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Llamar "corrupto" a Pedro Sánchez es justo



Algunos socialistas se indignan porque se llama "corrupto" a Pedro Sánchez y dicen que no está probado que robe. La respuesta adecuada en democracia es que robar no es la peor de las corrupciones y que mentir, engañar, despilfarrar, intimidar, repartir los recursos de manera arbitraria, beneficiar a los delincuentes golpistas, controlar la Justicia, burlar la democracia y el Estado de Derecho y otras muchas barbaridades sanchistas son mucho peores que el robo de dinero público.
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Sánchez acaba de declarar que "pasará a la historia" por haber desenterrado al general Franco y expulsarlo de su tumba en el Valle de los Caídos, pero la verdad es que lo hará por comportarse como enemigo de España, por querer mantenerse en el poder a toda costa, por sus mentiras y por ser un pésimo gobernante.

Reformar leyes básicas para ayudar a delincuentes amigos, mentir, comprar medios de comunicación, desinformar, comprar voluntades, utilizar el dinero público para comprar votos y fortalecer su poder, beneficiar a los que le apoyan políticamente, incluso indultando a delincuentes, todo eso es corrupción, peor que el robo, un delito que se remedia devolviendo el botín, mientras que los daños a la nación y a la democracia casi siempre son irreversibles.

Las bajezas y comportamientos vergonzantes de Sánchez comienzan en su currículum falsificado, donde aparecían títulos académicos falsos y cargos inflados, y en su tesis doctoral, escrita por otros, hechos que son suficientes para que un ministro dimita en Alemania, Francia, Gran Bretaña y cualquier otro país democrático y decente del mundo.

Pero su mancha más oscura quizás sea haber sido expulsado de la dirección del PSOE tras ser sorprendido realizando un pucherazo con una urna clandestina, escondida detrás de unas cortinas.

Discutir que un tipo de esa calaña, capaz de cambiar el código penal para beneficiar a delincuentes golpistas catalanes, es insensato porque las evidencias son avasalladoras.

Casi tan grave como su pucherazo es su maridaje con la mentira y su odio a la verdad. Su acceso al poder está plagado de irregularidades antidemocráticas porque jamás cumplió muchas de las promesas principales que hizo al electorado. Esa estafa a los votantes es incompatible con la democracia y es calificada de corrupta en todas las democracias decentes del mundo.

Hasta los suyos empiezan a rebelarse sin poder soportar el hedor que despide el gobierno. Emiliano García-Page, presidente socialista de Castilla-La Mancha, tras afirmar que "Con el Código penal no se mercadea", ha enviado un mensaje implícito a Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, exigiendo que se tipifique como delito en el Código Penal "hacer lo contrario de lo que se promete".

De todas las fechorías vergonzantes de Pedro Sánchez, la estafa a los votantes españoles sigue siendo la mayor y la más indecente. Durante la campaña electoral prometió que no formaría gobierno con los comunistas de Podemos y lo ha hecho, que no pactaría con los independentistas catalanes y lo ha hecho, y que jamás permitiría la entrada de un tipo como Pablo Iglesias en el gobierno "porque España no podría dormir" y llegó a ser su vicepresidente.

Engaños al electorado de esa dimensión son ilegales en muchas democracias y hasta conllevan la pena de cárcel, aunque en España, donde las leyes siempre benefician al poder, sean habituales.

El horizonte se acerca cargado de amenazas, todas ellas atraídas por Pedro Sánchez, al que muchos califican de psicópata. Su política genera inseguridad en las calles, saqueo fiscal, una inmigración ilegal insoportable, odio, división, miedo al futuro y desconfianza en todo lo que provenga de lo público, deteriorando la democracia y contaminando la convivencia.

Provocar esos desastres desde el poder y gobernar siempre para favorecer únicamente a los suyos le hará pasar a la Historia como un despreciable gobernante y como un castigo para España.

Francisco Rubiales

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Martes, 29 de Noviembre 2022
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