Información y Opinión

Los estragos del nacionalismo





Por Franky
La OPA catalana contra ENDESA amenaza con disparar el rechazo de gran parte de la sociedad española contra Cataluña y su insaciable nacionalismo, un asunto que preocupa a los políticos y a muchos ciudadanos sensibles porque es un caldo de cultivo óptimo para la insolidaridad, el boicot y el odio.

Sin embargo, aunque no consiguieran la independencia, que es su objetivo final, el nacionalismo ya ha causado estragos en la sociedad española, que ha perdido unidad, ha debilitado su solidaridad, se ha hecho más egoista, ha perdido ilusión política y confianza en el liderazgo y ha segregado una legión de damnificados y dolidos por la marginación cultural, ligüistica y, aunque menos, étnica, que han padecido en Cataluña y el País Vasco, donde han pasado a ser ciudadanos de segunda.

El nacionalismo se nutre del victimismo y lo alimenta porque recibe siempre réditos políticos. Pero el victimismo genera insolidaridad, recelo, odio y marginación. La política lingüistica de Jordi Pujol en Cataluña ha generado estragos, no sólo porque condene a cientos de miles de catalanes a expresarse en una lengua minoritaria, renunciando a la riqueza de la segunda lengua más hablada del mundo, sino porque ha sido ultrajante para decenas de miles de no catalanes que vivían en Cataluña, a los que la política lingüistica convirtió en ciudadanos de segunda división.

Ahi está la raiz del boicot silencioso que muchos cientos de miles de españoles están practicando frente a productos fabricados en regiones nacionalistas. El boicot al cava es conocido, pero hay otros. Un gerente de una cadena nacional de electrodomésticos me comentaba estas vacaciones que muchas parejas que instalan su nuevo hogar preguntan por las marcas fabricadas en España y si son vascas o catalanas prefieren comprar antes las alemanas.

Los nuevos estatutos y la batería de reivindicaciones que vascos y catalanes tienen presentadas al gobierno amenzan con empeorar la situación. El periodista Arcadi Espada, en una conferencia pronunciada este verano en Punta Umbría (Huelva), puso de manifiesto que la reforma del estatuto catalán, principal bandera política del gobierno de Maragall, apoyado por el nacionalismo extemo de ERC, no interesa a la sociedad catalana y mostró encuestas en las que se demuestra que sólo uno de cada cuatro catalanes está interesado en reformar el estatuto.

Pero lo grave es que el ciudadano cree que el nacionalismo es un virus contagioso. En Andalucía, donde la población se siente tan andaluza como española desde hace siglos, el gobierno socialista también habla insistentemente de un cambio del estatuto. Si en Cataluña sólo uno de cada cuatro ciudadanos quiere cambiar el estatuto, en Andalucía, no debe haber ni siquiera uno de cada cien. A pesar de ello, incomprensiblemente, es una bandera prioritaria del PSOE andaluz.

Los políticos se lamentan después del divorcio creciente entre política y sociedad, entre los ciudadanos y sus gobiernos.


Franky  
Lunes, 5 de Septiembre 2005
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