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Los anglosajones no son nuestros amigos. España debe acercarse a Rusia y a China



Hace pocos días muchos españoles, partidarios de un rediseño de nuestras alianzas internacionales, nos despertamos con ilusión al leer la siguiente noticia: "España recarga un buque ruso pese a presiones de la OTAN y condena la presencia militar británica en Gibraltar. La Armada de Rusia ha vuelto a atracar en el puerto de Ceuta, al tiempo que Madrid insiste ante la ONU en la descolonización del Peñón".

Por fin aparecía en nuestra geopolítica una brizna de dignidad y decencia. No es mucho, pero sin duda ese es el camino, dado que los ingleses y nortemaericanos, nuestros actuales aliados teóricos, ni nos quieren, ni nos respetan.

España no podrá despegar y convertirse en un país próspero y con peso mundial si permanece atado a los anglosajones, países que nos odian y que han reservado para España un papel secundario, de sometimiento y fragilidad en el concierto mundial. Basta mirar con imparcialidad la Historia para descubrir que Ingleses y norteamericanos han sido nuestros peores enemigos, como lo demuestran la difusión de la falsa "Leyenda Negra" antiespañola, la traicionera guerra de 1898, en la que los yanquis nos arrebataron Cuba y Filipinas, y no hace falta ser muy listo para concluir que, aunque hoy disfrazados de aliados, lo siguen siendo. Gibraltar, la única colonia existente en Europa, sigue en manos británicas, un país que si fuera realmente amigo de España habría compartido al menos la soberanía, sin amenazarnos hasta con la guerra, si somos duros y dignos en el trato con la colonia.

La única manera que tiene España de despegar y volver a destacar en el concierto mundial es reforzando su independencia y, sobre todo, acercándose a Rusia y China, dos potencias que sí podrían actuar como auténticos aliados de España y que, ante problemas como el de Gibraltar, actuarían como aliados leales.
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Flota rusa en Ceuta
A Europa le ocurre algo parecido. Necesita revitalizarse y relanzarse, pero no puede hacerlo desde sus posiciones actuales y con sus actuales alianzas y ataduras. Estados Unidos se comporta como un competidor y Gran Bretaña, siempre huraña con la Europa continental, camina inexorable hacia el Brexit, que si nadie lo remedia podría convertirse en un conflicto duro entre la Unión y una Gran Bretaña que se niega a pagar sus facturas y se une a Estados Unidos para sabotear el proyecto europeo.

Para relanzarse, tanto España como Europa tienen que replantearse sus alianzas y ganar peso en el concierto mundial. Sus cinco grandes políticas deben ser las siguientes:

1.- Protagonismo de los ciudadanos, que deben recuperar la ilusión colectiva y las metas comunes.

2.- Dotarse de unos políticos que sean realmente democráticos y que estén controlados por los ciudadanos y por leyes realmente democráticas.

3.- Una economía común presidida e inspirada por un verdadero proyecto de unidad.

4.- Mayor agresividad e internacionalización de su economía y de sus empresas, empujadas por el renovado espíritu de una Europa de derechos, libertades y ciudadanos, que quiere resurgir.

5.- Una fuerte alianza con Rusia, sin la cual es imposible que Europa tenga un futuro importante en el mundo. La incorporación de Rusia, el gran país de Europa, daría a la Unión Europea la dimensión que necesita para ser solvente, fuerte y poder mirar a la cara, sin sometimiento ni vergonzosa dependencia, a los anglosajones.

El papel de Europa en el mundo desciende cada año. Está peligrosamente atrasada en tecnologías punteras y su peso económico mundial, que era del 25 por ciento hace poco más de una década, será del 10 por ciento en 2025.

Europa, sin Rusia y sin una alianza potente con China, pronto será un cadáver envejecido y agotado que contemplara impotente como el centro de la economía y del poder mundial se desplaza hacia el Pacífico.

La hostilidad de Donald Trump hacia Europa tiene un aspecto positivo: está empujando a los estrategas europeos a contemplar con buenos ojos una alianza con Rusia y con China.

Para España, la alianza con Rusia y China es todavía más necesaria y urgente, ya que el papel de potencia sometida de segundo nivel al que los británicos y norteamericanos la han relegado es injusto y funciona como un dogal sobre el cuello de una nación que fue grande en el pasado pero que puede serlo también en el futuro, siempre que se libre de sus falsos aliados y rediseñe sus alianzas y prioridades.

España, gracias a riquezas de última generación como el turismo, la agricultura avanzada y la calidad de su industria puede despegar y convertirse en un país fuerte, pero ese despegue no interesa a los anglosajones, que harán lo posible para desestabilizar a España e impedirle la riqueza. España es hoy una estupida víctima de falsos aliados.

Francisco Rubiales

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Jueves, 27 de Junio 2019
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