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Los españoles, arrasados por impuestos inicuos e innecesarios



El Estado español, más que cualquier otro Estado de Europa, acribilla a sus ciudadanos con impuestos injustos e insoportables, desproporcionados para el nivel de los sueldos españoles. Son decenas de impuestos, todos con nombres técnicos para que parezcan justos (IBI, IVA, IRPF, etc.). Nos dicen que son necesarios para "redistribuir la riqueza" y para mantener un "Estado de Bienestar" que ya no existe, uno de los "mantras" de la desprestigiada socialdemocracia, pero en realidad son necesarios solo para mantener el tren de vida lujoso y despilfarrador de la clase política y, sobre todo, para financiar un Estado tan grueso y seboso como innecesario, donde pastan más políticos que en Francia, Alemania e Inglaterra juntos.
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La socialdemocracia mundial, una ideología caduca e injusta que, por desgracia, comparten hoy la izquierda y la derecha, está en caída libre por varias razones, pero quizás la principal de todas es porque ha cobrado más impuestos de los necesarios y ha construido un Estado demasiado grande, elitista, alejado del ciudadano, costoso, injusto, cruel e ineficiente.

Los socialdemócratas han contraido grandes vicios, como cobrar impuestos abusivos, agrandar al Estado hasta convertirlo en un monstruo insostenible, degradar la democracia, abrazar un poder sin controles que les permita gobernar a capricho, expulsar al ciudadano de la vida política, despilfarrar, mentir y fraguar una indecente alianza con el establishment que beneficia a los poderosos y perjudica a los pobres, pero el peor de esos vicios, probablemente, es su afición al dinero, enriqueciéndose en la política y expoliando a los ciudadanos con impuestos innecesarios, injustos y abusivos, fácilmente prescindibles si los políticos practicaran la austeridad y la democracia.

Todos damos por hecho que tenemos que pagar impuestos, que pagar impuestos es algo bueno y que debemos hacerlo por ese principio orquestado por la socialdemocracia y la derecha Europea que es la manida “redistribución de la riqueza”, una falsedad que nunca se logra, que genera cada día más desigualdad y que sirve a los políticos como pantalla para ocultar sus lujos, privilegios y despilfarros. Los impuestos, como su propio nombre indica, son una imposición del Estado por el simple hecho de existir y consumir. Algunos son tan injustos que son un robo, como el Impuesto de Sucesiones y Donaciones vigente en Andalucía y otras regiones de España, un impuesto a los muertos porque a los vivos ya no se les puede exprimir más.

Hay impuestos necesarios para financiar ciertos servicios públicos básicos, pero esos gastos, si el Estado estuviera racionalmente dimensionado, se cubrirían únicamente con los impuestos indirectos y un sueve y escalonado IRPF. Las decenas de impuestos agobiantes y confiscatorios que los políticos cobran son para que ellos mantengan sus lujos y privilegios. Esa es la gran verdad que ocultan los corruptos, porque la corrupción incluye tanto el robo ilegal como el legalizado con leyes injustas y abusivas.

El que se haya esforzado y haya conseguido un trabajo bien remunerado por su eficacia y conocimientos, en lugar de ser premiado, es castigado en el mundo injusto y depravado de los socialdemócratas trabajando para el Estado más de la mitad del año. Si la gente tuviera conciencia de que trabaja para el Estado entre cuatro y ocho meses al año, dejaría de sonreír y quizás no pudiera reprimir las ganas de dinamitar un sistema tan sucio, injusto y depravado.

A la injusticia de algunos impues se agrega la falta de ética y de autoridad moral de los que los cobran, lo que provoca desconfianza y recelo en una ciudadanía que ni siquiera está segura de que sus tributos sirvan para el bien común y que teme que sus dineros, tan trabajosamente ganados, puedan terminar en el bolsillo atiborrado de cualquier político corrupto.

Quien quiera sumergirse en el vertedero inmundo de los impuestos, puede pulsar AQUÍ y lea un artículo tan desolador como certero en la descripción del abuso de los impuestos.

Sigamos pagando porque ese Estado que nos exprime no tiene piedad y es capaz de meternos en la cárcel de por vida por resistir ante su mayor injusticia, aunque suele perdonar los robos y desmanes de sus servidores más corruptos, pero paguemos los impuestos con conciencia de explotados, con la indignación que siente quien es consciente de que está siendo expoliado y humillado en su condición de hombre libre.

Francisco Rubiales

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Miércoles, 22 de Marzo 2017
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