Información y Opinión

¿MARBELLA O MARFEA?





La situación política y económica, ética y estética, del Consistorio marbellí, durante algún tiempo en segundo o tercer plano, ha vuelto hace escasas fechas por sus fueros, quiero decir por donde solía, al primero y hasta primerísimo, o sea, a ser patética, aireando a las cuatro esquinas, puntos cardinales o vientos sus inconcusos afeamiento e insostenibilidad.

La alcaldesa ("arcardesa" -bueno, de las arcas municipales quien se encarga, ocupa y preocupa es su ex marido, Antonio Becerra-) del Ayuntamiento de Marbella, Marisol (que también ofrece sol y mar, como la ciudad) Yagüe (el menda lerenda ignora si doña Marisol pasará a la historia como buena o mala gestora; si la señora (bueno, de nuevo señorita) Yagüe dejará huella de pésima u óptima yegua -tan poco le importa esto como aquello; y la cosa o el caso es tal y tan así, que casi, casi, itera su discurso, tampoco le importa... ni interesa lo más mínimo-), al parecer, se muestra incapaz de gobernar la nave que tiene entre manos, que hace aguas por mil sitios y amenaza irse, sin remedio ni remisión, a pique.

Dadas las plurales heridas y los múltiples tumores malignos que achacan y aquejan a la Corporación (más de un centenar de irregularidades urbanísticas en dos años; más de la mitad de los ediles condenados o encausados por delitos varios; millones y más millones sin justificar; gobierno extravagante en minoría; etcétera), resulta perentorio el borrón y la cuenta nueva; y es que el Ayuntamiento cumple los requisitos que la Ley de Régimen Local contempla para que el Ejecutivo tome cartas en el asunto y ponga manos a la obra y, previo consenso del Senado, adopte la decisión más sensata, su disolución, pues la gestión actual es gravemente perjudicial para los intereses generales y supone el incumplimiento de los deberes constitucionales asignados.

La Administración Central del Estado, tras la anuencia de los dos partidos mayoritarios, tiene que programar una urgente operación multidisciplinar y utilizar el bisturí a conciencia, si se quieren evitar las fatales metástasis o gangrena.


Ángel Sáez García

Franky  
Miércoles, 28 de Septiembre 2005
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