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Los conservadores demócratas españoles aprenden a utilizar la propaganda para derrotar a la izquierda totalitaria



Conscientes de que lo que mejor funciona en el totalitarismo que gobierna España y quiere subyugarla es la propaganda, la parte conservadora, patriótica y democrática de España está aprendiendo, a marchas forzadas, a utilizar esa misma arma en su combate por hacer de España una nación decente y de hombres y mujeres libres.
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VOX no es fascista, ni extrema derecha. Esas descalificaciones son propaganda de la izquierda totalitaria. Las manifestaciones conservadoras en España son ordenadas y pacíficas, sin violencia, sin romper o quemar contenedores y sin saqueos ni golpes
La propaganda es lo único que funciona a la perfección en las izquierdas, sobre todo si son totalitarias. La mentira es utilizada de manera magistral y, repetida miles de veces por el coro de los políticos del privilegios y los esclavos subvencionados, se disfraza de verdad y convence a los incautos. Cuando esa capacidad de comunicar es utilizada para impulsar la justicia, la democracia y el progreso, bienvenida sea, pero no cuando es utilizada para potenciar la mentira, el engaño y la esclavitud, como está ocurriendo en España. Durante más de medio siglo, la URSS supo vender al mundo la gran mentira de su superioridad sobre el Occidente y de las dictaduras proletarias sobre la democracia, todo un castillo de naipes con cimientos de engaño que se derrumbó sin apenas dejar rastro cuando fue derribado el muro de Berlín.

Pongamos un ejemplo: No es cierto, como repite la izquierda, que la desigualdad haya aumentado en España con los gobiernos de derecha y disminuido con los de izquierda. En realidad, según datos de Eurostat, del INEN y otros organismos oficiales, ha ocurrido justo lo contrario. Pero esa mentira, gracias al aparato de propaganda totalitario, se ha instalado en la sociedad española y pasa por ser una verdad. Lo mismo ocurre con la creación de empleo y la generación de riqueza, que la izquierda destruye sistemáticamente, mientras los incautos creen que es el Estado el que crea el empleo y la riqueza. Podrían citarse decenas de grandes mentiras instaladas en la sociedad española por la propaganda de las izquierdas, que fortalecen su opción electoral a pesar de que son pura falsedad. Ni los empresarios son malvados, ni la izquierda es democrática, ni los políticos de izquierda son más pobres, ni las limosnas y subvenciones crean otra cosa que pobreza crónica, ni las izquierdas aman la cultura...

Quizás la mentira mejor instalada en la conciencia de los españoles es que la izquierda libera a los pobres de la pobreza y distribuye la riqueza de los ricos entre los más necesitados. Los datos y las estadísticas dicen justo lo contrario, que los incrementos de impuestos los pagan las clases medias y trabajadoras, nunca los ricos, y que la izquierda incrementa la pobreza, como también agranda la dependencia del Estado y destruye la libertad de los pueblos.

Otra gran mentira es que las izquierdas aman la cultura y el progreso de la sociedad, cuando en realidad hace todo lo posible para mantener al pueblo en la incultura, la pobreza y la degradación. Consciente de que los pueblos pobres y que menos piensan votan a la izquierda y los más cultos y ricos a la derecha, a la izquierda le interesa que el país esté lleno de pobres, torpes y aborregados, que les votan y son fáciles de manejar desde la propaganda.

¿Por qué lo primero que hace la izquierda cuando llega al poder es asegurarse el control de los medios de comunicación? Porque tiene claro que la gran batalla del poder es la de la opinión pública y que la verdad no es la verdad sino la verdad que cuentan los medios, sobre todo la televisión. Por esa razón, las cadenas sometidas al poder socialista nadan en dinero público, pago evidente de la complicidad de esos poderosos medios con el dominio de las mentes que la izquierda necesita para mantenerse en el poder.

Gracias a esas mentiras sostenidas por la propaganda y difundidas por el aparato mediático, la gestión fracasada y negligente del coranavirus, probablemente la peor de cualquier gobierno en el mundo, no le pase factura a Pedro Sánchez, como tampoco pagará por haber causado a España, con su política imbécil, la pérdida de decenas de miles de millones de euros en contratos perdidos y en aranceles que asfixian a los productos españoles en los mercados.

La derecha y los demócratas en general, desesperados porque la izquierda siempre gana las batallas de la propaganda y consigue instalar la mentira en la sociedad española, han decidido aprender y copiar algunos de los métodos de la izquierda para contrarrestar los efectos perversos de la propaganda totalitaria.

Las verdades más amenazantes y peligrosas para España y su futuro como pueblo permanecen ocultas. Nadie parece consciente de que España avanza hacia un tipo de gobierno bolivariano donde todo el poder es del Estado y el individuo es un simple esclavo. Nadie parece consciente de que el gobierno nos conduce con rapidez y eficacia hacia la pobreza y la incultura, que es lo que la izquierda necesita para dominar. Nadie quiere darse cuenta de que cada día perdemos derechos y libertades.

Ante ese panorama desolador, la España democrática que quiere ser libre está reaccionando y aprendiendo a luchar con eficacia la batalla de la propaganda. Está reclutando a líderes de opinión para que planten cara a la mentira y digan al pueblo la verdad, amparados en su popularidad y en la admiración que despiertan sus éxitos. Ahí están Rafa Nadal, Pepe Reina, Feliciano López, Luis Figo, Roberto Soldado y otros muchos acusando al gobierno de Pedro Sánchez de conducirnos hacia la esclavitud y el fracaso. La última incorporación a la resistencia anti Pedro Sánchez es Sergio Ramos, que se ha aliado con los que rechazan el sanchismo y la opresión podemita.

La batalla por la verdad se está dando también en los medios, donde se apoya a las cadenas de radio y televisión veraces y defensoras de la democracia y del Estado de Derecho,, al mismo tiempo que se combate con mucha eficacia en los ámbitos de los medios escritos, las redes sociales y los periódicos y revistas digitales.

La supremacía de las izquierdas, que utilizan inmoralmente el dinero público, procedente de los impuestos, para comprar medios, voluntad y votos, es todavía muy sólida, pero se está acortando cada día más porque la verdad, aunque pisoteada y oprimida, siempre termina aflorando y al final se impone, como ocurrió cuando los pueblos gobernados por el comunismo, cansados de padecer opresión y miseria, hicieron caer el Muro de Berlín, dieron un intenso abrazo a la libertad y se liberaron de la mentira represora.

Francisco Rubiales

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Jueves, 4 de Junio 2020
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