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Los ricos en el mundo actual son los políticos



La izquierda engaña al mundo afirmando que quita el dinero a los ricos para darlo a los pobres, una afirmación que encierra dos engaños: el primero es que los verdaderos ricos en el mundo presente son ellos, los políticos, sobre tofo si son de izquierdas; la segunda es que gran parte del dinero que quitan a los ricos, a través de impuestos injustos y desproporcionados, se lo quedan ellos.

Nadie es tan rico y poderoso en el mundo actual como los políticos. Se enriquecen con sueldos altos y, sobre todo, con las ingresos irregulares procedentes de la corrupción. No lo hacen todos, pero sí los suficientes para poder generalizar. Y los que no lo hacen son cómplices porque conviven con los corruptos, a los que jamás denuncian.

Basta mirar las listas de multimillonarios de la revista FORBES para descubrir que hay muchos políticos e hijos de dirigentes políticos, sobre todo de izquierdas, desde hijos y nietos de Fidel Castro a hijas de Hugo Chaves y Yasser Arafat, todos ellos ostentosamente podridos de dinero y luciendo yates y coches de lujo.

La riqueza de los políticos es hipócrita y sucia porque la esconden y la disimulan poniendo al pueblo contra los ricos y los empresarios, cuando nadie más que ellos merecen la indignación y el repudio de los pobres y marginados.

Recientemente, en España, la vicepresidenta comunista Yolanda Díaz, ha señalado a los grandes empresarios, acusándoles de ganar demasiado dinero y sugiriendo que deberían existir leyes que limitaran esas ganancias, pero no ha dicho nada del sueldo que ella cobra, ni de sus fabulosos privilegios y ventajas, ni de que los empresarios cobran por gestionar bien sus empresas, mientras que ella no rinde cuentas a nadie y tiene mano libre para mal gobernar y destrozar su nación.
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Muchos políticos y sus hijos disfrutan de una riqueza ilícita y robada al pueblo y sus coches de alta gama son un escándalo que el pueblo soporta humillado
Nadie, salvo las grandes fortunas del planeta, es más rico hoy en el mundo que un político, ni nadie les iguala en privilegios y ventajas. Ellos, desde el poder, en lugar de dedicar todo su esfuerzo en beneficiar al pueblo y solucionar los problemas, que siguen intactos después de décadas, han acumulado poder y riqueza y han desarbolado las democracias para que su dominio no tenga obstáculos y el pueblo carezca de defensas.

No han solucionado el drama de la pobreza, ni el de la falta de viviendas dignas, ni el de la inseguridad en las calles, ni el de la discriminación, ni el racismo, ni el desamparo de los humildes, ni el desempleo masivo, ni hay una ley igual para todos, ni existe la igualdad de oportunidades y la guerra y la muerte imponen su destrucción y esclavitud..., pero ellos, los políticos, han sabido acumular riqueza, casi nunca mueren en los conflictos, viven rodeados de seguridad y los patrimonios de millones de políticos en todo el mundo han crecido sin que ellos expliquen la fuente de tanta abundancia.

Los políticos actuales viven en un mundo ajeno al resto de los ciudadanos, rodeados de guardaespaldas, coches oficiales, dietas, pensiones y todo tipo de privilegios. En realidad tienen más poder y privilegios que los que tenían en la Edad Media la Nobleza, el Clero y la Milicia. Todos ellos abandonan la política con sus patrimonios hinchados y la mayoría cobran pensiones vitalicias, a pesar de que pueden vivir el resto de sus vidas como sátrapas multimillonarios.

En los países dominados por la corrupción, el abuso de poder es práctica diaria. Cuando los corruptos están en el poder, además de hacer crecer sus patrimonios, disfrutan de fueros especiales, tribunales especiales, coches oficiales y poder y privilegios suficientes para enriquecer también a sus familiares y amigos.

Miremos, por ejemplo, hacia un país como España, que en apariencia es una democracia y que no figura entre los más corruptos del mundo, aunque en realidad lo sea. El presidente del gobierno, Pedro Sánchez, ha colocado a su hermano y a todos sus amigos en puestos públicos altamente remunerados y dotados de poder y privilegios, además de haber repartido generosamente subvenciones y el botín del Estado entre sus familiares, amigos y compañeros de partido.

Si esa suciedad inunda la política española, que es un país encuadrado en la civilizada Unión Europea, y enriquece a sus políticos, imaginaos lo que ocurre en países corrompidos del resto del mundo, donde gran parte de las ayudas terminan en las cuentas bancarias de los políticos.

Basta con practicar un análisis profundo e independiente para concluir que la riqueza y las condiciones de trabajo de los políticos son una de las injusticias más hirientes del mundo. Ellos no tienen que rendir cuentas a nadie, se ponen los sueldos que quieren y rara vez son juzgados por sus éxitos o fracasos. Muchos de ellos son tan corruptos que jamás dimiten, como ocurre en España, aunque sus errores y meteduras de para sean brutales.

Nos llevan a la guerra, son incapaces de eliminar la inseguridad, son corruptos y arbitrarios, utilizan las subvenciones para premiar y castigar, reparten con injusticia y suciedad los recursos, compran votos, voluntades y medios de comunicación con el dinero de los impuestos, cobran impuestos injustos y desproporcionados, acosan a los disidentes, muchos de ellos son malas personas y realizan decenas de abusos miserables, sin que les ocurra nada porque, además, controlan en gran medida la Justicia.

El presidente salvadoreño Bukele acaba de decir una gran verdad que explica lo que ocurre en el nauseabundo mundo de la política mundial: "El gobierno que no acaba con la delincuencia es porque es cómplice". Él lo ha hecho en el Salvador, que era uno de los países más inseguros y peligrosos del mundo y hoy es un oasis de paz, donde los criminales están en cárceles y el pueblo disfruta de la paz que merece.

No es injusto concluir que el político es el peor enemigo de la civilización y del progreso en nuestros tiempos.

Francisco Rubiales

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Domingo, 4 de Febrero 2024
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