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Mientras dure la guerra, una buena foto del Franquismo cruel



Fui a ver la película de Amenábar con miedo y prejuicios porque me dan asco los cineastas españoles sectarios, progres y adscritos a las mentiras oficiales y subvenciones, pero salí gratamente sorprendido por la calidad del film y porque aquel Franquismo inicial, fascista y cruel, queda retratado con fidelidad, al igual que el personaje central, Miguel de Unamuno, a quien siempre admiré por su capacidad de discernir y ver la verdad en aquellas aguas revueltas por el odio y la sangre.
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Película oportuna que llenará las salas porque España está sensibilizada y tiene miedo al odio que la rodea y a la asquerosa división entre derechas e izquierdas que nos han impuesto unos políticos que son los grandes culpables de nuestros males como nación. Ojalá la violencia desenfrenada que la obra retrata sirva de vacuna y nos reconduzca hacia el perdón y el olvido de aquella página sanguinaria de nuestra historia.

El truco progre de la película es que retrata solo a uno de los bandos y que el tal Amenábar nunca tendrá el valor y la decencia de retratar con la misma fidelidad al bando republicano, autor de las mismas o peores maldades, brutalidades y crímenes.

Tienen que cambiar mucho las cosas en esta España sectaria y culturalmente subyugada por la izquierda para que el atajo de cineastas progres, protegidos por la izquierda revanchista, se atreva a filmar una película sobre los crímenes y canalladas del bando republicano.

Cada día admiro más a Unamuno, uno de los pocos intelectuales españoles de su época que supo ver a tiempo la maldad criminal de la República y la necesidad de un alzamiento. Pero ese mismo Unamuno demuestra su grandeza cuando supo ver y condenar con valor y nitidez los crímenes de los generales alzados.

En su apoteósico discurso final ante Millan Astray, en la Universidad de Salamanca. Unamuno da en la diana cuando afirma que el bolchevismo y el fascismo son las dos caras de la misma moneda sucia y criminal.

Aconsejo visionar la película con respeto y dejándose impregnar. La parcialidad de los progres está bastante disimulada y la película contiene una dosis suficiente de verdad. Lastima que no podamos saborear otra película similar, con escenarios republicanos de Madrid o Barcelona en lugar de la nacional Salamanca, donde las bajezas y los crímenes del bando rojo fueron tan condenables y canallas como los del Franquismo, o quizás más.

Francisco Rubiales

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Lunes, 30 de Septiembre 2019
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