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¿Locura o ignorancia? ¿Por qué Zapatero pacta con los nacionalistas?





Nadie duda que ZP ha sido osado como gobernante y que se ha atrevido a hacer reformas que requieren valor, como el matrimonio gay o la ley de igualdad, pero de todas las actuaciones del "Zapaterismo", las que resultan mas contradictorias e incomprensibles para los demócratas y la gente honrada de izquierda son sus pactos con el nacionalismo extremo, pactos que deberían ser prohibidos para un verdadero demócrata, ya que son "contra natura" e ideológicamente incompatiles.

Tan es así que el único "pecado" que la historia quizás nunca perdone a Zapatero no será la excarcelación de De Juana Chaos o su débil negociación con ETA, sino el de haber pactado con los nacionalistas radicales sólo por razones de poder, estableciendo relaciones preferentes con partidos que no cren ni en España ni en la Constitución ni en valores como la igualdad y la solidaridad, básicos para la izquierda.

El nacionalismo es la antítesis de grandes valores tradicionales de la izquierda como la igualdad y la solidaridad, a las que pulveriza al defender las diferencias y exigir privilegios. En teoría, el nacionalismo que defienden hoy partidos catalanes y vascos como ERC, Convergencia i Unió, el PNV, EA y HB deberían repugnar a un socialista auténtico, algo que no ocurre con Zapatero y sus también insólitos cortesanos.

El nuevo Estatuto de Cataluña, impulsado personalmente por Zapatero, dificilmente podría ser asumible por un verdadero socialista. Su apuesta por la diferencia y el privilegio y su defensa de que quien más paga debe recibir más son ataques directos a la línea de flotación del socialismo y la voladura de principios tan clásicos de la izquierda como la igualdad, la solidaridad y la cooperación entre los pueblos.

Pero el mayor peligro del nacionalismo no procede de su insolidaridad y defensa de las diferencias, sino de la violencia que genera y la distorsión que provoca en la democracia y en la convivencia.

La mayoría de los pensadores políticos actuales advierten del peligro que representan los nacionalismos para la democracia, una advertencia que Zapatero ignora o desconoce. Casi todos se refieren al nacionalismo como producto de sociedades enfermas y desquiciadas. El filósofo alemán Jürgen Habermas es uno de los que cree con más fuerza que el nacionalismo es una enfermedad y que nada es más peligroso que "construir el futuro como respuesta a un llamamiento casi mesiánico del pasado", sobre todo cuando ese pasado es inventado.

Los nacionalismos están viviendo cierto auge en el presente como consecuencia de la globalización, que, al mismo tiempo que reduce el mundo y lo hace abarcable, incrementa la fuerza de lo local y la necesidad de identidades propias. Ahí entran en escena los nacionalistas descerebrados, que aprovechan esa tendencia para resaltar las diferencias y disgregar a los pueblos. Son fuerzas negativas que ponen el énfasis en lo que separa y distingue a unas comunidades de otras, a unas culturas y a otras, olvidando que los humanos son básicamente iguales y que existen infinitamente más elementos para la unión y la cooperación que para la separación y enfrentamiento de los pueblos.

Los nacionalismos vasco y catalán son dos claros ejemplos de insolidaridad, búsqueda desesperada de raices y hasta de imperialismo insolidario. Ponen su énfasis es buscar e hipertrofiar las diferencias y sus alimentos preferidos son la disputa y la insatisfacción permanente, basadas en reivindicaciones y exigencias cada vez mayores. Están obsesionados en construir identidades y, como necesitan raices y no las tienen, las inventan, una actitud que arma la espoleta del conflicto.

Esos son los amigos de Zapatero y de su partido, una estrecha e incomprensible amistad que escandaliza a las izquierdas de otros muchos paises europeos, donde el socialismo español actual ha perdido peso y prestigio, sobre todo porque no entienden la tesis de Zapatero de que todo vale y tiene sentido con tal de cerrar el paso a la derecha e impedirle gobernar, una tesis esquizofrénica que niega el valor de la alternancia y que rompe los esquemas ideológicos, convirtiendo al totalitario e insolidario enemigo natural en "amigo" y al demócrata adversario en "enemigo odiado", al que se desea exterminar.


   
Martes, 3 de Abril 2007
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