Información y Opinión

Mi socialismo se curó en Cuba



Agradezco a Cuba haberme curado de la enfermedad del socialismo, una de las más crueles, graves y mortales para los humanos.

Viví dos años en Cuba (1975-77) como corresponsal y director de la oficina de la agencia EFE en La Habana. Llegué siendo socialista y hasta pedí hacer trabajo voluntario para la Revolución, pero vi allí tanta injusticia, opresión y depravación que medio año después de llegar ya había descubierto las entrañas del socialismo y estaba curado.
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Conversando con Fidel en La Habana, en 1976
Nunca viví las privaciones del pueblo cubano porque yo era un privilegiado. Cobraba en moneda convertible y podía comprar de todo en la diplotienda y el diplomercado, pero pude ver con terror cómo vivían mis vecinos cubanos y comparar esa vida de pobreza y hambre con la de las élites del régimen castrista, que nadaban en la abundancia.

Hacía regalos a mis vecinos, conmovido por su pobreza, pero dejé de hacerlo cuando comprobé que todos mis regalos (tabaco, wisky, coñac, latas de conservas, etc.) terminaban en poder del carnicero del barrio y de la dirigente jefa del Comité de Defensa de la Revolución (CDR) de mi barrio (El Vedado). Mis vecinos, para congraciarse con el poder y para que les tocarán buenos trozos de la carne racionada que entonces se repartía cada 15 días, regalaban mis obsequios a esos pequeños caciques comunistas, la chivata del barrio y el que repartía las proteínas.

Algunos altos dirigentes del régimen me invitaban a comidas en sus hogares y pude apreciar allí la hiriente diferencia con el pueblo: abundancia de caviar ruso, champagne francés, langostas y otros manjares.

Aquella comparación con lo que comían los hambriento cubanos actuó como una vacuna eficaz.

A los dos años de estancia en la isla, ya no podía soportar más la bajeza y la injusticia corrupta y malvada del castrismo. Me sentía vigilado y acosado por el sistema y Fidel, que al principio me trataba como amigo y me filtraba noticias y opiniones, dejó de hablarme porque mis artículos reflejaban ya la amargura y el dolor ante las brutalidades y la escasa calidad humana del régimen.

En 1977 logré que me trasladaran a Panamá para dirigir la operación de EFE en los seis países de Centroamérica. Llegue a mi nuevo puesto de director de la Agencia Centroamericana de Noticias (ACAN-EFE) enfermo y débil de tanto estrés y dolor acumulados en Cuba, pero el traslado fue una liberación y el oxígeno de la libertad me curó y me hizo rejuvenecer en apenas unas semanas.

Desde entonces soy un militante antisocialista, no solo por ideas sino por vivencias y constataciones potentes y dramáticas.

Hoy, en España, tiemblo porque veo que nuestra ruta es parecida a la de Cuba, Venezuela y Nicaragua, a cuyo dictador, Daniel Ortega, también tuve la desgracia de conocer en Cuba, cuando era un sandinista protegido de los hermanos Castro..

Al final de la miserable ruta de Sánchez, si le dejan avanzar hasta el final, está demostrado que también hay esclavitud, hambre, pobreza y muchos piojos.

Es lo que termina ocurriendo siempre que un pueblo es infectado de socialismo.

Francisco Rubiales

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Jueves, 9 de Octubre 2025
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