halló la respuesta viendo / que otro sabio iba cogiendo / las hojas que él arrojó”-), quiero decir que le cupo el honor o la deshonra de interpretar el papel de aguafiestas, porque él y sus compañeros fueron los únicos que votaron en contra del Estatut.

En el Parlament, donde imperaba y se respiraba un aroma a euforia colectiva, el dirigente popular dio un baño de realidad al resto de los grupos, ilusionados, ilusionantes, ilusorios e ilusos, al recordarles desde la tribuna, palestra o atril que el texto resultante debe someterse ahora a la consideración del Parlamento de la Nación, que, así como le ocurre a la Cámara catalana, también es soberano para quitar y poner, corregir o pulir.

Piqué tuvo los dídimos o redaños de lanzarles a los entusiasmados parlamentarios del tripartito y CiU algunas puyas. Verbigracia, les soltó: “Se han pasado dos años discutiendo una cosa que sólo les interesa a ustedes y, en cambio, en la retina de los ciudadanos queda que se hundió el Carmel”. Aunque dicha contumelia fue abucheada por quienes se sintieron aludidos, prosiguió: “Los mismos que hoy han pactado esta proposición de ley son los que pactaron echar tierra a ese asunto”, en clara, urente y ustoria referencia a la imputación que Pasqual Maragall hizo en el propio Parlament al anterior gobierno de CiU, a quien acusó de haber sonsacado y ensacado el 3 % del valor total de lo “obrado” y llevado a cabo, buen fin o puerto.

Otrosí, Piqué apuntó que la Constitución “se puede reformar, pero según los mecanismos que ella misma establece, no a través de reformas estatutarias”, como, en su criterio, parece que pretende el Estatut.


Ángel Sáez García


Franky  
Sábado, 1 de Octubre 2005
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