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La victoria de López Obrador en México despierta por igual esperanzas y temores



La reciente victoria electoral en México de Andrés Manuel López Obrador demuestra que los corruptos en el poder no son invencibles sino débiles y cobardes porque pueden ser derrotados cuando el pueblo quiere, pero también demuestra que a veces los cambios pueden conducir hacia e suicido y el drama y que una nación sumida en la corrupción, la injusticia y el caos puede caer fácilmente en manos de un tirano.

Un país podrido como México puede resurgir con el liderazgo de una persona digna y armada de valores y puede también hundirse todavía más si el nuevo liderazgo vuelve su mirada hacia la tiranía que domina infiernos como Cuba, Venezuela, Nicaragua y otros.

Por encima de todo, México ha probado que la aparentemente poderosa clase política actual, convertida en una de las peores plagas del mundo, puede ser fácilmente derrotada si un líder político sabe ofrecer esperanza e ilusión.

Países como España, que avanzan por una senda similar a la que convirtió a México en un infierno, deben aprender de lo ocurrido en el país azteca y forzar la regeneración democrática que el país necesita, evitando que el cambio la sumerja en algo todavía peor: la tiranía populista que empobrece y esclaviza a las naciones.
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En México, la euforia del pueblo es inmensa y, desde la desesperación que producen la corrupción y el abuso de poder de unos políticos desalmados y podridos, el pueblo sueña con que todo ha cambiado ya, ignorando que no es momento para triunfalismos, sino para afianzar la victoria y comenzar una transformación de la pocilga mexicana, que costará muchas lágrimas, dolor y sangre.

La victoria de Andrés Manuel López Obrador es apenas el primer paso hacia la transformación de la República. La llegada de un hombre distinto, aparentemente honesto y digno a la Presidencia de la República, implicará un cambio radical en las altas esferas del poder y un nuevo contexto para el florecimiento de la sociedad civil. Sin embargo, el futuro de México no dependerá de lo que haga o deje de hacer un solo hombre, sino de lo que luchen y consigan los mexicanos.

Tres grandes tareas se alzan ente los mexicanos: enterrar la vieja corrupción para que no renazca; evitar que la victoria de López Obrador se deslice hacia una dictadura populista y construir con esfuerzo un país justo, próspero y decente.

Lo que acaba de ocurrir en México parece un cambio de rumbo auténtico y no una estafa como las muchas que ocurren en Europa, donde un partido corrupto sustituyó a otro también corrupto o donde un sátrapa podrido como Rajoy es sustituido en el poder por otro sátrapa tan podrido como el y todavía más arbitrario y ambicioso.

El poder en México, durante décadas, estuvo monopolizado por el PRI y más tarde fue compartido por el PAN, pero ambos partidos se alternaron en el poder sin que nada cambiara, salvo los nombres de los que gobernaban. El país seguía siendo un estanque de lodo podrido, violencia, drogas, corrupción, pobreza y muerte.

Es cierto que muchos expertos en Estados Unidos y otros espacios democráticos del mundo han advertido del peligro de que el nuevo presidente se alinee con Cuba y Venezuela y que también muchos mexicanos temen que López Obrador termine sucumbiendo a los vicios eternos de la izquierda y se transforme en un tirano como Nicolás Maduro, Raul Castro o Daniel Ortega, aliándose con países sin respeto a las libertades y derechos como Cuba y Venezuela, pero no es menos cierto que el apoyo masivo de los mexicanos obtenido por López Obrador será un obstáculo para que el nuevo presidente conduzca el país hacia la tiranía. Los mexicanos han votado para acabar con la corrupción y la injusticia reinantes, pero no para que se les imponga un modelo de pobreza y opresión totalitaria. Lo que los mexicanos han depositado en las urnas es el deseo colectivo de una regeneración nacional que incluya una lucha frontal contra los corruptos y un reparto más justo de la riqueza, pero sin olvidar que la meta es la prosperidad y la felicidad de los ciudadanos y el respeto a las libertades y los derechos democráticos.

La responsabilidad de López Obrador es inmensa porque México, el país más poblado del mundo que habla español, va a ejercer una influencia notable sobre el resto de los países de América Latina y si triunfara su nueva cruzada regeneradora, también ejercerá un auténtico liderazgo y un irresistible arrastre sobre todo el continente, incluido Estados Unidos.

Francisco Rubiales

(El vídeo que ilustra este artículo expresa el miedo que existe a que López Obrador sea un tirano camuflado y que pretenda conducir a México hacia una tiranía inspirada en Cuba y Venezuela).

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Sábado, 7 de Julio 2018
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