Información y Opinión

No soy de VOX



No creo que con partidos políticos pueda construirse la democracia, que es un sistema de ciudadanos, no de partidos.

Estoy apoyando tanto a VOX en mis escritos que algunos, con cierta lógica, creen que milito en ese partido. Sin embargo, no soy de VOX, ni de ningún otro partido, pero apoyo a VOX con entusiasmo porque estoy convencido, intelectualmente, de que ese partido es muy saludable para España y que su simple presencia en el escenario cambia, mejora y hasta regenera la corrompida y miserable vida política española.
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VOX es el único partido que emite en la misma frecuencia que los demócratas españoles
No puedo ser de VOX ni de ningún otro partido político porque no creo en esas organizaciones, pero apoyo a VOX por tres razones fundamentales: 1.- porque comparto en gran medida su programa, 2.- porque ese partido, sin culpa alguna en la actual decadencia de España, por ahora, es fiable y está limpio, y 3.- Porque la presencia y actuación de ese partido está regenerando el país y provocando cambios profundos en la vida política.

En este sentido, si se quiere comprobar el enorme efecto regenerador de VOX hay que leerse el Documento con las propuestas presentadas al PP para iniciar las negociaciones encaminadas a lograr una investidura que ponga fin a 36 años de socialismo en Andalucía. Es todo un brillante manual ideado para desmontar la corrupción andaluza y extirpar la gangrena del régimen.

La irrupción de VOX y el sorprendente éxito obtenido en las elecciones andaluzas son acontecimientos extraordinariamente saludables y positivos. Sin gobernar, sin que sus diputados ni siquiera hayan tomado posesión y en unas pocas semanas, solo diciendo la verdad y afrontando los problemas de España sin complejos, sin engaños y con la crudeza necesaria, VOX esta logrando milagros, devolviendo a millones de ciudadanos la ilusión y la esperanza perdidas y obligando al resto de partidos a revisar sus estrategias y planteamientos, acercándolos a la verdadera democracia y a lo que quiere el pueblo.

Algunos de los milagros logrados por VOX son que Podemos ya critique a Venezuela y considere un desastre a ese país, patrocinador y financiador de su despegue; que el PSOE tenga mucho miedo, comience a plantearse la necesidad de cambiar y que inicie la rebelión contra el traidor Pedro Sánchez, cuyo liderazgo lo conduce a la desaparición; que los nacionalistas, en especial los golpistas catalanes y los traidores vascos, estén paralizados por el miedo a que llegue al poder un partido que no se deje chantajear ni manipular y que acabe con sus obscenos privilegios; que el PP tire por la borda la cobardía y la socialdemocracia que le impuso Rajoy y se adentre por los caminos de la derecha liberal moderna; y que Ciudadanos quede desenmascarado y exhiba ante los ciudadanos su condición de partido poco fiable, oportunista y veleta.

Otro milagro atribuible a VOX es el actual debate sobre la ideología de género, que está poniendo al descubierto el despilfarro, el clientelismo y la existencia de leyes injustas que aplastan al hombre para beneficiar a la mujer, todo un mundo corrupto y desquiciado, creado por la izquierda, más para enriquecer a sus votantes y captar votos que para defender realmente a las víctimas.

Pero sus efectos positivos van mucho más lejos: muchos ciudadanos que se sentían indignados y desanimados, se sienten amparados por VOX y resurgen con la ilusión de cambiar España y construir un país decente y justo sobre las ruinas de la pocilga que han construido los corruptos PP, PSOE, comunistas y nacionalistas.

Gracias a esos nuevos sentimientos y esperanzas, el ciudadano cobra el protagonismo que nunca debió perder en democracia, demanda que se bajen los impuestos, algunos de los cuales son abusivos, arbitrarios, confiscatorios y anticonstitucionales, que se gobierne en sintonía con la voluntad popular, sin dar la espalda al ciudadano, que se revise el ruinoso y corrupto modelo autonómico, que el Estado adelgace y se desprenda de la inmensa carga que representa tener más políticos a sueldo que Alemania, Inglaterra y Francia juntos, que se centralicen servicios y competencias que nunca debieron cederse a las autonomías, como la educación, la salud y el orden público, que se regule y controle la inmigración y se defiendan las fronteras de los invasores violentos que las violan, que cesen las cataratas de privilegios y ventajas, injustas e inmerecidas, acumuladas por la clase política, entre ellas la financiación generosa de los partidos con dinero procedente de los impuestos, que se garanticen las pensiones y que se luche contra la corrupción en serio y con dureza.

Jamás militaré en un partido político porque sé que son organizaciones que, ineludiblemente, terminan corrompiéndose, sobre todo en sistemas como los actuales, que se autodenominan democracia cuando son únicamente partitocracias o dictaduras de partidos, sin los controles, frenos y contrapesos que la democracia ideo para limitar el poder del Estado, casi todos dinamitados por unos partidos políticos que tienen mas poder del que es prudente y preceptivo en democracia. La única defensa contra la corrupción en un partido, no sé si lo bastante eficaz, es limitar al máximo la duración de los cargos, imponer las rotaciones constantes en los cargos y misiones, la autocrítica y la apertura honrada a la sociedad y ser conscientes de que la corrupción es para los partidos como la carcoma para la madera en el trópico.

Pero seguiré apoyando a VOX con mis opiniones, comentarios, artículos, conferencias y en todos los escenarios donde pueda influir porque, como ya he dicho, mientras siga convencido de que su simple existencia es altamente beneficiosa para un país cuya corrupción ya alcanzaba niveles nauseabundos.

Francisco Rubiales

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Domingo, 13 de Enero 2019
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