Información y Opinión

Nuevos déspotas travestidos de demócratas





La política mundial está empezando a ser dominada por un espécimen nuevo y letal, el de los nuevos déspotas travestidos de demócratas. Tienen una clara vocación autoritaria, pero les gusta vestir su liderazgo con la legitimidad que confiere el voto popular. Han asimilado la lección histórica de que las masas no toleran la tiranía, pero saben que, debidamente camuflada, esa tiranía puede avasallar y pervivir. Se declaran demócratas y, aparentemente, aceptan la democracia como terreno de juego, pero la manipulan, la pervierten y la utilizan en beneficio propio. En realidad son depredadores totalitarios, pero bien disfrazados de demócratas fervientes, actúan como prestidigitadores y son expertos en demagogia y otros trucos que le sirven para ocultar su verdadera naturaleza ante el ciudadano. Están floreciendo por doquier, en África, en Asia, en América y hasta en la vieja Europa que inventó la democracia, y amenazan con convertirse en la peor pesadilla política del siglo XXI.

Odian a los ciudadanos libres porque reflexionan, son exigentes, tienen criterio y resultan peligrosos. Por eso los exterminan poco a poco y los sustituyen por masas incultas y por grupos fanatizados y sometidos, entrenados para defender sus colores políticos con pasión y sin lógica. Han descubierto que la educación, bien manipulada y desprovista de eficacia, predispone para la esclavitud y, en consecuencia, están convirtiendo las escuelas públicas en fábricas de corderos. Así consiguen que su poder se sostenga, no sólo sobre la legalidad manipulada, sino también sobre el miedo y sobre pandillas peligrosas de ciudadanos descerebrados que les defienden y votan fielmente.

No creen en la división de poderes y, desde el poder Ejecutivo, manipulan y controlan el Parlamento y la Justicia, pero los muy hipócritas afirman en público que los poderes tienen que ser independientes y libres.

Obsesionados por el control del poder a toda costa, utilizan la mentira y el engaño sin límites. Su estrategia de poder les lleva a utilizar demasiadas veces la palabra "democracia" en sus discursos, para sólo lo hacen para esconder su alma autoritaria y su cinismo.

Son perfectamente capaces de aplastar al enemigo sin ni siquiera sentir remordimiento, pero prefieren comprar con dinero público al adversario porque han aprendido que crear mártires, a la larga, es peligroso.

Utilizan el dinero público como si fuera propio y siempre terminan endeudando a sus países hasta límites insoportables y ruinosos. Reparten el dinero entre los amigos y premian con monedas el sometimiento y el servilismo. Son hábiles creadores de clientelismo y dependencia, exterminadores de la libertad y del libre albedrío. El erario público les sirve para afianzar su poder, comprar voluntades y corromper, políticas que siempre se traducen en debilitamiento de la sociedad, hundimiento de los valores, pérdida de competitividad y retroceso económico. Los fondos públicos son también utilizados para ganar votos, pero encubren esa nefasta política con palabras engañosas y programas falsos: igualdad, ampliación de derechos, lucha contra la crisis, defensa del Estado... y, sobre todo, "progreso", la palabra mágica de la nueva especie política depredadora.

Pulsar para seguir leyendo....

Algunos de ellos se sienten tan seguros que se atreven, incluso, a modificar los padrones electorales y a conceder el derecho al voto a los ciudadanos extranjeros que partidarios de su proyecto. Los más salvajes y gorilas están dispuestos, incluso, a alterar los resultados electorales, pero esa "fechoría", por el momento, sólo es posible en países tercermundistas, muy dominados y degradados.

Conscientes de que el control del poder Judicial es vital para que sus desmanes estén dentro del marco legal, intervienen la Justicia en nombre del pueblo, violando así la esencia de la democracia, y procuran realizar ese atentado en coalición con otros partidos políticos, para demostrar a la ciudadanía que el sometimiento de jueces, magistrados y tribunales es una práctica legal.

El dominio de las fuerzas armadas es vital y lo consiguen eliminando en la milicia el sentido del honor y del deber, sustituyéndolo por el sometimiento a lo que llaman "la voluntad popular", que no es otra cosa que la voluntad y los intereses de ellos mismos y de sus aliados.

La sociedad civil es corrompida primero y después ocupada, maniatada y castrada, hasta dejarla casi en estado de coma. Los santuarios vitales de esa sociedad civil que, en democracia, debe ser independientes y servir de contrapeso al poder del Estado, son sistemáticamente controlados: colegios profesionales, sindicatos, organizaciones patronales, universidades, asociaciones, religiones, medios de comunicación, fundaciones, cajas de ahorros y hasta empresas.

Se sienten tan seguros y dominadores que hasta renuncian a la austeridad que caracterizaba a sus predecesores del "socialismo real". No tienen miedo de exhibir ante sus pueblos, generalmente empobrecidos y asustados, lujos, confort y privilegios que consideran con descaro atributos del poder.

Una de sus obras maestras es haber creado una clase empresarial parásita y dependiente del Estado, cuyos dirigentes les votan y se hacen millonarios al servicio del poder político.

Pero su verdadera obra de arte ha sido el control de los medios de comunicación, a los que necesitan para vestir de legitimidad sus dictaduras camufladas y obscenas. Con el dinero del Estado prefieren comprar medios de comunicación que periodistas porque saben que los periodistas suelen someterse y autocensurarse voluntariamente. Con los grandes medios de su parte, sobre todo con la televisión, el medio que más influye en los imbéciles, utilizan abiertamente las nuevas tecnologías, la psicología, el marketing y la sociología política para engañar, sojuzgar y envilecer.



Francisco Rubiales
Lunes, 2 de Noviembre 2009
Artículo leído 1339 veces

También en esta sección: