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Necesitamos una 'fatwa' de paz, pero ¿qué damos a cambio?





La tesis oficial y mayoritaria de Occidente es que los atentados terroristas islámicos son únicamente una "perversión" del Islam, una interpretación errónea del Corán, sin reconocer que el extremismo islamico puede estar retroalimentado por una política exterior de Occidente que humilla a muchos sectores árabes, que mantiene en el poder, por la fuerza, a dictadores prooccidentales y que ha llegado, incluso, a ocupar países con miles de soldados, como ocurre en Irak y Afganistan.

Sin embargo, sí es cierto que hay un Islam moderado que guarda un inexplicable silencio cómplice. Es la parte de la religión musulmana que se declara mayoritaria, la que afirma que interpreta el Corán como fuente de paz y de concordia y la que sostiene que los que interpretan el Corán desde el fanatismo y el terror apenas representan el 2 por ciento del Islam.
Sus líderes ponen el grito en el cielo cada vez que el terror fanático de sus "hermanos" de religión golpea y asesina, pero, aunque condenan los atentados terorristas y se declaran tan "británicos", "americanos", "franceses" o "españoles" como los mismos nativos, guardan un silencio religioso lleno de sospechas que no está pasando inadvertido a los demócratas de Occidente.

A pesar de que desde muchos sectores reclaman a los verdaderos musulmanes una "fatwa" que condene el terror, suicida o no, que se lanza en nombre de Alá, éstos guardan silencio y no lo hacen. La "fatwa" es una doctrina religiosa que únicamente puede emitir una autoridad religiosa musulmana muy reconocida, normalmente un Imán adornado de prestigio y respetado.

Los servicios de inteligencia occidentales destacan en sus informes la sospechosa "ambigüedad" de los líderes religioso musulmanes con respecto al terrorismo y a la interpretación radical del Corán y recomiendan presionar a esas comunidades de religión musulmana que viven y prosperan en las ciudades occidentales para que se separen de los extremistas y definan claramente de qué parte están en esta lucha. Es más, tras el atentado del 7 J en Londres, los gobiernos democráticos de Occidente parecen dispuestos a exigir a esos musulmanes teóricamente pacíficos que colaboren señalando con el dedo acusador a los extremistas y a los ulemas que utilizan las mezquitas y las madrasas para expandir el veneno del odio entre los jóvenes y para seguir prometiendo el paraiso a los que mueran asesinando infieles.

El primer paso necesario para trazar una frontera clara entre los musulmanes de la paz y los que han elegido el camino de la guerra debe ser una lluvia de "fatwas" claras que condenen la interpretación del Islam como fuente de odio y de muerte.

Sin ese paso lógico, toda la religión musulmana seguirá bajo sospecha.

Sin embargo, a esa argumentación sólida de Occidente le falta el reconocimiento de que los pueblos occidentales han humillado y siguen humillando a los musulmanes. Tal vez ese reconocimiento y un cambio en la política exterior de países como Estados Unidos y Gran Bretaña con respecto al mundo islámico sea la pieza que falta para que los argumentos occidentales sean moralmente sólidos y para que los musulmanes pacíficos puedan condenar a unos terroristas que, guste o no, son admirados como patriotas, héroes y mártires por millones de musulmanes en todo el mundo.

Franky  
Viernes, 22 de Julio 2005
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