Información y Opinión

La sociedad civil española, en estado de coma





Ocupada por los partidos políticos, desarticulada, desmoralizada, sin capacidad de influir y con sus pilares dominados por el poder político, la sociedad civil española se encuentra en estado de coma y muestra un estado de postración más enfermizo, incluso, que las sociedades del este de Europa que padecieron una dictadura comunista.

Recursos potencialmente tiránicos y liberticidas como el sistema de espionaje SITEL, controlado por un gobierno que no es fiable para el ciudadano, deprimen todavía más y castran con mayor intensidad a la sociedad civil española, cuyos débiles impulsos apenas se perciben ya, ahogados por el abrumador poder y dominio del Estado español, insano y sin control.

Los grandes pilares de la sociedad civil española han sido "tomados" por los partidos políticos, que, groseramente, han penetrado en reductos que les están vetados por la democracia: las universidades públicas mendigan dinero a las administraciones autonómicas y las privadas son alarmantemente escasas; la patronal y los sindicatos no quieren ni pueden ser libres porque reciben dinero a chorros del sector público; en los consejos de las cajas de ahorro se sientan los políticos; los medios de comunicación independientes casi no existen, mientras que la mayoría de los grandes medios han tomado partido y luchan ya en las trincheras, empotrados en las filas de la izquierda o de la derecha; la mayoría de las fundaciones y asociaciones que operan en el sector sin ánimo de lucro reciben subvenciones del poder público y las perderían si ejercieran la independencia y la crítica, un dogal que también maniata a la mayoría de las organizaciones de consumidores, asociaciones de vecinos, clubes, centros culturales y demás piezas de una sociedad civil cespañola cuyo encefalograma es practicamente plano.

Dicen los politólogos y filósofos que sin sociedad civil no puede existir democracia porque la sociedad civil es ese espacio vital de la sociedad donde los ciudadanos y sus instituciones funcionan en libertad, dialogan y crean opinión, al margen del Estado y cumpliendo la misión, vital en democracia, de servir de contrapeso al poder político.

En los hornos de la sociedad civil se cuecen los valores y rasgos que hacen avanzar a los pueblos: el impulso, la creatividad, la innovación, el espíritu emprendedor, el esfuerzo, la solidadridad y la demanda de justicia. Sin embargo, de las sociedades civiles ocupadas y maniatadas, como la española, no puede surgir etra cosa que el conformismo castrado y el lamento temeroso ante la corrupción y los abusos del poder político subyugante.

La democracia española, una de las más deficientes del mundo occidental, no sólo carece de esa vital sociedad civil saludable, que opere como contrapeso del poder, sino también de otros rasgos y valores imprescindibles para el sistema: participación del ciudadano en los procesos de toma de decisiones, separación e independencia de los poderes básicos del Estado (Ejecutivo, Judicial y Legislativo), medios de comunicación independientes y críticos, leyes democráticas que se apliquen con justicia y equidad y un sistema electoral que permita a los ciudadanos elegir libremente a sus representantes, una condición básica esta última que es impracticable en España mentras persistan las listas cerradas y bloqueadas.


Francisco Rubiales
Domingo, 29 de Noviembre 2009
Artículo leído 4322 veces

También en esta sección: