Comunicación y Medios

La trampa del 'cuarto' poder (1)





La prensa mundial está en crisis. Los grandes rotativos han perdido credibilidad, pierden lectores y mantienen sus tiradas a duras penas gracias a trucos como entregar regalos a los lectores. Las redacciones han perdido el poder y están desmoralizadas. Principios que eran fundamentales en el periodismo libre, como la objetividad, la independencia y la veracidad, han caído en el olvido, mientras que los periodistas profesionales pierden el control de la información mediática y nuevos productos como la prensa gratuíta y los medios de Internet (periódicos digitales y blogs) ponen de rodillas a grandes medios que hasta hace poco parecían torres invulnerables.

Mientras tanto, los periodistas, hasta hace poco tiempo considerados como los héroes de la democracia y los principales aliados del ciudadano y de la sociedad civil, por su capacidad de decir la verdad y de controlar a los poderes, han perdido el prestigio, ya no gozan del apoyo del pueblo y son considerados tan poco fiables como los políticos.

¿Qué ha ocurrido para llegar a esta triste situación? ¿Cómo ha llegado a desmoronarse en tan poco tiempo aquella alianza de hierro entre periódicos y ciudadanos que constituia uno de los puntales de la democracia y que hizo de la prensa una de las piezas claves del engranaje de la libertad?.

El drama comenzó el día en que empresarios y directores de medios creyeron que eran el "cuerto poder", concepto cuya invención se atribuye al filósofo conservador irlandés Edmund Burke. Al aceptar esa teoría y empezar a comportarse como el cuarto poder, fueron tan cretinos que olvidaron sus orígines, cuando nacieron como una emanación de los ciudadanos para garantizar y defender la democracia, y renunciaron a ejercer ese poder supremo que emana del pueblo y que, indudablemente, está por encima del primero, del segundo y del tercero.

A partir de entonces, tras haber renunciado al poder "supremo" para convertirse en el "cuarto", comenzaron a actuar como un poder más y fraguaron alianzas con los otros poderes, con los gobiernos, con los políticos y con los jueces, practicando también la esgrima del poder y la influencia con otros poderes, con las grandes empresas y los grandes grupos de intereses, a veces lícitos y a veces menos lícitos.

Al convertirse en el "cuarto poder" la prensa demostró haber perdido el norte y realizó un trueque erróneo, además de un pésimo "negocio", que terminaría pagando caro. Al romper su alianza de hierro con el ciudadano, que, en democracia, está por encima de todos los poderes, ya que es quien posee la soberanía y quien otorga o quita la legitimidad a los sistemas y poderes, los medios de prensa abandonaron voluntariamente el "cielo" democrático para adentrarse en los subteráneos de la política y de los intereses.

Cambiar el "poder supremo" que emanaba del ciudadano, del que la prensa libre y democrática fue una consecuencia, para convertirse en el "cuarto poder" fue ridículo y patético, todo un error producto quizás del espejismo que proyectaba el poder ejecutivo con su manejo de las influencias, los negocios y el brillo social.

Ese gran error propició otros errores y la caída se hizo constante e imparable, dentro de una catarata de cambios de prioridades y estilos: las redacciones perdieron el poder frente a los gerentes; los periodistas perdieron la inviolable independencia del pasado; la publicidad comenzó a comprar no sólo espacios sino también impunidades informativas; la ética se resquebrajó, al mismo ritmo que los conceptos de veracidad y objetividad; las fuentes prioritarios fueron otras; los lobbys encontraron grietas y penetraron por ellas en las redacciones para colocar información y opinión; las redacciones dejaron de ser consideradas como el santuario del negocio y se poblaron de becarios y de periodistas mal pagados, obligados a ser serviles y y a someter la veracidad a determinados intereses, no siempre confesables.

Llegaron los primeros síntomas de decadencia, como la pérdida de credibilidad y la caída de las tiradas y de la publicidad tradicional, pero su alcance fue minimizado y neutralizado con medidas como la política de promociones y la captación de publicidad cambio de influencia y blindaje informativo, algo que producía dinero pero que dejaba intacta la raiz del problema.

(sigue)

Franky  
Martes, 25 de Abril 2006
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