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Ocho años y ni uno más



El principio de que el poder corrompe es universalmente admitido. Aristóteles recomendaba una corta duración de los cargos públicos en la democracia griega, de sólo días, para evitar la inevitable corrupción. Pese a toda esta ciencia y experiencia acumuladas, Zapatero pretende repetir como candidato del PSOE en las elecciones del 2012, aupado por su partido y por las ordas de enchufados y ventajistas que han encontrado en el Estado una fuente inagotable de privilegios y de poder desmesurado, sin control cívico alguno.

Conseguir que Zapatero no vuelva a presentarse y que ocho años sea el máximo tiempo que un presidente pueda ostentar el poder, debe convertirse en una prioridad absoluta para los demócratas y para la gente decente de España.
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Carcajadas en el poder, tristeza en el pueblo
Todas las democracias serias del mundo, con la de Estados Unidos a la cabeza, tienen limitado el mandato de sus presidentes. La española es una de las que permiten que un presidente pueda ser reelegido hasta que muera. Esa reelección perpetua es una abominación antidemocrática que es necesario erradicar.

Zapatero, el inepto y fracasado presidente del gobierno español, bajo cuyo mandato España se ha llenado de parados, nuevos pobres, corruptos y enchufados a sueldo del Estado, pretende presentarse a las próximas elecciones para seguir ejerciendo su nocivo liderazgo cuatro años más.

Después de haber demostrado hasta la saciedad su incompetencia al no saber controlar la crisis y de haber llenado las calles de España de desempleados, nuevos pobres y corruptos, ahora dicen sus secuaces que debe seguir cuatro años más "para sacarnos de la crisis". Una barbaridad política de tan inmenso tamaño sólo puede pasar sin sanción en España, donde los esclavos y manipulados por el poder integran una marea inmensa y sobrecogedora. En cualquier país serio, decente y con capacidad de hacer balance, lo que han afirmado los colaboradores más próximos a Zapatero, sus amigos Pepiño Blanco y Alonso, sería motivo suficiente para escándalos y dimisiones.

En América Latina, donde la democracia, a pesar de sus muchas carencias, es más sólida y solvente, en la mayoría de los países, que en España, la lucha entre democracia y dictadura se centra, precisamente, en la ofensiva del gorila vanezolano Hugo Chávez, apoyado por los sanguinarios hermanos Castro, dictadores de Cuba, para conseguir que los presidentes puedan perpetuarse en el poder. El objetivo es lograr que gorilas y sátrapas como Daniel Ortega, en Nicaragua, Evo Marales, en Bolivia, Correa, en Ecuador, y los otros líderes totalitarios captados por el "chavismo", logren dinamitar sus respectivas constituciones y consigan, como Fidel Castro en Cuba y Hugo Chávez en Venezuela, ejercer el poder sin límites de tiempo ni de normas, transformándose en dictadores indecentes que se someten a elecciones siempre trucadas.

En Honduras, las grandes instituciones han parado en seco al bolivariano Mel Zelaya, depuesto tras intentar suprimir, precisamente, la limitación de mandato presidencial. El noble ejemplo de Honduras, a pesar de haber sido combatido por muchas falsas democracias, entre ellas la española, ha demostrado al mundo que permitir que un presidente sea elegido sin límites es la forma más rápida, engañosa y sucia de abrazar la tiranía.

En España, José María Aznar, cuyos abusos y tics dictatoriales le impidieron pasar a la historia como un demócrata, sí acertó al negarse a prorrogar su mandato más de ocho años, dando así un ejemplo y abriendo un camino regenerador que el poco democrático Zapatero es incapaz de continuar.

España están tan postrada y es víctima de tantos abusos e injusticias que los demócratas tenemos que empezar a elegir entre lo que es necesario, lo que es urgente y lo que resulta insoportable. Insoportable es la corrupción y la vigencia de la actual Ley Electoral, plagada de normas que sostienen más una dictadura de partidos que una democracia de ciudadanos.

Eliminar la posibilidad de que ineptos, canallas, sinvergüenzas o delincuentes pudieran alcanzar el poder en el futuro, a través de las urnas, sin límite de tiempo, es una de las urgencias extremas de esta España mal gobernada, que está siendo conducida hacia su ruina como nación y su derrota como pueblo.



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Miércoles, 13 de Enero 2010
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