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Los errores y la arrogancia colocan a Lula contra las cuerdas





Hace algunas semanas, cuando su ventaja en los sondeos era enorme, parecía imposible que el victorioso y carismático Presidente de Brasil, Lula da Silva, tuviera que competir en una segunda vuelta con su rival de centro derecha, Gerardo Alckmin, el próximo 29 de octubre. Sin embargo, ha ocurrido y la culpa la tiene el propio Lula, que ha convivido demasiado con la corrupción y que, ya en la campaña electoral, ha caído en la arrogancia y cometido errores de principiante.

En la primera ronda, Lula obtuvo un 48.6%, mientras que el centroderechista Gerardo Alckmin logró un sorprendente 41.6% que le sitúa como un contrincante real y peligroso del presidente. De los otros 5 candidatos, solo dos fueron importantes (Heloísa Helena del frente de izquierda con 6.9% y Cristovan Buarque del laborismo democrático con 2.6%). Los votos blancos y nulos suman 8.4% y el absentismo el 16.8%.

El país ha quedado dividido en dos bandos, pero Lula, aunque salga victorioso en la segunda vuelta, como parece probable, habrá perdido predominio, imagen y tranquilidad política, ya que tendrá enfrente una oposición de centroderecha muy fuerte y otra, menos fuerte aunque creciente, a su izquierda.

El mayor error de Lula fue no acudir al debate de candidatos. Su sillón vacío ha debido restarle casi diez puntos. Sin embargo, Lula ya estaba debilitado por la corrupción de su entorno, ante la cual el electorado ha demostrado un valiente rechazo cívico y democrático que, según algunos expertos, seguirá creciendo y puede llevarle hasta la derrota, incluso, en la segunda vuelta. La última de las corrupciones fue la detención de dos personas ligadas al gobierno con 800,000 dólares que, supuestamente, servirían para corromper a políticos rivales.

Aunque Lula sigue siendo el favorito, está “tocado” y dicen que desmoralizado y sin fuerzas para una nueva confrontación en las urnas.

Lula es el favorito de gente tan diferente como Bush o Chávez. Para EEUU y la Unión Europea el exsindicalista es un freno moderado al avance del eje radical integrado por Cuba, Venezuela y Bolivia. Para Chávez, en cambio, Lula significa mantener a Brasil al margen del odiado ‘liberalismo’.

En Brasil, la izquierda le critica por haberse sometido a la globalización y por llevarse bien con Bush, mientras que el centro y la derecha le reprochan haber renunciado al liderazgo latinoamericano, cediéndoselo al gorila venezolano Chavez. Lula puede exhibir en su favor un balance económico relativamente positivo, con creación de empleo, mejora de la vida de los pobres y un crecimiento del 2.5% anual, inferior al de otros países de la región. Su punto más debil ante las nuevas elecciones es la corrupción, algo que esta minando su imagen con enorme fuerza.



Franky  
Miércoles, 4 de Octubre 2006
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