Información y Opinión

O Federico o vía libre para la tiranía





A muchos no nos gusta su estilo, pero eso no es ya lo más relevante. En un país de cobardes, donde los periodistas y los intelectuales suelen estar sometidos en masa al poder o irracionalmente alineados como "hooligans" con un partido político u otro, un tipo como Federico Jiménez Losantos, capaz de fustigar a diestro y siniestro, es un lujo, una necesidad terapeutica, una vacuna frente a la tiranía.

Es cierto que FJL es a veces cruel y pasional, que no es capaz de soportar la crítica que él reclama como derecho informativo propio y que responde a los que le cuestionan con ataques desproporcionados que amedrentan al adversario, pero también es cierto que es el único líder de opinión en la radio española que es capaz de exigir la dimisión a los sinvergüenzas de un bando y de otro, de poner de relieve el absolutismo y la opresión, de fustigar a diestro y siniestro, a socialistas, nacionalistas, comunistas, populares y hasta a los mismos obispos que le pagan el sueldo, como también lo es que sus peores enemigos, los únicos que han sido capaces de sentarle en el banquillo de los acusados, son los miembros de esa derecha española que no logra desprenderse de sus barnices totalitarios.

Los que consideraban a Federico como un bastión de la derecha, obsesionado sólo con atacar a la izquierda, se han quedado sin argumentos. Hoy, sus ataques más virulentos se orientan contra Rajoy y Soraya, líderes de la derecha más rancia, y contra obispos como el de Barcelona, un prelado capaz de criticarle a él mientras guarda un vergonzoso silencio ante la violación reiterada de la Constitución y los derechos humanos entre su propio clero y en tierras catalanas.

En un país donde ningún cargo público dimite, aunque haga barbaridades indecentes, y donde los partidos políticos mandan más de lo que es prudente para la salud pública, la existencia de un periodista fustigador es vital e imprescindible para eludir la tiranía.

En España sobran periodistas e intelectuales esclavos, sometidos a sus respectivos partidos y grupos de poder, y existe una pavorosa escasez de gente valiente, capaz de criticar a quien lo merece, con independencia del color político o del blindaje que posean.

La opción es sencilla, dolorosa y dura: o gente como Federico o vía libre para los tiranos.


   
Lunes, 9 de Junio 2008
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