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Los mejores hombres y mujeres del planeta se rebelan contra los pervertidos que controlan el poder mundial



La rebelión de los mejores contra los pervertidos está en marcha en todo el mundo. Por ahora, los rebeldes son pocos y están en minoría, pero la resistencia crece y se abre camino a la esperanza.

En Estados Unidos, donde el perverso poder en las sombras ha derrotado a Donald Trump, la rebelión ha perdido una batalla, pero no la guerra porque Trump sigue teniendo millones de seguidores fieles y dispuestos a luchar contra los que han ejercido la política para beneficio propio y de sus amos, olvidando al pueblo y al bien común.

Trump no era un verdadero líder, ni un modelo para el bando rebelde, pero al menos era un enemigo declarado de las élites empeñadas a dominar el mundo y a imponer el Nuevo Orden Mundial (NOM), lo que lo convertía, a pesar de sus defectos y errores, en un valor de la rebeldía.

En todo el mundo crece la rebelión contra un poder dominante que, tras mermar los derechos y libertades y destruir los valores, está conduciendo al mundo hacia la esclavitud y el fracaso.
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Trump y Xi Jinping, dos potencias y dos políticas enfrentadas
Basta echar una mirada al mundo para descubrir que los grandes dramas y desequilibrios existentes, desde la desigualdad a la pobreza, la injusticia, el expolio fiscal y la falta de ilusiones y metas, se deben a una forma perversa de hacer política, donde unas élites se han apoderado del Estado, del que han expulsado al ciudadano y a los valores, para imponer sus privilegios y acumular poder y riqueza, mientras esparcen en la sociedad toneladas de bajeza, miseria, envidia, odio e inseguridad, destruyendo la unidad, los valores y los grandes logros de la civilización, sobre todo la libertad y los derechos humanos.

Contra esa forma de interpretar y ejercer la política, compartida hoy por multitud de partidos y dirigentes en todo el planeta, en la que el servicio a la comunidad ha desaparecido, sustituido por el provecho propio, el abuso de poder y la opresión, más o menos camuflada, existe una rebelión creciente en el mundo que irá tomando cuerpo hasta convertirse en la espina dorsal del siglo XXI.

Las élites, a pesar de que están ganando la confrontación por el poder, están asustadas y aceleran los procesos de domesticación y dominio, cuyo objetivo es someter a los rebeldes y convertir a los seres humanos en rebaños de ovejas mansas y castradas.

El coronavirus, los confinamientos, las mascarilla y, sobre todo, la caída de la economía, la pérdida de puestos de trabajo, la inseguridad, el miedo y la mentira que se propagan desde el poder y sus medios de comunicación aliados no son otra cosa que armas de las élites empleadas contra la población para someterla.

Los rebeldes están perdiendo, pero no están derrotados. En algunos lugares resisten y soplan aires de renacimiento para la libertad y la decencia. Algunos líderes todavía se resisten a la poderosa ofensiva del mal.

Esa élites acostumbradas a ganar sus batallas siempre y a dominar el planeta creen que el mundo actual, superpoblado y con demasiadas libertades, es inseguro y poco adecuado para la prosperidad y los negocios que ellos desean. Esas élites sólo podrán dormir tranquilas cuando el mundo entero esté sometido a un sistema político lo más alejado posible de la democracia, con menos población y un poder férreo del Estado que lo domine todo y que permita a los ricos y poderosos seguir acumulando más poder y riqueza, sin obstáculos ni sorpresas.

El modelo que quieren imponer es el de China, un país gobernado con mano de hierro por un Estado tan poderoso que resulta inatacable y poblado por masas atemorizadas y sometidas, dedicadas a trabajar y a cumplir rigurosamente con los dictados del poder, todo al servicio de un sistema intensamente capitalista que permite acumular más dinero a los pocos que ya poseen casi la mitad de lo que existe en el planeta.

Trump odiaba a los globalistas, a los chinos y a los promotores del NOM, un cóctel demasiado potente que reaccionó movilizando contra Trump a los medios de comunicación que tienen comprados, a los gobiernos sometidos y a muchas de las grandes empresas del planeta, todos interesados en que la Humanidad entera trabaje como chinos, sin demasiados derechos, sin descanso, sin aventuras electorales inseguras, sin libertad, reprimida y con una disciplina de hierro.

A la caza de Trump y de los suyos se unieron todos los políticos pervertidos que están habituados a aprovecharse del poder para enriquecerse y atiborrarse de privilegios, los que utilizan cualquier recurso para acumular poder y dominio, desde la guerra al expolio fiscal, desde la opresión a la envidia, la mentira y el miedo.

Miremos a España y veremos con claridad meridiana como funciona el poder pervertido contra el que millones de ciudadanos rebeldes se han alzado: mentiras desde el poder, medios de comunicación dominados y al servicio de las élites, invasión de inmigrantes que se utilizan para generar inseguridad y cosechar votos, represión y censura camufladas, utilización de la pandemia para esclavizar, destrucción de las verdades y certezas, creando un mundo de mentiras, sospechas e incertidumbres, expolio fiscal, acoso a los que producen y trabajan en beneficio de los mediocres y vagos, control de la justicia y de las fuerzas policiales, que se emplean para defender a las élites, no al pueblo ni a la Constitución, y un largo etcétera que refleja todo lo deleznable que encierra la política contra la que los mejores han decidido combatir para colocar en el lugar que hoy ocupan los pervertidos, a los mejores, a verdaderos servidores públicos, devolviendo a la política su misión salvadora y enaltecedora del ser humano y de los grandes valores.

Francisco Rubiales

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Domingo, 31 de Enero 2021
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